Las Órdenes 506/82 Y 507/82 y la Fuerza de Tareas Mercedes

Pablo Palermo
Maestría en Historia de la Guerra

 

Resumen: La imprevista reacción británica ante la recuperación de las islas Malvinas en 1982 implicó la apresurada conformación de su guarnición por parte del Ejército Argentino, lo que dio lugar a improvisaciones y también a medidas inadecuadas. Las tropas en el terreno debieron soportar las consecuencias. Esta es la sintética historia de la Fuerza de Tareas Mercedes desde su conformación hasta las vísperas de la batalla de Darwin-Goose Green y de la influencia de las Órdenes de Operaciones 506/82 y 507/82 sobre dicha fuerza.

Palabras clave: Historia, historia argentina, guerra de Malvinas, Atlántico Sur.

Abstract: The unexpected British reaction to the recovery of the Malvinas Islands in 1982 involved the hasty formation of its garrison by the Argentine Army, which resulted in improvisations and also inadequate measures. The troops on the ground had to bear the consequences. This is the synthetic history of the Mercedes Task Force from its formation to the eve of the Battle of Darwin-Goose Green and the influence of Operations Orders 506/82 and 507/82 upon that force.

Keywords: History, Argentinean History, Malvinas War, South Atlantic.

 

Casus Belli II (2021), 105-121

Recibido: 20/9/2021 - Aceptado: 18/10/2021

 

1. Introducción

El objetivo de este trabajo será destacar cómo una conducción que desconocía la realidad de la situación impartió órdenes cuya ejecución afectó la capacidad de combate de sus elementos dependientes, influyendo decisivamente en el resultado de la batalla de Darwin-Goose Green desarrollada entre el 27 y 29 de mayo de 1982. Para ello, recurriremos al análisis de las Órdenes de Operaciones (en adelante OO) 506/82 y 507/82 del comandante de la Brigada de Infantería III.

La guerra de Malvinas mostró lo mejor y lo peor de la sociedad argentina. Convivieron la improvisación, la irresponsabilidad y el escaso sentido de realidad con la vocación de servicio, la abnegación, la creatividad y la valentía. El derrotero de la Fuerza de Tareas Mercedes (en adelante, FT Mercedes) es una acabada síntesis de todo lo que se hizo bien y de todo lo que se hizo mal en la guerra de 1982. La historia de esta unidad de combate fue objeto de poca atención en la bibliografía dedicada al conflicto, y si se hiciese una encuesta a la población preguntando si sabe de su existencia, probablemente la respuesta sería abrumadoramente negativa, excepto en la tierra de donde eran originarios sus combatientes. El conflicto bélico de 1982 dio lugar a una buena cantidad de bibliografía durante la década de 1980. Sin embargo, el interés en el conflicto fue –bibliográficamente– disminuyendo con el correr de los años. Asimismo, muy pocos de los trabajos fueron producidos por historiadores profesionales, y aquellos que si lo hicieron pusieron más énfasis en aspectos sociales del conflicto (Lorenz) o en analizar operaciones de unidades específicas (Ruiz Moreno y Gigliotti). En Argentina, el grueso de los trabajos publicados fue elaborado por protagonistas del conflicto o militares de distintas armas y, en general, tratando aspectos globales del desempeño de sus distintas fuerzas (Benigno Andrada –Malvinas la guerra aérea– por la Fuerza Aérea; Horacio A. Mayorga y Jorge Alberto Errecaborde –No vencidos– por la Armada y Félix R. Aguiar, Francisco Cervo, Francisco E. Machiandiarena, Martín A. Balza y Eugenio A. Dalton –Operaciones terrestres en las Islas Malvinas– por el Ejército, por citar algunos ejemplos). Ha sido muy abundante la producción referida al análisis de alguna unidad específica, por ejemplo, los comandos –Comandos en acción de Isidoro Ruiz Moreno–, la compañía C del Regimiento de Infantería 25 –El bravo 25 de Carlos Gigliotti–, las unidades antisubmarinas –Tras los submarinos ingleses de Mariano Sciaroni–, las unidades de reactores de la Fuerza Aérea –Fuego en el aire de Rodrigo Valdés y Claudio Meurier– o en el ámbito británico el Batallón de Paracaidistas 3 –Green eyed boys de Christian Jennings y Adrian Weale–, el Commando 42 –March to the South Atlantic de Nick Vaux–, el Commando 45 –The Yompers de Ian Gardiner–, etc. y, por supuesto, abundante la producción vinculada a los aspectos políticos y diplomáticos del conflicto. Sin embargo, solo un libro editado en español por un autor no partícipe en la contienda se refiere específicamente al objeto de este trabajo: La batalla de Pradera del Ganso, de Oscar A. Teves (2010). Este valioso trabajo tiene un fuerte basamento en el libro de Piaggi, el comandante de la FT Mercedes, y en múltiples relatos de veteranos, y ofrece una omnicomprensiva descripción del lado argentino de la campaña de distintos aspectos de la FT Mercedes.

En el ámbito argentino, no es fácil ni cómodo escribir sobre derrotas. Prueba de ello es la escasa cantidad de trabajos que hay sobre, por ejemplo, Cancha Rayada, Sipe-Sipe o Huaqui, lo que constituye una gran injusticia para la memoria de aquellos que combatieron en defensa de su Patria, cumpliendo órdenes. Recuérdese que, como sostenía Napoleón: “no hay malos soldados, hay malos oficiales”, y precisamente quienes sufrieron el calvario de la FT Mercedes fueron víctimas de las malas decisiones de sus superiores.

Para la realización de este trabajo se tomaron como fuentes los facsímiles de la OO N. 506/82 del 24 de mayo de 1982 de las 21.00 h y de la OO N.º 507/82 del 25 de mayo de 1982 de las 19.00 h, emitidas por el jefe de la Brigada de Infantería III, general Omar Edgardo Parada destinadas a la FT Mercedes. Dichos facsímiles fueron publicados en los Anexos 29 y 30 del Tomo II del Informe General del Ejército Argentino (editado en 1983). Se ha recurrido, asimismo, al informe referido precedentemente, al Informe Final de la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur (conocido como Informe Rattenbach y aquí identificada con el apellido de su presidente) y a los anexos de dicho informe que contienen las declaraciones de tres protagonistas de los acontecimientos ocurridos en el istmo de Darwin, el general Parada (comandante de la Brigada de Infantería III), el entonces vicecomodoro Wilson Pedrozo (jefe de la Base Aérea Militar Cóndor, en adelante BAM Cóndor) y el entonces teniente coronel Ítalo Ángel Piaggi (jefe de la FT Mercedes), todos ellos disponibles en Internet. También se recurrió a trabajos publicados por protagonistas de los hechos de armas que involucraron a la FT Mercedes, como el del brigadier Julian Thompson, comandante de la 3.a Brigada de Infantería de Marina británica, a la cual estaba incorporado el Batallón 2.° de Paracaidistas que atacó el istmo de Darwin (libro No Picnic), al diario de guerra del teniente coronel Piaggi (publicado como el libro Ganso Verde), el diario del general Parada (publicado como Malvinas. Las llagas de una guerra), al reportaje efectuado al entonces subteniente José Eduardo Navarro (oficial de la sección del GA Aerot. IV que participó en la lucha), al artículo de otro veterano, el también subteniente Jorge Zanela y al trabajo publicado por el periodista que cubrió la guerra en las islas Malvinas, Nicolás Kasanzew, quien si bien no estuvo presente en la batalla, conoció de modo presencial el dispositivo argentino.

2. La Fuerza de Tareas Mercedes

2.1. Origen de la unidad

Como a la inmensa mayoría de los argentinos, la recuperación de las Malvinas sorprendió al jefe de la Brigada de Infantería III, general Omar Edgardo Parada.[1] Las principales unidades de dicha brigada eran los Regimientos de Infantería (RI) 4, 5 y 12 y el Grupo de Artillería (GA) 3, con asiento de paz en la provincia de Corrientes. Dichas unidades fueron movilizadas a lo largo del mes de abril de 1982 hacia la Patagonia (todas las fechas, salvo expresa aclaración, corresponden al año 1982).

El RI 12, al mando del teniente coronel Ítalo Ángel Piaggi[2] desde el 24 de noviembre de 1981, estaba integrado en un 75% por soldados de la clase 1962, y el 25% restante por hombres de la clase 1963, que apenas habían tenido 45 días de entrenamiento básico (de ese 25%, el 45% era analfabeto, anota Piaggi).[3]

El periplo del RI 12 fue una muestra del clásico refrán militar: “orden + contraorden = desorden”. Entre el 12 y el 13 de abril comenzó el desplazamiento del regimiento. La unidad debía concentrarse en Comodoro Rivadavia, adonde arribó tras haber hecho el trayecto en distintos medios de transporte. Allí, el 21 de abril le fue comunicado al jefe del regimiento que debían trasladarse hacia el paraje “El Zurdo” (900 km hacia el sur, en la frontera meridional de Santa Cruz)[4] para cumplir misiones de defensa. El 22 de abril a las 19.30 se inició el desplazamiento ordenado, pero dos horas después llegó la orden de detener la marcha y volver a Comodoro Rivadavia. Esa misma noche le fue comunicado al teniente coronel Piaggi que el RI 12 debía trasladarse a las Islas Malvinas.

¿Qué había ocurrido? El teniente general Galtieri (a la sazón, presidente de la Nación y comandante en jefe del Ejército) había visitado durante el 22 de abril el teatro de operaciones Malvinas y evaluó –sin el requerimiento, opinión ni asesoramiento de ninguno de los mandos involucrados directamente en la defensa de las islas– que la cantidad de efectivos presentes en el archipiélago no era suficiente, ordenó el traslado de una brigada de infantería completa (la III). Ello generó inconvenientes en la conducción, una incorrecta distribución del poder de combate[5] y una carga logística desmedida para los medios disponibles en las islas, además del detalle no menor de haber enviado tropas de una zona subtropical sin la debida adaptación física ni el equipamiento adecuado.[6]

Von Clausewitz hubiera censurado el proceder de Galtieri al señalar que la guerra debe corresponder por entero a las intenciones políticas y la política debe adaptarse a los medios de guerra disponibles,[7] por lo que debe cuidarse de buscar efectos imposibles de lograr con ciertos medios y medidas militares opuestos a su naturaleza, pues así ejercen una influencia perniciosa sobre la guerra.[8]

Solo cruzó a Malvinas el personal del RI 12 con su armamento individual y munición –incluidos los morteros de 81 mm– que se desplazó en avión. El armamento pesado, alimentos, municiones, cocinas, aguateros, vehículos etc., que debían trasladarse en barco, jamás abandonaron el territorio continental a causa del bloqueo naval británico[9]

El traslado aéreo se realizó entre el 24 y el 25 de abril. Ya en la isla Soledad, se ordenó que el RI 12 se trasladara al istmo de Darwin, que tardó cinco días en llegar a destino y permaneció buena parte de dicho tiempo a la intemperie, bajo la lluvia, con fuertes vientos, terreno inundado y sin racionamiento adecuado. La compañía B fue retenida en las proximidades de Puerto Argentino. En el istmo se encontraba, desde principios de abril, la compañía C del RI 25 y el personal de la Fuerza Aérea. Tras diversos cambios en la organización de las fuerzas en Malvinas, quedó constituida la FT Mercedes (nombre de la localidad asiento de paz del núcleo de dicha fuerza, el RI 12), integrada por las subunidades del RI 12 (principalmente las compañías A y C –disminuidas– y otras secciones menores), una sección del RI 8 y la compañía C del R 25, ubicadas en el istmo de Darwin.

2.2. El dispositivo en el istmo de Darwin y la situación de la tropa en vísperas de la batalla de Darwin-Goose Green.

El istmo de Darwin une las partes sur y norte de la isla Soledad. Tiene una longitud de unos 10 km y un ancho variable entre los 2 km en el norte y el centro y los 5 km en el sur. Es una zona llana, de turba, sin vegetación más que pastos, con algunas elevaciones de escasa altura (40 metros) y apenas unas precarias sendas para transitar. La ausencia de vegetación generó complicaciones en el enmascaramiento de las posiciones y carencia de leña. Asimismo, el agua afloraba a pocas decenas de centímetros al excavarse las posiciones. Existían dos caseríos: Darwin, en la parte norte del istmo, y Goose Green, al sur del primero, ambas sobre el seno Choiseul, en la ribera oriental.

El clima es muy variable. Durante abril, mayo y junio, las precipitaciones eran de 57, 64 y 54 mm respectivamente, con un promedio de lluvias de 12 a 14 días por mes. Esto es, las lluvias no son intensas, pero sí frecuentes. La temperatura promedio durante los mismos meses oscila entre una mínima de 0 a 3° C y una máxima de 5 a 9° C. Existe una alta humedad ambiental (90 %), nubosidad (solo 20 días al año tienen el 50 % o más del cielo despejado) y los vientos son particularmente fuertes y constantes. Otro factor a considerar es la duración de la luz diurna, con un promedio durante las operaciones de 1982 de solo 8 horas y 30 minutos.[10]

Ya bajo los ataques británicos a la BAM Cóndor ubicada en el istmo, que comenzaron a partir del 1 de mayo, las subunidades del RI 12 prepararon sus posiciones, sin contar para ello del material de zapa necesario. Ni siquiera contaban con palas de mango corto del tipo Linemann en número suficiente,[11] por lo que el personal debió utilizar jarros y marmitas para cavar[12] y, careciendo de vehículos suficientes, la mayoría del material debía ser desplazado a brazo.[13]

La misión asignada a la FT Mercedes era ser reserva helitransportada y defender la BAM Cóndor y los poblados de Darwin y Goose Green.[14] La realidad del teatro de operaciones demostró que la reserva helitransportada era una expresión de deseos. Argentina carecía en las islas de los helicópteros necesarios para que un número relativamente significativo de tropas pudiera ser transportado en un plazo razonable, ya que a partir del 1 de mayo la cantidad de máquinas descendió marcadamente. El 30 de abril había 19 helicópteros disponibles y para el 23 de mayo apenas 10;[15] de dichas máquinas, solo los Chinook de la Fuerza Aérea podían realizar operaciones nocturnas.[16] Tómese como ejemplo que llevar desde Puerto Argentino a Darwin algo más de dos compañías disminuidas del RI 12 tomó casi dos días y que, a partir del 1 de mayo, la actividad de la aviación británica condicionó los movimientos argentinos. En vuelos arriesgadísimos, ya iniciada la batalla de Darwin-Goose Green, la aviación del Ejército pudo llevar de Puerto Argentino al istmo a los 44 hombres del “Equipo de Combate Güemes” y a los 132 del “Equipo de Combate Solari”, pero en este último caso, a costa de dejarlos a 5 km al sudoeste de Goose Green.[17] Por otra parte, a partir del 21 de mayo no quedaron aviones operativos en la BAM Cóndor. Aquellos que estaban fueron trasladados a Puerto Argentino y los refuerzos desde el continente fueron enviados directamente a la capital isleña.[18] En los hechos, la misión principal de la FT Mercedes fue defender su posición.

El istmo podía ser atacado desde todos los puntos cardinales, de allí que el teniente coronel Piaggi optó por un dispositivo que cubriera tal eventualidad. Así, dispuso a la compañía “A” del RI 12 y a una sección de la compañía C del RI 25 al noreste, en las proximidades del caserío de Darwin, una sección de la Compañía Comando al norte, y al sur de esta, la sección de apoyo con los morteros. En Boca House, sobre la ribera occidental del istmo, la sección del RI 8, al sur la compañía “C” del RI 12 y como reserva, otra sección de la compañía C del RI 25 en Goose Green. Cubrían el dispositivo campos minados.[19] Tal disposición, forzada por la ausencia de inteligencia militar, provocó que ninguna de las posiciones fuese lo suficientemente fuerte.[20] El 9 de mayo, el general Parada expresó su disconformidad con tal dispositivo,[21] pero al momento de incidir sobre él, empeoró su situación. En su libro, Parada expuso las razones de la disconformidad con el dispositivo adoptado por Piaggi. Afirma:

…una defensa debía, necesariamente, cerrar, taponar, interceptar (con obstáculos y fuego) el avance del enemigo aprovechando el obstáculo natural que constituía la estrechez de los accesos al istmo, puesto que una vez que el enemigo penetrara, sería muy difícil detenerlo.[22]

En abstracto no es dable contradecir tal afirmación. Sin embargo, esta debía cotejarse con la realidad de la disponibilidad de efectivos, el área a defender y la orografía del lugar.

Unos días antes del desembarco británico, se había enviado al “Equipo de Combate Güemes” al mando del teniente 1° Esteban (de la compañía C del RI 25) a custodiar la zona de San Carlos, en tanto se desprendía de la FT Mercedes una sección de infantería (unos 60 hombres) y armas de apoyo. Pocos días antes del ataque británico, reforzó a la FT Mercedes una sección del GA Aerot. 4 con dos obuses Oto Melara de 105 mm al mando del subteniente José Eduardo Navarro. Un obús quedó fuera de servicio antes de la batalla, lo que motivó el envío, el 26 de mayo, de otras dos piezas de idéntico calibre y características, al mando del teniente 1° Chanampa, quien asumió el mando de la conformada batería A del GA Aerot. 4, con tres obuses operativos,[23] de destacada actuación durante la batalla de Darwin-Goose Green.

Sin su dotación de armamento pesado, la FT Mercedes solo disponía del armamento individual, algunas ametralladoras MAG y un mortero de 120 mm fuera de servicio.[24] Piaggi precisa que las subunidades del RI 12 contaban con 3 MAG, 3 morteros de 81 mm y un mortero de 120 mm que operaba con limitaciones. La ausencia de armas pesadas llamó la atención del periodista Nicolás Kasanzew, quien refiere que durante su visita al istmo le comentó a Piaggi que, al no ver tales armas, consideraba que estaban muy bien ocultas.[25] Como contrapartida, la FT contó con el apoyo de las piezas de artillería antiaérea de la BAM Cóndor. Por razones de espacio, no se tratan las distintas versiones del número de tropas argentinas en el istmo ni la participación de las secciones de seguridad de la BAM Cóndor, que no integraron la FT Mercedes. En ningún momento se coordinó la unidad de comando de los contingentes de la Fuerza Aérea (en particular la infantería asignada a la defensa de la base) y Ejército situados en el istmo.[26]

La situación de la alimentación de la tropa fue crítica. Cabe recordar que las cocinas del RI 12 quedaron en el continente; en su reemplazo se emplearon medios tambores de 200 litros, que eran utilizados como ollas sobre el fuego, por lo que rápidamente se desfondaron. Se utilizó además la cocina de la Compañía C del RI 25.[27] Pese a las requisas de animales, la alimentación no fue suficiente y se presentaron varios casos de hospitalización por desnutrición, reconocidos en el “Informe Oficial del Ejército”.[28] Un elemento a considerar fue la ausencia de leña y la baja calidad calórica de la turba, que además debía ser secada. A partir de mediados de mayo, las tropas recibían una sola comida principal por día.[29] Vivían en sus posiciones con escasez de alimentos, a punto tal que la mayoría de los soldados del RI 12 perdieron entre 10 y 19 kg de peso.[30]

A partir del 5 de mayo se había implementado un sistema de relevos de las posiciones para el secado de ropa, atención sanitaria, alimentación, higiene y descanso de la tropa. Pese a que el “Informe Oficial del Ejército” lo consideró satisfactorio,[31] Piaggi sostuvo que era insuficiente y que, considerando la misión, características del lugar y dispositivo y medios disponibles, no fue posible efectuar mejoras.[32]

2.3. Las OO 506/82 y 507/82

Al llegar la fuerza naval británica al teatro de operaciones del Atlántico Sur se hizo inminente la realidad de un desembarco en las islas. El enigma era dónde. El amplio e intrincado litoral malvinense permitía hipotetizar muchos lugares, de allí que no fuese posible defender todos. Los mandos argentinos consideraron que el objetivo político principal en las islas era la capital, Puerto Argentino. Por tal motivo, se concentró allí el grueso de la guarnición destinada a las islas Malvinas. En conocimiento de tal circunstancia, los mandos británicos decidieron dónde realizar el desembarco. Para ello debieron considerar numerosos factores, tal como lo describe el brigadier Julian Thompson, por entonces al mando de las tropas terrestres británicas. Rápidamente se eliminó la posibilidad del desembarco directo sobre la capital, que era el esperado por los militares argentinos. El lugar donde los británicos harían pie en las islas debía estar fuera del alcance de los cañones de Puerto Argentino. Asimismo, debían evitarse bajas civiles y reducirse al mínimo las militares. Era preferible que la playa tuviese la inclinación necesaria para facilitar que las embarcaciones llevasen el personal a la orilla y contase con fáciles salidas para las tropas y el material desembarcado. Debía estar lo suficientemente lejos como para que el eventual contraataque argentino llegase cuando la cabeza de playa estuviese consolidada. El territorio circundante a la cabeza de playa debía ser fácilmente defendible. Por otra parte, el lugar debía permitir el desembarco pese al viento reinante en las islas y proteger a la fuerza de los ataques aéreos y submarinos, a la vez de hacer imposible los ataques con misiles Exocet. La opción preferida de Thompson era San Carlos, con el único inconveniente de la distancia a Puerto Argentino (unos 90 km). Y así fue decidido por los británicos.[33] Tal criterio siguió varios de los axiomas de Liddell Hart, como ajustar el objetivo a los medios disponibles, escoger la línea de acción más inesperada y aprovechar la línea de menor resistencia.[34]

Ahora bien, el desembarco británico en San Carlos del 21 de mayo de 1982 puso la cabeza de playa enemiga a algo más de 20 km del istmo de Darwin. Las tropas británicas recibieron la orden de tomar los caseríos de Darwin y Goose Green y el aeródromo ubicado entre ellos. La motivación era esencialmente política. Hasta la fecha, malgrado el desembarco, en Londres solo se habían recibido noticias de hundimientos y daños en la Royal Navy. Debía conseguirse un éxito para exhibir a la población.[35]

Si la política juzga correctamente el curso de los acontecimientos de la guerra, le incumbe, por completo, determinar cuáles son los acontecimientos y la dirección de tales acontecimientos que corresponden a los fines de la guerra. Es inadmisible juzgar un gran acontecimiento militar o su plan desde un punto de vista exclusivamente militar. Aún más absurdo es exigir que se pongan a disposición del general los medios de guerra para que él desarrolle un plan de guerra o de campaña puramente militar.[36] La guerra debe corresponder por entero a las intenciones políticas y la política debe adaptarse a los medios de guerra disponibles.[37]

El ataque británico sería ejecutado por el 2.° Batallón de Paracaidistas y el apoyo artillero sería suministrado por tres cañones ligeros de 105 mm, morteros y la fragata HMS Arrow con su pieza automática de 4,5 pulgadas (114 mm).[38]

Ante la cercana presencia de las fuerzas británicas, el 25 de mayo la FT Mercedes recibió del general Parada la OO 506/82 con la misión de reorganizar el dispositivo de defensa y ejecutar fuegos de hostigamiento sobre los efectivos enemigos más adelantados, en la zona asignada, para negar el acceso al istmo de Darwin y contribuir con sus fuegos al desarrollo de la operación principal (si bien no está especificada en la orden, debe recordarse que la FT se consideraba comprendida en la defensa de Puerto Argentino).

La operación consistiría en preparar posiciones más alejadas de Darwin para el Elemento Defensa 1.a Línea, ocuparlas y desde ellas adelantar las avanzadas de combate y exploración, como seguridad de la posición, apoyando simultáneamente la operación de comandos del este, con fuego de hostigamiento por la artillería sobre Boodie Peack, monte Cantera y monte Osborne.

El límite anterior al campo principal de combate debería pasar aproximadamente por las siguientes líneas generales: Al norte: The Low Pass – orilla sur del Burntside Pond – Burntside Brook; al sur: curso de agua sin nombre (nace en PR 166) – Bodie Creek Bridge –, orilla norte del Bodie Creek hacia el este. La línea a no ceder pasaría por las posiciones que ocupaba la FT al recibir la OO. Las avanzadas de combate serían ubicadas por el jefe de la FT Mercedes. La sección exploración sería dotada de jeeps Land Rover arrendados o requisados en los cuales se montarían ametralladoras 12,70 mm. Se debía dotar de medios de movilidad a la artillería y a la reserva. La batería A del Grupo de Artillería Aerotransportada 4 ocuparía una posición en el centro del entonces dispositivo de la FT Mercedes, pero debía preverse su traslado delante del límite anterior al campo principal de combate durante la noche y su repliegue antes de que amaneciese. La línea de exploración y seguridad pasaría por Black Rincon –Laguna Legna–, laguna sin nombre (próxima a PR 96) –Laguna Babas–, Big Pond –Cerritos Arroyo–, Laguna Verde –Teal Creek House. La operación debía estar terminada para las 6.30 del 27 de mayo.[39] Parada aún pensaba que la posición de la FT Mercedes era defectuosa.[40]

En la mañana del 26 de mayo, la FT Mercedes recibió otra OO, la 507/82 del mismo emisor, que ratificó lo dispuesto respecto de la defensa, pero modificó las disposiciones ofensivas. Años después, su propio firmante manifestó que “esta orden no invalidaba la N.° 506/82, ‘Defensa’, sino que se agregaba a ella, aunque ambas se contradecían con sus exigencias específicas”.[41] La misión consistía en: a) ejecutar la OO 506/82 (Defensa); b) ejecutar con efectivos de una compañía de infantería un ataque de desarticulación durante la noche del 26 al 27 de mayo sobre el punto de comprobación 392 para perturbar, hostigar y desconcentrar al enemigo; c) ejecutar con elementos de exploración, exploración de zona durante la noche del 26 al 27 de mayo sobre el punto de comprobación 354 para reconocer y detectar el dispositivo y efectivos del enemigo; d) prever ejecutar a orden con efectivos de una compañía de infantería y una sección de tiradores un ataque de desarticulación durante la noche del 27 al 28 de mayo sobre los puntos de comprobación 392 y 354 respectivamente, de acuerdo con los resultados de los movimientos descriptos en b) y c); y e) prever ejecutar a orden con elementos de exploración, una exploración de zona durante la noche del 27 al 28 de mayo sobre el punto de comprobación 402 de acuerdo con los resultados de los movimientos descriptos en b) y c). Tanto el ataque como el repliegue debían realizarse en horario nocturno. Se preveía el apoyo de la artillería, lo que implicaba el adelantamiento de al menos una pieza con la munición correspondiente (se preveían 1200 proyectiles).[42] Si bien el suscriptor de la orden fue el general Parada, la orden 507/82 estuvo inspirada también por el general Mario B. Menéndez, quien manifestó:

…cuando notamos que las patrullas del regimiento no lograban alcanzar los cerros Sussex (que se encuentran entre Darwin y San Carlos), estudiamos con el general Parada la posibilidad de hostigar y realizar actividad de combate nocturno simulada, aprovechando la artillería que ya se tenía. Esto significa efectuar ataques que no tengan por finalidad chocar con los ingleses o desalojarlos de la altura pues los efectivos que teníamos eran manifiestamente insuficientes, pero sí distraerlos para lograr entonces infiltrar e instalar patrullas en los cerros.[43]

En cuanto a la defensa, cabe comenzar por señalar que el general Parada no conocía el campo donde debían ejecutarse sus órdenes ya que nunca estuvo en Darwin.[44] Mantenía su disconformidad con el dispositivo preparado por Piaggi solo mirando el mapa. Pero con el mismo mapa podía advertirse que la orden de adelantar el dispositivo duplicaba la superficie a defender. El dispositivo original tenía un largo de 5 km, un ancho de 2,5 km, un perímetro de 17,4 km y una superficie de 12,5 km. Tras las OO pasó a tener un largo de 11 km, un ancho de 2,5 km en el norte, 6 km en el sur, un perímetro de 31 km y una superficie de 47 km. [45] Todo debía ser cubierto por la misma cantidad de hombres. La sobreextensión del dispositivo (agravada por la OO 506/82) es considerada una de las causas de la derrota argentina.[46]

El adelantamiento del dispositivo implicaba que los campos minados quedasen a espaldas de los defensores:[47] así se perdió su protección y se complicaron las maniobras de repliegue. Otra desventaja fue advertida por el jefe de la compañía A, teniente 1° Manresa, quien informó a sus superiores que la nueva primera línea se encontraba en una parte baja entre dos lomas, con un alambrado y un curso de agua a sus espaldas. En las cercanías, al otro lado de Camilla Creek, se encontraban elevaciones que eran aún más altas y permitían dominar la posición argentina. Claramente era un mal lugar para establecerse, pero la orden se cumplió de todos modos.[48] Las posiciones no estaban terminadas cuando llegó el ataque británico, lo que facilitó la progresión de este.[49] Las OO complicaron las comunicaciones ya que no se disponía de cable suficiente para tender la red telefónica a las nuevas posiciones (faltaban aproximadamente 10 km) y la FT Mercedes debió servirse –insuficientemente– de radios requisadas a los lugareños.[50]

La artillería argentina resultó fundamental para detener el ataque británico durante la primera noche[51] y durante toda la batalla. Los inútiles adelantamientos para apoyar los ataques solo desgastaron a la tropa y derrocharon proyectiles disparados a los sectores ordenados, donde no había tropas enemigas.

Las misiones de ataque implicaron un derroche de energías importante para una tropa que ya no estaba en buenas condiciones físicas. El “Informe Oficial del Ejército” refiere que la velocidad de marcha en el pesado terreno malvinense era de 2 km/h de día y menos de 1 km/h de noche.[52]

Von Clausewitz recuerda que las marchas ejercen una influencia destructora sobre las tropas. Una marcha moderada no perjudica al instrumento, pero una serie de marchas moderadas ya lo dañan y una sucesión de marchas fatigosas lo agotan considerablemente.[53]

En la noche del 26 al 27 de mayo, la fuerza enviada (principalmente la compañía A del RI 12) alcanzó un sector, dos kilómetros al sur del monte Cantera, abriendo fuego, el que no fue respondido (no había tropas británicas en la zona atacada), y comenzó el repliegue a las cuatro de la mañana del 27 de mayo. Se consumieron 79 proyectiles de 105 mm[54] y estas acciones agotaron a los hombres que las efectuaron (compañía A y sección Exploración del RI 12), los mismos que además debieron adelantar y preparar sus nuevas posiciones y que, finalmente, fueron los que apenas una noche después recibieron la embestida del ataque británico. Su desgaste y el hecho de ser sorprendidos sin sus posiciones concluidas contribuyeron a la retirada que tuvieron que efectuar hasta alcanzar las antiguas posiciones defensivas.

 

 

A modo de conclusión

Es imposible determinar qué hubiera pasado si las OO 506 y 507 no hubieran existido. Bolia sostiene que la batalla de Darwin-Goose Green fue más una derrota argentina que una victoria británica[55] y hubo otros factores que influyeron en tal resultado (inteligencia deficiente, fallas logísticas, ausencia de mando unificado, insuficiente preparación de las tropas, mayor poder de fuego, mejor organización y entrenamiento de los británicos , etc.).

Las OO 506/82 y 507/82 se impartieron para ser ejecutadas por una unidad muy desgastada y disminuida, que ya había sido afectada por circunstancias tales como ser desplazada de una zona subtropical a otra con rígido clima, recibir órdenes y contraórdenes que afectaron su desplazamiento, efectuar el cruce a las islas Malvinas sin equipo ni armamento de apoyo, carecer de elementos básicos para cavar trincheras o preparar pozos de zorro, carecer de suficiente armamento de apoyo y de alimentos, vestuario y cubierta.

El cambio del dispositivo de defensa sobreextendió el frente a defender, colocó a las posiciones en lugares inadecuados y obligó a las tropas a realizar fatigosos e infructuosos movimientos que afectaron su capacidad combativa justo en la víspera de su prueba suprema. De tal modo, el efecto negativo de las OO sobre la FT Mercedes es evidente por las circunstancias apuntadas, a punto tal que un veterano de esa acción, José Eduardo Navarro, afirmó que la suerte de la batalla de Darwin-Goose Green estuvo echada desde el momento que se sacó a la infantería de sus mejores posiciones, donde estaba todo planificado, medido, observado y con apoyo logístico adecuado para las distancias en juego.[56]

El núcleo de las OO 506/82 y 507/82 está vinculado con el desconocimiento de la realidad de la unidad que debía cumplirla, no solo respecto del estado y equipamiento de la tropa sino también del terreno donde debía operar. Ello no solamente surge de lo descripto a lo largo de este trabajo sino de la conclusión que respecto de la responsabilidad del comandante de la Brigada III de Infantería estableció el Informe Final de la Comisión de Análisis y Evaluación de Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur, donde se determinó que tal comandante es responsable de:

… no mantener el debido contacto personal con sus cuadros y tropas dependientes, no instalar su puesto de comando en proximidades de los mismos, desconociendo, en consecuencia, la real situación de sus fuerzas, como así también restarles el estímulo de la presencia del Comandante en los lugares y ocasiones de riesgo y de prueba. Al actuar de ese modo no cumplió con todos los deberes de Comandante en Campaña, frente al enemigo extranjero.[57]

Pese a las desventajas apuntadas, la FT Mercedes soportó estoicamente el ataque británico por más de 36 horas, protagonizando uno de los más sangrientos enfrentamientos terrestres de la guerra, cuya lección fue rápidamente aprendida por las fuerzas británicas: no volverían a atacar a la infantería argentina a la luz del día.

 

 

Obras Citadas

Fuentes primarias

Informe Final de la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur e interrogatorios al general Parada (comandante de la Brigada de Infantería III), el entonces vicecomodoro Wilson Pedrozo (jefe de la Base Aérea Militar Cóndor, en adelante BAM Cóndor) y el entonces teniente coronel Ítalo Ángel Piaggi, jefe del Regimiento de Infantería N.º12.

“Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo II, Anexos documentales, 1982.

 

Fuentes secundarias

Libros

AGUIAR, Félix R., Francisco CERVO, Francisco E. MACHIANDIARENA, Martín A. BALZA y Eugenio A. DALTON. Operaciones terrestres en las Islas Malvinas, Buenos Aires: Círculo Militar., 1985.

CICALESI, Juan Carlos y Santiago RIVAS. FMA IA-58 Pucará. Monografía editada por Jorge F. Núñez Padín. 2010.

VON CLAUSEWITZ, Carl. De la guerra, Buenos Aires: Círculo Militar, 1968.

HUERGO, Miguel Angel, Apoyo logístico a los elementos del Ejército Argentino que participaron en el Conflicto Malvinas (1982). Planeamiento y Ejecución. Tesis presentada en abril de 2011 para acceder el título de magíster en Historia de la Guerra ante la Escuela Superior de Guerra, Tte. Gral. Luis María Campos.

KASANZEW, Nicolás. Malvinas. A sangre y fuego, Buenos Aires: Ediciones Argentinidad, 2015.

LIDDELL HART, Basil. Estrategia. La aproximación indirecta, Buenos Aires: Círculo Militar, 1988.

PARADA, Oscar Edgardo. Malvinas. Llagas de una guerra, Buenos Aires: Editorial 1884, 2012.

PIAGGI, Ítalo Ángel. Ganso verde, Buenos Aires: Sudamericana-Planeta, 1986.

TEVES, Oscar A. La batalla de Pradera del Ganso, Buenos Aires: Ediciones Argentinidad, 2010.

THOMPSON, Julian. No picnic, Buenos Aires: Atlántida, 1984.

TUROLO, Carlos M. (h). Malvinas. Testimonio de su gobernador, Buenos Aires: Sudamericana, 1983.

 

Artículos

BOLIA, Robert S. “The battle of Darwin-Goose Green”.Military Review, julio-agosto 2005, pp. 45/50.

NAVARRO, José Eduardo. “El efecto de la artillería es transitorio”. Reportaje en Defensa y Seguridad Mercosur. N° 7, mayo-junio 2002, Buenos Aires, pp. 12/6.

ZANELA, Jorge. “La batalla de Darwin y Goose Green”. www.monografías.com
https://www.monografias.com/trabajos89/batalla-darwin-y-goose-green/batalla-darwin-y-goose-green.shtml (consultado el 30 de marzo de 2020).

 

 


[1] Declaración de Omar Edgardo Parada en la Comisión “Rattenbach”, fs. 428.

[2] Declaración de Ítalo Ángel Piaggi en la Comisión “Rattenbach”, fs. 1644.

[3] I. A. PIAGGI, p. 15.

[4] Declaración de Ítalo A. Piaggi en la Comisión “Rattenbach”, p. 1646.

[5] Informe final de la Comisión “Rattenbach”, punto 810, inciso e, fs.256vta./257.

[6] Informe final de la Comisión “Rattenbach”, punto 810, inciso f, fs.257

[7] C. VON CLAUSEWITZ, p. 178.

[8] C. VON CLAUSEWITZ, ibidem, p. 177.

[9] “Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo I, pp. 52-53.

[10] “Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo II, Anexo 2.

[11] I. A. PIAGGI, op. cit., p. 46

[12] O. A. TEVES, p. 116; PIAGGI, ibidem, p. 91.

[13] I. A. PIAGGI, ibidem, p. 46.

[14] Declaración de Ítalo A. Piaggi en la Comisión “Rattenbach”, fs. 1650.

[15] “Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo II, Anexo 24.

[16] O. E. PARADA, p. 354.

[17] I. A. PIAGGI, ibidem, p. 106.

[18] J. C. CICALESI y S. RIVAS. FMA IA-58 Pucará, p. 19.

[19] A.A.V.V. Operaciones terrestres en las islas Malvinas, p. 151/2.

[20] R. S. BOLIA, p. 48.

[21] I. A. PIAGGI, op. cit., p. 58; declaración de Omar Edgardo Parada en la Comisión “Rattenbach”, fs. 434.

[22] O. E. PARADA, op. cit., p. 185.

[23] J. E. NAVARRO, pp. 14-15.

[24] Declaración de Wilson Pedrozo en la Comisión “Rattenbach”, fs. 2293vta.

[25] N. KASANZEW, p. 271. Piaggi coincide con la referencia (Ibidem, p. 55).

[26] Declaración de Ítalo A. Piaggi en la Comisión “Rattenbach”, fs. 1655.

[27] M. A. HUERGO, pp. 146-147.

[28] “Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo I, p. 76

[29] M. A. HUERGO, op. cit., p. 250.

[30] Declaración de Wilson Pedrozo en la Comisión “Rattenbach”, fs. 2294vta.

[31] “Informe oficial del Ejército Argentino”, Tomo I, p. 75.

[32] I. A. PIAGGI, op. cit., p. 59.

[33] J. THOMPSON, pp. 60-63

[34] B. LIDDELL HART, pp. 550-551.

[35] J. ZANELA

[36] C. VON CLAUSEWITZ, op. cit., Libro VIII, Capítulo IV, Tomo IV, p. 176.

[37] C. VON CLAUSEWITZ, ibidem, Libro VIII, Capítulo VI, Tomo IV, p. 178.

[38] J. THOMPSON, op. cit. p. 138.

[39] “Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo II, Anexo 29.

[40] O. E. PARADA, op. cit., p. 324.

[41] O. E. PARADA, op. cit., p. 338.

[42] “Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo II, Anexo 30.

[43] C. M. TUROLO, pp. 208-209.

[44] Declaración de Omar Edgardo Parada en la Comisión “Rattenbach”, fs. 434.

[45] I. A. PIAGGI, op. cit., p. 86.

[46] R. S. BOLIA, op. cit., p. 48.

[47] O. A. TEVES, op. cit., p. 214.

[48] O. A. TEVES, ibidem, p. 217.

[49] ZANELA, op. cit.

[50] Declaración de Ítalo A. Piaggi en la Comisión “Rattenbach”, fs. 1654.

[51] Declaración de Wilson Pedrozo en la Comisión “Rattenbach”, fs. 2297vta.

[52] “Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo I, p. 70.

[53] C. VON CLAUSEWITZ, op. cit., Libro V, Capítulo II, Tomo XII, pág. 297.

[54] “Informe Oficial del Ejército Argentino”, Tomo II, Anexo 36. Principales acontecimientos desarrollados en el ámbito de la Br I III (desde 270000 hasta 272200, mayo de 1982).

[55] R. S. BOLIA, op. cit., p. 48.

[56] J. E. NAVARRO, op. cit., p. 16.

[57] Punto 837 punto a. 2), fs. 275.