Casus Belli – Reseña


Jorge Cagiao y Conde, Micronacionalismos. ¿No seremos todos nacionalistas?  Madrid: Catarata, 2018, 112 pp. ISBN: 9788490975190.

Cristian Andrés Di Renzo

Universidad Nacional de Mar del Plata

Las escasas relaciones entre los contenidos producidos por investigadores y catedráticos y la sociedad en general se presentan como los desafíos a afrontar. Con el objetivo de ser una obra de divulgación masiva, Micronacionalismos. ¿No seremos todos nacionalistas? aborda una temática presente en la esfera pública de España y gran parte de Europa Occidental: el fenómeno del nacionalismo.

 En la introducción el autor plantea la dificultad existente en torno a la tergiversación y el mal uso de los análisis académicos en los debates sobre el nacionalismo, tomando como referencia y base para su investigación la reconocida obra de Michel Billing (1995). Asimismo, resalta el hecho de que el fenómeno del nacionalismo se encuentra generalmente asociado a conceptos que distan de ser aceptados, tales como la xenofobia, el imperialismo y los valores antidemocráticos, lo que resultaría, en definitiva, en una carga negativa asociada a tal concepto.

En sus planteos el autor utiliza el denominado “enfoque micromachista” para extrapolarlo al nacionalismo, considerado como un fenómeno social en donde la socialización se basa en la creencia en una comunidad nacional que se encontraría impuesta por el sistema. En el nacionalismo los ciudadanos de manera automática recurren a un conjunto de valores, referencias y estereotipos propios de cada sociedad en su cotidianeidad. Individualmente a cada habitante le es difícil asumirse como nacionalista y colectivamente puede observarse una estrategia de refuerzo o conservación de la lógica dominante sobre la nación. Tras dar estas cuatro características, Cagiao y Conde define a los micronacionalismos no como un sinónimo de nacionalismos minoritarios o restringidos, sino como la expresión de un conjunto de valores y creencias que, encarnados por parte de la comunidad nacional, actúan como “el procesador que utilizan espontáneamente para situarse y actuar de manera determinada” (p. 23). Por ende, en la misma introducción se anticipa la respuesta a la pregunta existente en el título: todos seríamos nacionalistas.

Habiendo planteado el problema, su marco teórico y su hipótesis, acorde al propósito general de una obra de divulgación, en el capítulo 1 el profesor titular de Civilización Española Contemporánea de la Université de Tours diferencia el concepto de “nacionalismo” del de “nación”, siendo esta última una ficción que sirve para conjeturar y asociarla a una parte de la geografía terrestre. En cambio, cuando se habla de nacionalismo estaríamos frente al fenómeno social encargado de crear dicha ficción. Una deducción que se desprende de estas consideraciones es que el nacionalismo sería un fenómeno previo a la existencia de la nación, construida en una determinada realidad histórica, social y cultural. En este sentido, el rol de los intelectuales sería de vital importancia.

Entretanto, en el siguiente capítulo se avanza sobre la descripción del mundo actual, caracterizado por la división entre naciones y por el modo en que se va aprendiendo de manera inconsciente el conjunto de valores dominante. Este operaría como un filtro que condena a todos los intentos independentistas. Tal es el caso del País Vasco y de Cataluña por el mero hecho de ser incomprensibles para una parte mayoritaria de los españoles. Posteriormente, en el capítulo 3 se observa el proceso de socialización en la nación al que todos los individuos serían sometidos desde el nacimiento. Es aquí cuando nuestro autor se apoya en la teoría elaborada por Michel Billing (1995) para describir los mecanismos por los cuales el nacionalismo se refuerza en la cotidianeidad a través de múltiples símbolos que estimulan la pertenencia a un nacionalismo dominante, frente a otros nacionalismos minoritarios que deben hacer visibles sus reclamos y demandas ante la comunidad. Así, estos nacionalismos minoritarios tienen que desarrollar un militantismo y proselitismo visibles ya que deben enfrentarse al nacionalismo dominante y al propio Estado, que en ocasiones los asocia a valores antidemocráticos. Finalmente, el autor le dedica un apartado a la relación entre la izquierda y el nacionalismo dominante para llegar a la conclusión de que en España no existiría una oposición en tales términos.

La distinción entre el nacionalismo étnico y el nacionalismo civil, dos categorías que en ocasiones aparecen como diferenciadas, es objeto de análisis del capítulo 4. Para Cagiao y Conde, estas dos categorías forman parte de toda forma de nacionalismo, por lo que propone que la distinción debería situarse entre nacionalismos democráticos y liberales, por una parte, y nacionalismos no democráticos y  no liberales, por otra. En el caso de España todos los nacionalismos compartirían la matriz democrática y liberal, al menos desde el año 1978 y hasta el cambio de siglo. Sin embargo, hace hincapié en que un nacionalismo democrático y liberal puede dejar de serlo a partir de un determinado problema, poniendo por caso el conflicto existente entre el nacionalismo español dominante y el nacionalismo catalán a partir de la reforma estatutaria de 2006. Asimismo, postula la necesidad de aceptar que nuestros sistemas democráticos son nacionalistas sin que esto implique ninguna desaprobación moral.

Por otra parte, en el capítulo 5 plantea la necesidad de que los debates del escenario público se basen en la literatura especializada y que las diferencias existentes entre el nacionalismo dominante español y el nacionalismo catalán afectan a todo el territorio y no solo a Cataluña. Al respecto, considera que el conflicto solo puede entenderse en tanto se lo analice como un enfrentamiento entre dos nacionalismos y no entre dos bandos (uno bueno y otro malo). En este sentido, la teoría de la nación liberal aportaría los elementos necesarios desde una perspectiva más acertada.

En las conclusiones retoma algunos conceptos desarrollados a lo largo de toda la obra para sostener que parte del problema reside en la resistencia a reflexionar acerca de nuestra propia condición. Retomando la comparación entre los fenómenos del machismo y del nacionalismo, sostiene que este último, a diferencia del primero, no es a priori moralmente reprochable y que los conflictos dentro del Estado surgen cuando un nacionalismo no democrático se convierte en dominante, descalificando cualquier otra forma minoritaria de manera injusta.

En líneas generales, estamos ante una obra que plantea una problemática presente en la cultura política contemporánea desde una perspectiva general. Si el lector busca un debate teórico-metodológico académico profundo sobre la temática, deberá optar por otros trabajos, incluso del propio autor. Sin embargo, al estar dirigida a un público masivo no se abandona la rigurosidad necesaria de un trabajo de investigación, que, en definitiva, tiende a cumplir con uno de sus propósitos: posicionar la literatura especializada sobre el nacionalismo en el debate público.