Las relaciones internacionales de la República Popular China a partir de la política de “reforma y apertura”

Sergio Skobalski

Universidad de la Defensa Nacional

 

Resumen: El presente trabajo sintetiza y analiza los principales cambios experimentados por la política exterior de la República Popular China a partir de las reformas económicas impulsadas por Deng Xiaoping en 1978, que permitieron que un país extremadamente pobre con una economía agrícola de subsistencia, se transformara en la segunda potencia económica del mundo. La evolución de dichas transformaciones es interpretada en este artículo teniendo en cuenta las rearticulaciones geopolíticas del sistema internacional, los escenarios de multipolaridad competitiva, la conflictividad mundial y regional, y los modelos referentes de conducción estratégica aplicados por las distintas generaciones de líderes comunistas en las relaciones internacionales, la política interna, la economía y la seguridad nacional, lo que abrió nuevos horizontes al desarrollo integral de China conforme a su realidad.

Palabras clave: República Popular China, reforma y apertura, Relaciones Internacionales, multipolaridad competitiva, conflictividad, modelos de conducción estratégica.

Abstract: This paper summarizes and analyzes the main changes experienced by the foreign policy of the Republic of China since the economic reforms promoted by Deng Xiaoping in 1978, that enabled the great transformation of an extremely poor country with a subsistence agricultural economy, to the second most powerful economic system in the world. To understand the evolution of these transformations is important to take into account the geopolitical reticulations of the international system, the scenarios of competitive multipolarity, the global and regional conflict, and the referring models of strategic management applied by the different generations of communist leaders in international relations, domestic politics, the economics and national security, opening new horizons to the nation’s integral development in accordance with the Chinese reality.

Keywords: People’s Republic of China, Reform and Opening up, International Relations, Competitive Multipolarity, Conflictivity, Strategic Driving Models.

Casus Belli I (2020), 207-226

Recibido: 9/5/2020 - Aceptado: 2/6/2020

 

1. Introducción

El crecimiento socioeconómico que caracterizó a Europa occidental y a los Estados Unidos después de la Revolución Industrial tardó aproximadamente ciento cincuenta años en alcanzar su plenitud. Distinto fue el caso de China, que ha completado un crecimiento económico equivalente en muchos aspectos, y que se ha materializado en aproximadamente treinta años; es decir, una generación y media.

China experimentó una sorprendente velocidad de cambio. Según el Banco Mundial, duplicó su Producto Interno Bruto (PIB) en nueve años, lo volvió a duplicar en los posteriores nueve años y mejoró esa marca en los siguientes nueve años. Según la misma fuente, el Reino Unido, en el apogeo de la Revolución Industrial, tardó sesenta años para duplicar su PIB, mientras que Estados Unidos invirtió cincuenta años en obtener el mismo resultado en el siglo XIX.

El secreto del éxito de China ha sido un enfoque gradual de la reforma y un modelo extremadamente pragmático que introdujo cambios en áreas específicas siguiendo la premisa “Extender si funcionan y retirar si no lo hacen”. Esto ha sido la génesis de las transformaciones económicas, sociales y tecnológicas que le permitieron alcanzar una tasa de crecimiento nunca vista en la historia mundial.

Desde la perspectiva de Deng Xiaoping: “Si China se occidentalizara completamente y adoptara el capitalismo, sería una modernización imposible [...] La modernización de China solo se puede lograr con el socialismo, no con el capitalismo ...”.[1] Como es bien sabido, la estrategia de Deng Xiaoping se basó en una fórmula amplia conocida como “cuatro más cuatro”, i. e., las cuatro modernizaciones: agricultura, industria, tecnología y defensa, más los cuatro principios: el camino socialista, la dictadura del proletariado, la dirección del Partido y el pensamiento de Marx-Lenin-Mao Zedong, formulado por él mismo ante el Comité Central del Partido Comunista Chino.

Desde 1978 a 1987, bajo la dirección de Deng Xiaoping, se aplicó la “reforma y apertura”, se desarrolló la nueva teoría del progreso conjunto de la economía y la etapa primaria del socialismo con características chinas. Este sistema teórico ha mantenido y desarrollado el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong hasta nuestros días, ha iluminado a varias generaciones de gobernantes comunistas chinos y, así, ha abierto nuevos horizontes al desarrollo integral de la nación conforme a la realidad china.

 

2. Entorno geoestratégico de Multipolaridad Competitiva. Relaciones Internacionales de China a partir de la “Reforma y apertura”

Deng Xiaoping llamó a sus reformas las “Cuatro Modernizaciones” (en agricultura, industria, ciencia y tecnología, y el ejército) y argumentó que el objetivo principal del Partido Comunista era hacer que China fuera una nación próspera. En este sentido, se implementaron leyes comerciales para atraer inversores extranjeros y asegurarles que sus inversiones serían seguras; se crearon zonas económicas especiales con bajas tasas impositivas a lo largo de la costa para atraer la inversión extranjera y acelerar el desarrollo económico.

En el XII Congreso Nacional del Partido Comunista (PCCh)[2] de 1980 se formularon las bases teóricas de la “nueva construcción económica”,[3] se planteó la reforma de la estructura política, lo que abrió el camino del socialismo con peculiaridades chinas, y se conceptualizaron las estrategias para alcanzar “la gran revitalización de la nación”.

China abandonó, por primera vez desde 1949, su apoyo a los movimientos revolucionarios e inició una nueva etapa de no interferencia en asuntos internos de los países de Asia Oriental y Central, y puso énfasis en el interés mutuo por la paz y el desarrollo, más allá de las diferencias ideológicas. Así, la nación dejó atrás varios años de competencia ideológica y aislamiento internacional[4] y, de forma paulatina, restableció lazos globales al reinsertarse a los organismos internacionales establecidos en Bretton Woods. Los profundos cambios políticos, económicos y socio-culturales iniciados a fines de los años setenta consolidaron la gran estrategia de apertura.[5]En relación con el sector agrícola, que en esa época constituía un pilar importante para la economía nacional, la reforma permitió a los productores adquirir mayores responsabilidades, y el sistema de comuna agraria perdió influencia. En su reemplazo, se creó un sistema de granjas familiares y se establecieron derechos de arrendamiento de largo plazo sobre la propiedad rural. Además, se incentivaron las empresas rurales, que contribuyeron a que China se acercara más a una “economía de mercado”.[6]

Las universidades chinas se expandieron velozmente para reanudar la capacitación de los mejores estudiantes en China, ahora reclutados mediante exámenes de ingreso en materias académicas, en lugar de mediante antecedentes de clase o ideología política. Decenas de miles de estudiantes chinos comenzaron a estudiar en el extranjero, en los Estados Unidos y en Europa.[7] El Comité Central del Partido Comunista dio a conocer una revisión de la estructura educativa, introdujo la educación obligatoria para niños hasta los 15 años y estableció la Comisión de Educación del Estado, precursora del Ministerio de Educación. La comisión se encargó de transformar los estándares de educación del país para cumplir con los objetivos de una China en proceso de modernización continua, con énfasis en la ciencia y tecnología.

El programa de modernización militar del Ejército Popular de Liberación de China (ELP), bajo el liderazgo político de Deng Xiaoping, tenía tres ejes principales. Primero, el control civil (del Partido) sobre los militares, al nombrar a sus partidarios para puestos clave de liderazgo militar, con la finalidad de revitalizar la estructura política del partido y el sistema de control ideológico dentro del EPL. En segundo lugar, la modernización de la organización militar, la doctrina, la educación y el entrenamiento, y las políticas de personal para mejorar la efectividad del combate en la guerra de armas combinadas bajo el concepto de “guerra popular en condiciones modernas”, que preveía una aptitud estratégica defensiva. El tercer eje de la modernización militar fue la transformación del instrumento militar en una fuerza militar moderna. Las reformas se concentraron en reorganizar la investigación y el desarrollo del complejo industrial de la Defensa, para integrar más estrechamente la ciencia y la producción cívico-militar; ello permitió la entrada de China al mercado internacional de armas y el aumento de la producción de bienes civiles por parte de las industrias de defensa.

China modificó su hipótesis de conflicto central y su doctrina estratégica hacia 1991. La amenaza de EE. UU. desde el Pacífico reemplazó a la amenaza de la antigua URSS desde Asia Central y Siberia, y la doctrina maoísta de la Guerra Popular fue reemplazada por la doctrina de la Guerra Local de Alta Tecnología, inspirada en las condiciones de la Operación Tormenta del Desierto de los EE. UU. en el Golfo Pérsico (1991), y focalizada en escenarios potenciales de conflicto: Corea, Estrecho de Taiwán y Mar de la China del Sur. La nueva estrategia de defensa China apuntaba a reconstituir su Poder Militar Proyectable sobre los siguientes pilares: reestructuración del Complejo Militar Industrial, desarrollo de capacidades para librar una guerra moderna de alta tecnología, restauración de la capacidad nuclear estratégica y el Poder Naval para su proyección oceánica, y desarrollo de capacidades operativas para librar guerras asimétricas y guerras convencionales de alta intensidad.[8]

El informe del XVII Congreso Nacional del PCCh[9] sintetiza los logros de la reforma y la apertura con “diez combinaciones”. Las tres primeras –1. Combinar la adhesión a los principios fundamentales del marxismo, conforme a la realidad china; 2. Mantener los cuatro principios fundamentales de la reforma y la apertura; y 3. Respetar el espíritu pionero del pueblo con el fortalecimiento y el mejoramiento de la dirección del Partido– destacan el camino del socialismo, la dictadura democrática popular, la dirección del Partido, el marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Zedong y teoría de Deng Xiaoping. Las cuatro siguientes –4. Combinar la persistencia en el socialismo como sistema básico con el fomento de la economía de mercado; 5. Impulsar la transformación de la base económica con el de la reforma de la superestructura; 6. Robustecer las fuerzas productivas de la sociedad con la elevación de las cualidades cívicas de toda la nación; y 7. Aumentar la eficiencia con la promoción de la equidad social– revelan la esencia verdadera de la construcción socialista con peculiaridades chinas en lo económico, político, cultural y social. Las últimas –8. Combinar la perseverancia en la independencia y autodeterminación con la participación en la globalización económica; 9. Contribuir a la reforma y el desarrollo con la preservación de la estabilidad social; y 10. Propulsar la gran causa del socialismo revestido de peculiaridades chinas– ponen énfasis en la importancia de crear un buen ambiente internacional, mantener la estabilidad social y política interna, y persistir en el papel del Partido como núcleo dirigente para lograr el éxito de la reforma y apertura.

Aplicada esta política, China experimentó el período de mayor desarrollo desde 1949. En 1989, Jiang Zemin, considerado el líder de la tercera generación comunista, asumió el cargo de Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de China, y en 1993, el de presidente de la República Popular China. Su teoría política, considerada parte del acervo ideológico del Partido Comunista, fue la llamada “triple representatividad”, que consiste en que el Partido Comunista de China siempre debe representar la tendencia de desarrollo de las avanzadas fuerzas productivas de China, la orientación de su cultura avanzada y los intereses fundamentales de la abrumadora mayoría del pueblo.[10]

En los asuntos internacionales, China experimentó una transición pacífica, ya que continuó la “diplomacia omnidireccional” propuesta por Deng Xiaoping y Qian Qichen. Las relaciones China-EE. UU.,[11] que se habían deteriorado por intervalos desde la administración Clinton, mejoraron notablemente después del incidente del 11 de septiembre de 2001. En cuanto a las relaciones con Japón, la situación mejoró luego de la visita de Jiang en 1998. China se vinculó activamente no solo con los países vecinos, incluidos Rusia y los del sudeste asiático, sino también con los países de Europa, Asia Central, África y América del Sur y Central. Jiang enfatizó el respeto a la diversidad cultural del mundo y promovió la democratización en las relaciones internacionales a través de “la política de observación tranquila y respuesta cuidadosa” con la finalidad de lograr un ambiente internacional pacífico y establecer relaciones favorables con sus naciones vecinas.

Sin duda, estas mejoras en la política exterior estaban respaldadas por el desarrollo de la interdependencia económica. La economía china continuó creciendo y el estatus de China se elevó a nivel internacional. Jiang alentó aquellas actividades económicas de largo plazo a partir del ingreso de capitales incentivados por el acceso de China en la OMC. El apoyo político de los sectores empresariales vinculados a la inversión extranjera, en especial en áreas como la alta tecnología, telecomunicaciones, producción automotriz y servicios, se articuló, desde el punto de vista ideológico, en la teoría de las “Tres Representaciones”, ya que significó un cambio trascendente en la legitimación de la riqueza privada en una democracia socialista próspera.

En el sector militar, el departamento de estudios de la estrategia de la Academia de Ciencias Militares publicó en 2001 el libro Ciencia de la estrategia. Esta obra sentó una base sólida de estudios posteriores de la estrategia de seguridad nacional. Jiang subrayó que el instrumento militar chino debía “ser políticamente calificado, militarmente competitivo y tener un fino estilo de trabajo, con estricta disciplina y adecuado apoyo logístico” y desempeñar los dos principios históricos de pelear combates para ganar y nunca permitir la degeneración. Además, subrayó la absoluta autoridad del Partido sobre el ejército y la necesidad de cumplir el principio estratégico de defensa activa, construir un ejército fuerte dependiendo de la ciencia y la tecnología, elevar el nivel de comando del ejército de acuerdo con la ley, cumplir con las reformas en la defensa nacional y en la construcción del ejército, y ejercer mayores esfuerzos para hacer al ejército más revolucionario, moderno y estandarizado.[12] 

Este modelo fue el resultante de la proyección del poder de los EE. UU. sobre Eurasia como efecto de la resolución victoriosa de la Guerra Fría. Dicha proyección se materializó entre 1991 y 2001 sobre la base de tres ejes principales:[13] a) Preservación del sistema de alianzas de la Guerra Fría: la OTAN y la red de alianzas de seguridad en el Pacífico y Asia Oriental; b) Proyección sobre Rusia para absorberla en las nuevas estructuras de seguridad con centro de poder en el Atlántico Norte: expansión de la OTAN, creación del Consejo del Atlántico Norte (con inclusión de Rusia), creación de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa), de Socios para la Paz, y creación de una red de seguridad extendida entre el Atlántico y Asia Central; y finalmente, c) Proyección sobre China: estrategia dual de EE. UU. Y consideración de China como “socio estratégico”[14] y “competidor estratégico”[15], de forma alterna.

Jiang Zemin fue trece años presidente de la República y presidente de las Comisiones Militares del partido y del Estado, y un enérgico continuador de la obra de Deng. Sus más destacados aportes a la estrategia de reforma y apertura fueron: el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC); el sostenimiento de los ritmos de crecimiento económico, entre 8 y 10 % anual; la admisión de los empresarios privados en el seno del partido; un mayor control sobre el ELP, al que se le prohibió hacer negocios y pasó a ser financiado por el presupuesto nacional; la consolidación de la posición internacional de China, en particular la mejora en las relaciones con los Estados Unidos; y la transición serena del poder a la cuarta generación de líderes comunistas, conducida por Hu Jintao.[16]

En 2002, Hu Jintao fue elegido Secretario General del Partido Comunista de China, en 2003 presidente de la República Popular, en 2004 presidente de la Comisión Militar del partido y en 2005, de la Comisión Militar del Estado. Hu desarrolló la “Concepción científica sobre desarrollo” como parte de teorías del socialismo con peculiaridades chinas y, en política exterior, abogó por el “desarrollo pacífico de China”, y por un enfoque orientado a los negocios con la diplomacia.

El informe presentado por Hu Jintao ante el XVII Congreso Nacional del PCCh el 15 de octubre de 2007 en Pekín, enfatiza que se debe “enarbolar la gran bandera del socialismo con peculiaridades chinas y persistir en el camino y en su sistema teórico. Esto constituye la base ideológica para la revitalización de China”. Además, analiza de forma profunda el proceso de transición de poder del sistema internacional, desde la unipolaridad de EE. UU. hacia un escenario de “multipolaridad competitiva”.[17] El documento también establece los principios para el trabajo diplomático del próximo período, expone la teoría de promover la construcción de un mundo armonioso de paz duradera y prosperidad común, y destaca la importancia de adherirse a la política exterior independiente y de paz, y de seguir constantemente el camino de desarrollo pacífico y la estrategia de apertura con base en el beneficio mutuo y la ganancia compartida.

En el plano económico, durante su administración, se adoptaron políticas más igualitarias, aumentó el número de subsidios, tomó el control del sector de la atención médica, detuvo la privatización y llevó a cabo una política monetaria laxa. En 2008, después de la “crisis financiera”[18] implementó el plan de “renovación”, basado esencialmente en la reducción de la brecha interna y en la reestructuración de la economía. El resultado fue el aumento del PIB y de la balanza comercial, la reducción de la pobreza y la entrada de inversión extranjera, lo que posicionó a China como la segunda economía más grande del mundo.

 Hu Jintao puso mayor énfasis en la construcción de una sociedad armoniosa, reduciendo las brechas de progreso económico entre las regiones por medio de una mejor distribución del excedente, y en la participación china en la globalización económica por medios pacíficos a través de la “concepción científica del desarrollo”, término que quedó incorporado en los estatutos del partido. Esta concepción del desarrollo implicó una nueva fase de las reformas económicas destinadas a atacar las debilidades de la economía china por medio de la innovación, la productividad, la inclusión y el respeto al medioambiente.[18]

En 2012, el XVIII Congreso nacional del Partido Comunista designó a Xi Jinping, de 59 años, como secretario general del Comité Central,  presidente de la Comisión Militar Central y, desde 2013, presidente de la República Popular China. Xi representa a la quinta generación de líderes chinos, y es el primer presidente nacido después de la fundación de la Nueva China, ocurrida en 1949.

En esa oportunidad, el Congreso definió los objetivos del actual sueño chino en relación con dos importantes centenarios: el de la fundación del partido en 2021 (duplicar el PIB y el ingreso per capita rural y urbano respecto de 2010, y cumplir así con la construcción de una sociedad modestamente acomodada), y el de la Nueva China en 2049 (la transformación de China en un país socialista moderno, próspero, poderoso, democrático, civilizado y armonioso, para hacer así realidad el sueño chino de la gran revitalización de la nación china).[19] En este marco, se destaca también el plan “Made in China 2025” que apuesta a convertir al gigante asiático en la principal potencia mundial en el ámbito tecnológico en las próximas décadas y supone un cambio estructural en la industria del país. 

En materia internacional, comienzan a desarrollarse iniciativas emblemáticas como la conformación de los BRICS junto con Brasil, Rusia, India y Sudáfrica, cuya agenda apunta a reformar la gobernabilidad financiera y política de la economía global; el proyecto OBOR (One Belt, One Road; en español, “La franja y la ruta”) que busca estimular el flujo de capital, bienes y servicios entre Asia, Europa y el norte de África, a través de corredores que abarcan más de sesenta países y regiones de Asia a Europa a través de las zonas de Asia Sudoriental, Meridional, Central, Occidental y de Oriente Medio; y la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), cuyo objetivo es proporcionar financiación para proyectos de infraestructura en la región basado en un sistema financiero de préstamos.

Xi definió el papel que el gigante asiático quiere jugar en el mundo: convertirse en una “potencia socialista” moderna, con aspiraciones de poder y liderazgo a nivel mundial. En el informe titulado “Por el logro del triunfo definitivo en la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada y por la conquista de la gran victoria del socialismo con peculiaridades chinas de la nueva época”,[20] el presidente deja claro el rol geoeconómico y geopolítico de la inserción de China en el escenario internacional.

Para ello, desarrolló una línea ideológica conocida como el  “Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas en la nueva época”,  basado en una continuación y desarrollo del marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaoping, la triple representatividad y la concepción científica del desarrollo. En octubre de 2017, el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China incorporó a la Constitución del partido la nueva doctrina política y cinco meses después, la Asamblea Popular Nacional derogó el límite de mandatos presidenciales.

En los asuntos de seguridad nacional, en 2015 se publicó la Estrategia militar china y en 2019 el nuevo Libro blanco de la Defensa Nacional, donde se establecen claramente tres espacios globales de especial interés para la Defensa Nacional: el nuclear, como base de su soberanía nacional; el espacio ultraterrestre, como ámbito crítico de la competición internacional y; el ciberespacio, como área clave para la seguridad nacional, el progreso económico y el desarrollo social. El documento destaca el carácter defensivo de su instrumento militar, el desarrollo pacífico, la integridad territorial y los intereses del pueblo, como valores innegociables de la nación. 

Después de 40 años de reforma económica y apertura, el proceso de formulación de políticas en China ha experimentado cambios profundos. El cuerpo directivo central del Partido Comunista, en las sucesivas generaciones de liderazgo colectivo, continuó y actualizó las políticas auspiciadas por Deng Xiaoping, que permitieron a China ofrecer una imagen de prosperidad, mantener la estabilidad en la situación política, fomentar un desarrollo de la economía a alta velocidad y desplegar una diplomacia activa.

 

3. Las estrategias de la República Popular China en la “nueva era” ante el actual escenario de conflictividad a nivel mundial y regional. 
El advenimiento del desafío a la potencia hegemónica[21]

A principios de marzo de 2018, a pesar del debilitamiento del crecimiento económico, en la asamblea anual del Congreso Nacional del Pueblo (APN), China anunció que su presupuesto de defensa aumentaría en un 8.1 por ciento, por lo que se convertiría en el segundo a nivel mundial, solo superado por el de Estados Unidos. En esa oportunidad, el primer ministro Li Keqiang declaró:

Ante cambios profundos en el entorno de seguridad nacional, debemos tratar el objetivo del Partido de construir fuerzas armadas más fuertes para la Nueva Era como nuestra guía y mantenernos en el camino chino para fortalecer nuestras fuerzas armadas para salvaguardar firme y resueltamente la soberanía, la seguridad nacional, e intereses de desarrollo.[22]

Los escenarios de conflictividad ensayados por China se fundamentan en el cruce de planos de matrices geopolíticas y geoestratégicas producidas por la vulnerabilidad de la base energética (petróleo y gas) de las economías principales circundantes al Mar de China Meridional (Japón, Corea del Sur y países del ASEAN),  y dentro de este contexto, el nivel de dependencia regional de los productores de petróleo de Oriente Medio, que impacta sobre la matriz de contenciosos jurisdiccionales abiertos, principalmente, por la soberanía de los archipiélagos Spratly, Paracel y Mischief Reef, que combinan la disputa por cuencas gasíferas y petrolíferas off shore con la seguridad de las rutas marítimas de suministro comercial.[23] Por otro lado, se encuentra el caso de Taiwán, que constituye el punto de choque probable de corto plazo, ya que el gobierno de Xi ha lanzado duras advertencias contra las aspiraciones independentistas de la isla y aseguró que, si hiciera falta, reunificaría el territorio con el continente “por la fuerza”.[24]

Las variables estratégicas en las que convergen dos escenarios de conflicto potencial críticos: el escenario de crisis por fractura del mercado del petróleo y el escenario de choques por diferendos jurisdiccionales se operacionalizaron en un nuevo Libro blanco de la Defensa Nacional publicado el 24 de julio de 2019, titulado “La defensa nacional de China en la nueva era”, el primero que publica Pekín sobre su sector militar desde las amplias reformas militares emprendidas por el presidente Xi Jinping en 2015. El documento ratifica el carácter defensivo de la política de defensa y resalta la soberanía, la seguridad, la integridad territorial, la garantía de los intereses de desarrollo económico y la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada como ejes prioritarios. Sus ejes principales son:

a) Mantener la seguridad, la unidad del país y garantizar el desarrollo de los intereses nacionales. La “línea de falla” en la cuenca del Pacifico.

Prevenir y resistir cualquier agresión, defender la seguridad de las aguas marítimas, el espacio aéreo y las fronteras contra cualquier invasión. Combatir y contener a las fuerzas secesionistas por la independencia de Taiwán, las protestas en Hong Kong y toda forma de terrorismo, separatismo y extremismo.[25]

El mar de la China Meridional es un espacio de relevancia fundamental para numerosos países de la región Asia-Pacífico y uno de los escenarios geopolíticos más activos del mundo.[26] El tráfico de mercancías, así como el alto volumen de barcos cargueros de petróleo y gas natural licuado y su rico fondo marino lo convierte en un enclave fundamental para entender los intereses de los diversos actores nacionales envueltos en este entramado geopolítico.[27]

Por su parte, Taiwán sigue constituyendo uno de los principales puntos calientes del sistema internacional al ser también un enclave estratégico protegido por EE. UU., donde el auge independentista y la sólida posición china que fijó el 2049, año del centenario de la fundación de la RPCh, como la fecha límite para la reunificación nacional de Taiwán,[28] hace que las perspectivas sobre un posible conflicto en la isla sean cada vez más plausibles.

A ello se suma la reciente crisis que vive Hong Kong, que no se limita únicamente a una cuestión de derechos civiles. Lo cierto es que las protestas en este enclave autónomo chino son una más de las múltiples aristas en la confrontación comercial entre Estados Unidos y la República Popular.

En este sentido, la política de defensa establece que el Ejército Popular de Liberación (EPL), el nombre oficial de las Fuerzas Armadas, cumplirá con resolución su misión en la nueva etapa histórica, proporcionando una importante garantía de fuerza para consolidar el estatus de gobernante del Partido Comunista de China, mantener la seguridad en aras del desarrollo del país y de los intereses estatales, elevando su capacidad de responder a diversas amenazas contra la seguridad y cumplir tareas militares diversificadas, a fin de contar con la eficiencia necesaria para responder ante crisis, salvaguardar la paz, contener la guerra o ganarla en situaciones complejas.

b) Hacer realidad el desarrollo integral, coordinado y sostenible de la nación. Enmarcar el desarrollo de la defensa nacional dentro del desarrollo general de la economía del país y ponerlo al servicio de este, de modo que ambos se desarrollen coordinadamente.

China entiende “el desarrollo de la defensa nacional dentro del desarrollo general de la economía del país”[29], de modo tal que ambos se desplieguen coordinadamente, formando un mecanismo de promoción mutua como pilares básicos de la modernización y del fomento de la revolución. Esto implica impulsar con energía la innovación militar, elevar el rendimiento cualitativo, coordinar de manera científica la revolución en los asuntos militares con peculiaridades chinas, fomentar la mecanización, la informatización, y la construcción de las fuerzas operativas de las diversas ramas y armas del Ejército.

En 2016, el Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) y el Consejo de Estado publicaron de manera conjunta un documento en el cual se definió una estrategia nacional que establece tres importantes acciones para promover el desarrollo del país impulsado por la innovación: convertir a China en una nación innovadora para el año 2020, en líder internacional en innovación para el año 2030 y en una potencia mundial en innovación científica y tecnológica para el año 2050. Asimismo, el informe presenta las misiones para desarrollar tecnología en redes de información, agricultura moderna, energía, protección ambiental, industrias oceánicas y espaciales, e industrias de salud y servicios. Además, indica que debe fortalecerse la investigación en las áreas relacionadas con las demandas estratégicas del país para a solucionar los cuellos de botella en el desarrollo de largo plazo y la seguridad nacional del país.

 En este sentido, en 2019 el presupuesto de defensa chino creció un 7,5 %. De acuerdo con el informe que presentó en marzo el primer ministro, Li Keqiang, el presupuesto que manejó el Ejército Popular de Liberación (EPL) fue de unos 150.000 millones de dólares, una cifra que lo coloca como segundo país del mundo en inversión militar, solo por detrás de Estados Unidos.[30] Con ello, el presidente Xi Jinping mantiene las aspiraciones enunciadas en 2017 de completar la modernización del EPL antes de 2035, y de conseguir unas Fuerzas Armadas de primera clase capaces de imponerse en cualquier tipo de guerra para 2050.

c) Aplicar el principio estratégico militar de defensa activa

Las Fuerzas Armadas de China implementan la directriz estratégica militar de “defensa activa”. Construir unas Fuerzas Armadas poderosas constituye una tarea clave en el proceso de la modernización de China y una garantía de seguridad para el desarrollo pacífico del país. La defensa, que está subordinada y sirve a los objetivos estratégicos nacionales, es una guía global para proyectar y dirigir la construcción, y el empleo del instrumento militar del país, en pos de hacer realidad el sueño chino de la gran revitalización nacional. Según lo establece el libro titulado Estrategia militar de China, el país tiene una política exterior de paz que se opone al hegemonismo, a la imposición de poder en todas sus formas, y nunca buscará la hegemonía o la expansión. Por ello, afirma el documento, sus Fuerzas Armadas se adaptarán a los nuevos cambios en el entorno de seguridad, seguirán con firmeza apoyando el mantenimiento de la paz mundial, acelerarán la modernización de la defensa nacional, salvaguardarán resueltamente la soberanía de China, su seguridad y sus intereses de desarrollo, y proporcionarán una sólida garantía para conseguir el objetivo estratégico nacional de los “dos centenarios”, según el documento.

Siguiendo este objetivo, China aumentó progresivamente la inversión en la modernización del EPL para transformarse “en una fuerza más efectiva, más profesional y letal”, adquiriendo algunos de los sistemas de armamento más modernos del mundo, desde sistemas de misiles hipersónicos a nuevos submarinos nucleares.[31] La reestructuración iniciada por el presidente Xi es la más profunda en treinta años y pretende construir un instrumento militar más profesional, más letal y capaz de ganar “guerras informáticas”, extendiendo su influencia mucho más allá de sus fronteras o mares cercanos. Para ello, racionalizó la poderosa Comisión Militar Central que él dirige, reduciendo el número de miembros y consolidando su control.

d) Persistir en la estrategia nuclear de autodefensa y prevención

China sigue comprometida con “una estrategia nuclear de autodefensa”, cuyo objetivo es mantener la seguridad estratégica nacional mediante la disuasión de uso o de amenaza de uso de armas nucleares en su contra por parte de otros países. Así lo revela el Libro blanco donde claramente se expone que China “siempre está comprometida” con una política nuclear de “no usar primero las armas nucleares en ningún caso y bajo ninguna circunstancia”, así como de “no usar ni amenazar con usar armas nucleares contra estados sin armas nucleares o zonas libres de armas nucleares sin ningunas condiciones”. En ese sentido, el país aboga por una prohibición completa del arsenal nuclear, así como por su destrucción, y subraya que “no se involucra en ninguna carrera armamentista nuclear con ningún otro país”, manteniendo sus capacidades nucleares “al nivel mínimo requerido para la seguridad nacional”.[32] China mantiene una pequeña, pero efectiva, fuerza de contraataque nuclear comandadas directamente por la Comisión Militar Central, con la finalidad de contener los posibles ataques nucleares de otros países, en concordancia con su estrategia militar de defensa activa.

e) Forjar un ambiente de seguridad favorable para el desarrollo pacífico del país.

China promueve una nueva concepción de seguridad y un nuevo orden político, económico y de seguridad internacional correspondiente a la necesidad de la época. El núcleo de la nueva concepción de seguridad debe estar compuesto por la confianza, el beneficio, la igualdad y la cooperación mutuos. La Carta de las Naciones Unidas, los “cinco principios de coexistencia pacífica”[33] y las normas de relaciones internacionales reconocidas universalmente forman el fundamento político de la salvaguarda de la paz; la cooperación, el mutuo beneficio y la prosperidad conjunta son su garantía económica; y el diálogo, la consulta y las negociaciones sobre la base de la igualdad constituyen la vía correcta para resolver las disputas y defender la paz.

Por ello, China busca desarrollar las relaciones de cooperación militar de “no alianza, de no confrontación y no dirigidas contra terceras partes”, fortalecer la colaboración y la consulta estratégica con todos los países, impulsar el establecimiento de un mecanismo de seguridad colectiva justo y eficaz, a fin de prevenir en común los conflictos y la guerra. Asimismo, en el plano económico promueve el modelo ganar-ganar, un acuerdo entre partes donde todos salgan beneficiados, siempre que la colaboración y ayuda mutua estén por sobre la búsqueda de la máxima ganancia sin tener en cuenta la contraparte.

 

4. Reflexiones finales

La República Popular China, en el momento de su fundación en 1949, era uno de los países más pobres el mundo. A partir de la aplicación de la política de reforma y apertura, China ha elevado significativamente su poder nacional integral y su estatus internacional y ha completado en solo cuatro décadas su proceso de industrialización, creando de este modo un milagro de desarrollo. Este progreso se entiende a partir del firme liderazgo del Partido Comunista Chino, bajo cuya dirección más de 800 millones de personas han sido liberadas de la pobreza, lo que ha contribuido al logro de dos objetivos del “sueño chino”: la construcción de una sociedad modestamente acomodada en todos los aspectos para el centenario del PCCh en 2021, y la construcción de un país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado y armonioso para el centenario de la República Popular China en 2049.

Sin embargo, y de cara al primer centenario, los esfuerzos por proyectar su poder a escala global y sus enormes planes comerciales se enfrentarán, por un lado, a los desafíos relacionados con la finalización de proyectos clave, como el del sistema de crédito social, el programa espacial y la lucha contra la contaminación medioambiental y, por otro, a las dificultades generadas por las protestas en Hong Kong, al auge del independentismo taiwanés y al aumento de las tensiones por el control del mar de la China Meridional como uno de los escenarios geopolíticos que afecta la posición del gobierno chino en el tablero internacional.

En el plano económico, luego de 70 años de esfuerzos, China se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo, preparada para relevar a Estados Unidos a la cabeza de esta lista en 2032. La iniciativa “La franja y la ruta”, que acoge la participación de más 120 países, es una propuesta para resolver el problema del desarrollo humano y generar un espacio de prosperidad, apertura, innovación y civilización de los pueblos. Además, el gigante asiático ha establecido una asociación estratégica de beneficio mutuo e inclusión, que impulsa activamente la cooperación económica y desempeña un papel activo en las instituciones multilaterales como la OMC y la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), y profundiza sus relaciones de amistad a través de los foros de cooperación China-África, China-Países árabes y China-CELAC.

A pesar de las fricciones comerciales con los Estados Unidos, el presidente Xi ha reivindicado constantemente el multilateralismo, la globalización y las ventajas del libre mercado, y ha expresado estar dispuesto a resolver las diferencias a través del diálogo y la consulta equitativa, con los que aspira a construir un nuevo modelo de relación entre los grandes países con el espíritu de no conflicto, respeto y cooperación en beneficio mutuo. Sin embargo, como consecuencia de la guerra comercial y tecnológica con la potencia hegemónica, sumada a la actual pandemia del coronavirus que azota al mundo, su economía crecerá al ritmo más lento de las últimas tres décadas; la caída de los mercados globales y su impacto en las exportaciones obligó al gobierno a preparar un programa de estímulo para estabilizar la economía y comenzar la recuperación con la intención de expandir la demanda interna, que incluye un descenso de los tipos de interés para los préstamos, levantar restricciones al capital bancario y una gran inversión en infraestructura.

En los asuntos internacionales, China se adhiere al camino del desarrollo pacífico, en pos de la construcción de una comunidad de destino de la humanidad caracterizada por la paz duradera, la seguridad universal, la prosperidad conjunta, la apertura y la inclusión, que tiene sus raíces en su milenaria cultura. En septiembre de 2015, en el marco del 70.° aniversario de la ONU, el presidente Xi propuso establecer nuevos tipos de relaciones internacionales basadas en el respeto recíproco, la equidad, la justicia, y la colaboración, en buscar una perspectiva de desarrollo abierta, innovadora, inclusiva e impulsada por la cooperación de beneficio mutuo, en construir un ecosistema en el cual prevalezcan la naturaleza y el desarrollo ecológico, y en establecer un marco de seguridad caracterizado por el principio diplomático de buscar el terreno común y dejar de lado las diferencias.

Por último, China es la civilización más antigua aún existente, su filosofía promociona su glorioso pasado como causa de su éxito, que cuenta con milenios de experimentación. Un antiguo proverbio chino indica que, “Cuando prevalezca la Gran Virtud, el mundo será de todos”, y es en este sentido que China promete seguir aportando sabiduría y fuerza al progreso de la humanidad, extendiendo la plena implementación de su política de reforma y apertura, llevando el concepto de gobernanza global de construcción conjunta y, contribuyendo al logro de una coexistencia mundial pacífica y armoniosa; una estrategia que viene definida por uno de los elementos diferenciadores de su visión: su capacidad de pensar y diseñar diplomacias a largo plazo.

 

Obras citadas

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[1] E. BREGOLAT, 2011, pp. 289-290.

[2] Del 1 al 11 de septiembre de 1982 en Pekín. Participaron 1575 delegados en representación de 39,65 millones de militantes. Ya en plena etapa reformista, el congreso asume la teoría de Deng para la construcción de un socialismo con peculiaridades chinas. La modernización económica se define como tarea primordial para conseguir un nivel de vida modestamente acomodado. Hu Yaobang es elegido secretario general.

[3] Economía de mercado socialista.

[4] A. ACHARYA y B. BUZAN, 2010.

[5] A. MADDISON, 2001.

[6] M. R. AGOSIN, P. RODAS MARTINI y N. SAAVEDRA-RIVANO, 2004.

[7] P. S. ROPP, 2010.

[8] H. A. ARROSIO, 2012.

[9] Se celebró en Pekín, del 15 al 22 de octubre de 2007. Participaron 2217 delegados en representación de más de 71 millones de militantes. El tema central fue el debate sobre la plasmación de una democracia adaptada a las peculiaridades de China que trascendiera el alcance administrativo, pero sin llegar al pluralismo occidental.

[10] En el XVI Congreso Nacional del Partido, celebrado en el 2002, se acordó unánimemente incluir la “triple representatividad” entre los pensamientos guía del Partido, junto con el marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao Zedong y la teoría de Deng Xiaoping.

[11] China promovió la multipolaridad contra el unilateralismo de los EE. UU. Específicamente, se opuso constantemente a los planes de defensa antimisiles de EE. UU. También estableció la Organización de Cooperación de Shanghai en junio de 2001, y junto con Rusia y los países de Asia central confirmó la diversidad de civilizaciones y se opuso al hegemonismo. También derrotó las propuestas antichinas de derechos humanos de EE. UU. en las Naciones Unidas y trató de manera apropiada y tranquila los incidentes difíciles con este país.

[12] Crónica del Pensamiento de Jiang Zemin (1989-2008), Editorial de Documentación Central, 2010.

[13] H. A. ARROSIO, 2012.

[14] “El concepto de socio estratégico fue desarrollado por la Administración Clinton como política oficial (coexistente a la contención preventiva) dada en el marco del mercado mundial y de la Nueva Economía dentro del Paradigma de la Globalización. En este paradigma, donde los actores centrales son las Corporaciones y Conglomerados de Empresas Transnacionales, y donde el renglón dominante fue el de los flujos financieros, los mercados de índices tecnológicos, los negocios a futuro y las inversiones directas, Asia Oriental fue el teatro de operaciones principal y China, el mercado emergente privilegiado. Ver N. MINSBURG, 1999. El concepto de “socio estratégico” se desarrolló en continuidad con la política de apertura y cooperación iniciada por Nixon y Kissinger en 1971 (Ver R. ROSS, 1995) y fue apoyada por CEO de los Fondos de Inversión (Ver W. H. OVERHOLT, 1996) y respaldada por analistas que interpretaban a China como a una potencia de conducta exterior conservadora, que no representaba una amenaza militar para los EE. UU. ni para la región (Ver R. S. ROSS, 1997)”. En H. A. ARROSIO, 2012, p. 38

[15] “La Administración Bush consideraba a China como ‘competidor estratégico’ y que, en base a la proyección de su crecimiento económico-militar, contemplaba una hipótesis de conflicto EE. UU.-China en el mediano plazo (2010-2015). Esta perspectiva estaba acompañada por la planificación de una nueva estrategia sobre el nordeste asiático, que recomendaba una activa política de los EE. UU. para mantener a Japón fuera del bloque monetario asiático en formación (liderado por la combinación China-Japón) y para crear las condiciones de encarar operacionalmente el problema de Corea del Norte. (Ver H. KISSINGER, 2001)”. En H. A. ARROSIO, 2012, pp. 312-313.

[16]E. BREGOLAT, 2011.

[17] Ver B. BUZAN, 2005. “La Multipolaridad Competitiva, que contiene un núcleo geopolítico de bipolaridad axial (bipolaridad entendida por los teóricos del equilibrio de poder como escenario de preconfiguración de potencial conflicto mundial), está centrada en la tensión entre una Estrategia de las Alianzas Oceánicas (liderada por EE. UU.) y una Estrategia Eurasianista (o Estrategia del Heartland Euroasiático liderada por la combinación entre Rusia y China)”. En H. A. ARROSIO, p. 362.

[18] “El escenario emergente de la crisis financiera global del 2008, iniciada por la concesión de hipotecas subprime, mostró cómo Estados Unidos, el Reino Unido y Japón cayeron en recesión, lo que obligó a Washington a administrar una reconversión de la estrategia en la Guerra Global contra el Terrorismo, desaferrarse de los frentes de desgaste en Eurasia, contener proactivamente la amenaza regional de Irán y enfrentar los desafíos regionales y globales de Rusia y China. Este contexto de conmoción política y económica que altera al conjunto del sistema mundial-mercado, condiciona la conducta de las grandes potencias y, especialmente, la conducta estratégica de la potencia hegemónica y, por efecto de transferencia, es conducente a procesos de desequilibrios y rearticulación de poder en el sistema internacional”. En H. A. ARROSIO, pp. 28-29.

[19] O. ROSALES, 2020.

[20] En el XVIII Congreso Nacional del PCCh, en función de las circunstancias del desarrollo mundial y la posición histórica de China, el Partido planteó “los objetivos para los dos centenarios y la materialización del sueño chino”, que reflejaron la alta confianza y la firme decisión de los miembros del PCCh en su propia construcción. El objetivo principal del sueño chino es lograr el “objetivo de dos centenarios”, es decir, realizar la construcción de una sociedad modestamente acomodada al centenario del Partido Comunista de China, y construir un país socialista moderno próspero, democrático, civilizado y armonioso al centenario de la fundación de la nueva China. Para ampliar ver XI JINPING, 2014, p. 70.

[21] XIX Congreso del Partido Comunista de China, 18 de octubre de 2017, Pekín, RPCH.

[22] Basado en el Libro blanco de la Defensa Nacional, 2019.

[23] J. GOLLEY, L. JAIVIN, P. J. FARRELLY y Sh. STRANGE, 2019.

[24] H. A ARROSIO, 2012.

[25] A lo que se suma el anuncio de EE. UU. en 2019, de la aprobación de una venta de armas a Taiwán por un valor de US$ 2200 millones. Ello provocó la ira del gobierno chino, que anunció sanciones sobre las empresas estadounidenses que participaran en la venta de armas a Taiwán, a quien considera una parte inalienable de su territorio. Además, el portavoz de la Cancillería del país asiático, Geng Shuang, expresó que los planes de Washington  “son una grave interferencia en sus asuntos internos que socavan la soberanía de China y sus intereses de seguridad, y acusó a Estados Unidos de violar ‘el principio de una sola China’, la norma por excelencia de las relaciones exteriores de Pekín y bajo la cual Washington pasó a tener relaciones diplomáticas oficiales con China y no con Taiwán”. Ver “Taiwán vs. China: por qué Estados Unidos ‘está comprometido por ley’ a facilitar armas a Taipéi en claro desafío a Pekín”, 12 de junio de 2019.

[26] Libro blanco de la Defensa Nacional, 2019.

[27] A través del estrecho de Malaca, pasando por Singapur, circula cada año casi un tercio del petróleo y la mitad del gas natural que se consume a nivel mundial. Si se suman a estas materias todas las importaciones y exportaciones que se realizan a través de este mar, fundamentales para las economías de los países que lo rodean, queda una cifra de 3,4 billones de dólares estadounidenses, el 20 % del flujo de capital relacionado con el comercio internacional –fuentes más optimistas han llegado a situar este valor en 5,3 billones, un 36 % del capital.

[28] L. PAVEZ  y M. CAUBET, 2017.

[29] Sin embargo, la llegada al podr de la nueva presidenta proindependentista del Partido Demócrata Progresista (PDP), Tsai Ing-wen, en 2016. está reorientando la política taiwanesa hacia el rechazo del Consenso de 1992 y la renovación de los compromisos tradicionales de cooperación con EE. UU. en materia de seguridad y defensa. Para contrarrestar esta situación, la RPCh está adoptando un tono más agresivo para intensificar su presión económica sobre Taiwán.

[30] En 1995, el investigador de la Academia de Ciencia Militar Wu Qunqiu publicó su obra Gran estrategia en sentido amplio. En dicha obra, se formuló por primera vez una estrategia que combinaba el desarrollo y la seguridad nacional. Ese mismo año, el vicepresidente de la Universidad de Defensa Nacional teniente general Gao Aindian redactó y publicó una obra Teoría general de la ciencia de la estrategia internacional. La estrategia de seguridad China, 2019.

[31] En 2019, el presidente de los EE. UU., Donald Trump, pidió al Congreso una partida de 750.000 millones de dólares con destino al Pentágono.

[32] Según un informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, China desde 2014 lanzó más submarinos, buques de guerra, buques anfibios y auxiliares, que el número total de buques que actualmente prestan servicio en las armadas de Alemania, India, España y el Reino Unido. En tanto, en 2018 el gigante asiático puso en servicio un portaviones de fabricación nacional del Tipo 001A, el primero de trece que se unirán en un futuro a su flota, la mayor fuerza naval del mundo, con 317 barcos y submarinos. La fuerza aérea china, la más grande de Asia y la tercera más grande del mundo, también estrenó en los últimos años aviones y armas nuevas y mejoradas, incluido el caza furtivo J-20 bimotor de fabricación nacional. El EPL abrió su primera base internacional en Djibouti, y desarrolló capacidades de proyección de poder en el Pacífico Sur y el Océano Índico.
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos “Military Balance” 2014.

[33] Según la Asociación para el Control de las Armas, China cuenta con 280 cabezas nucleares, muy lejos de las 6550 de Estados Unidos o las 6850 de Rusia. Libro blanco de la Defensa, 2019.

[34] Los cinco principios son: respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, la no agresión mutua, la no interferencia en los asuntos internos de otros países, igualdad y beneficio mutuo, y la coexistencia pacífica. Estos principios reflejan plenamente los propósitos y principios de la Carta de la ONU, se concuerdan con la corriente histórica de la paz y el desarrollo, y constituyen la base jurídica para la conformación del nuevo orden internacional.