Casus Belli – Reseña


Casus Belli V (2024), 257-261
Recibido: 25/11/2024 - Aceptado: 25/11/2024

 

Maxime AUDINET y Kevin LIMONIER, Título original: Le dispositif d’influence informationnelle de la Russie en Afrique subsaharienne francophone: un écosystème flexible et composite [1]

http://doi.org/10.4000/questionsdecommunication.29005

¿Casa Tomada? El eco prorruso en África

Damián Mestre

Universidad de Buenos Aires

 

Sucesos como el de la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016 han hecho al mundo occidental percatarse de que Rusia utiliza nuevos medios para ejercer su influencia en el extranjero y, en consecuencia, la manera de estudiar estos métodos también ha debido modificarse. Además, Europa y Norteamérica han tomado consciencia de cómo la manipulación mediática de la población puede ocurrir, también, a través de redes sociales como con Cambridge Analytica o provenir de países como China (véanse al respecto las conclusiones del Congreso estadounidense sobre la popular aplicación TikTok), de modo que es razonable asumir que nos encontramos ante un nuevo escenario geopolítico donde la influencia mediática de un país sobre otros debe ser considerada desde nuevas perspectivas.

Por otra parte, las medidas para contrarrestar la influencia de Moscú tras la reciente invasión de Ucrania han llevado a Rusia a redirigir sus esfuerzos hacia nuevas áreas, siendo el África subsahariana una de ellas y centrándose particularmente en los países francófonos de la región. No obstante, la literatura científica al respecto es a todas luces insuficiente: muchos estudios no analizan la articulación entre actores estatales y privados, se centran en los países Occidentales o ex-soviéticos y/o no realizan análisis metódicos del lenguaje utilizado en los contenidos de la propaganda rusófila. Es aquí donde radica la importancia de este estudio, que parte desde el precedente diagnóstico y pretende suplir dicha carencia.

Le dispositif d’influence informationnelle de la Russie en Afrique subsaharienne francophone: un écosystème flexible et composite es un informe que se inscribe en un contexto geopolítico muy bien delimitado y pretende brindar información y herramientas de análisis para la observación, clasificación y estudio de los medios por los cuales Rusia se propone influir en la opinión pública africana. Fue publicado en francés en junio de 2022 a través de Questions de Communication, una revista académica dependiente de la Universidad de Lorraine, por los analistas Maxime Audinet y Kevin Limonier. Se trata de una publicación semanal enfocada en el debate sobre los métodos más aptos para la comunicación en general.

Es preciso reseñar brevemente el punto de partida de estos autores; Kevin Limonier es un investigador reconocido oficialmente como miembro del IFG (Institut Français de Geopolitique), en base a lo cual podemos asumir con cierto grado de certeza que escribe este texto con la intención de que las herramientas teóricas que brinda sean utilizadas en defensa de los intereses franceses en la región. No nos es dado dudar de su imparcialidad en tanto que científico social, pero sí podemos asumir que no es neutral frente a las cuestiones que describe. Señalaremos más adelante algunas evidencias de esto. Maxime Audinet, por otro lado, es un investigador del IFRI (Institut Français des Relations Internationales) especializado en soft power ruso desde el 2016 y cuya postura en la cuestión ha sido algo más ecuánime.

Concluyendo esta breve introducción, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de “África Subsahariana Francófona”? El texto menciona una serie muy heterogénea de países, que van desde Malí en el borde del Sahel hasta la insular Madagascar, refiriéndose así a todos los países que tienen un pasado colonial, con París como metrópoli, o que conservan, hasta la actualidad, al francés como lengua de uso común. Esto nos sitúa ya en el marco de países con historias, sino comunes, al menos similares; países con soberanías limitadas en muchos casos a causa de tratados en los que aceptaron utilizar la moneda Franco CFA vinculada al Euro, con tratados de asistencia militar por parte del Estado Francés que se han materializado en intervenciones como la Operación Barkhane de 2014 o la Operación Takuba de 2020. Esto, sumado a un pasado colonial reciente, ha desembocado en cierto sentimiento anti-francés por parte de la población que, según este estudio, el dispositivo de influencia ruso exacerba a fin de contrarrestar la influencia gala en la zona.

Los primeros párrafos del texto están dedicados a poner al lector en contexto de esta “redirección” de los esfuerzos del Kremlin para acrecentar su influencia en África y revisar el estado de la cuestión, identificando sus insuficiencias y argumentando sobre la importancia de este mismo estudio. Se nos sitúa brevemente en el momento geopolítico que estos países atraviesan y se nos comenta cómo la influencia rusa sufrió un marcado retroceso tras la disolución de la Unión Soviética. Sin embargo, afirman después que las redes de influencia de Moscú comenzaron a crecer nuevamente a partir de 2018 y que la Cumbre de Sotchi de 2019 entre Rusia y los países africanos fue un antes y un después en esta relación. El país eslavo se adjudicó desde entonces un rol dual: por un lado, socio económico y “pragmático” prestador de servicios de seguridad y, por el otro, defensor de la soberanía africana y contrapeso ante las injerencias de las antiguas potencias coloniales europeas y los EE. UU.

Posteriormente, se relata la historia de la expansión de los medios públicos Russia Today y Sputnik News en el continente, y se hará una curiosa comparación entre la inversión que Moscú hace en estas agencias de noticias en África y la que París hace en France24, la análoga cadena de noticias estatal propia del país galo. Se describen también algunas de sus actividades en la región, tales como los convenios con los medios de comunicación locales o la formación y capacitación de periodistas vernáculos. Este proceso de crecimiento se vio intensificado cuando, tras las sanciones occidentales que sobrevendrán con la Guerra de Ucrania, el público francófono europeo se vea excluido como target de audiencia desde 2022 (censura mediante). De modo interesante, se describe cómo RT y Sputnik adoptan un discurso flexible, pero siempre alternativo, tanto ante los modelos de democracia liberal promulgados por la mainstream media como ante el intervencionismo de Occidente (identificado para los autores exclusivamente con Norteamérica y Europa). En resumen, postulan que este dispositivo mediático patrocina una retórica soberanista que amalgama en una misma línea editorial la aceptación de la influencia rusa y el antiimperialismo.

Posteriormente, se explicitan los resultados de un análisis complejo mediante el cual los autores identificaron las respuestas oficiales de estos medios respecto a diversos tópicos y se cuantifican los casos en los que han observado, durante un tiempo determinado, coberturas de temas tales como la presencia militar rusa o francesa en el Sahel y sus resultados. Postulan los autores que estos artículos tienen el objetivo de legitimar los acercamientos diplomáticos con Moscú y la presencia del Grupo Wagner en reemplazo de las operaciones de seguridad francesas, y para lograr esta legitimación se valen de discursos panafricanistas preexistentes y de cierto “resentimiento postcolonial” -una referencia velada a palabras del actual Presidente Emmanuel Macron durante una entrevista en 2020-.

Sin embargo, los medios públicos no son sino una fracción de esta extensa red, por lo cual se postula la necesidad de conceptualizar a los actores que contribuyen al crecimiento de la misma por fuera del Estado como “empresarios de influencia” (Laurelle y Limonier, 2021). A saber, individuos u organizaciones que promueven los intereses geopolíticos de Rusia en determinadas áreas con la finalidad de obtener un rédito económico, político y/o simbólico a consecuencia de ello. La llegada de las redes sociales y otros medios digitales ha multiplicado las oportunidades para que estos actores puedan expandirse, relacionarse entre sí y acceder a mayores audiencias. Por otro lado, se nos explicita que es una actividad conveniente, ya que permite servir a múltiples intereses convergentes, aprovechar la imagen positiva del país eslavo en estas latitudes, la estructura descentralizada de los medios digitales, el rol central de la radio entre los medios tradicionales, y la inestabilidad y corrupción endémicas de la región.

Se observa, por lo tanto, que existen tres tipos de actores en el dispositivo de influencia mediática ruso en el áfrica subsahariana francófona: medios estatales que por una decisión planificada buscan crear adhesión o simpatías hacia la política exterior rusa -tales son los casos de Russia Today o Sputnik News-; empresarios privados que promueven indirectamente los intereses de Moscú y cuyo grado de autonomía es incierto -por ejemplo, la empresa de seguridad privada Wagner y otros emprendimientos mediáticos relacionados al difunto Evgeni Prigozhin-; y, finalmente, colaboradores locales considerados informales que contribuyen sea por convicción o por oportunismo a esta dinámica. Para estudiar a dichos actores correctamente, se utilizará el concepto de “empresarios de influencia” explicado en el párrafo anterior y se los clasificará según su cercanía al poder del Kremlin en 3 subcategorías: El núcleo de grandes empresarios rusos como el oligarca Konstantin Malofeïev o el antedicho Prigozhin, el segundo círculo de empresarios políticos con agenda propia, pero concurrente, que utilizan la presencia rusa para alcanzar sus propios objetivos políticos o militares y el tercer círculo de actores sin vínculo aparente con el Kremlin.

Esta teorización es probablemente el mayor aporte del texto a los estudios sobre la materia. A ella le sigue una descripción detallada de casos tales como el de la Association AFRIC en tanto que correa de transmisión de influencias o la radio Lengo Songo de la República Centroafricana, así como un análisis de la terminología utilizada por los medios de comunicación rusófilos. Esta sección del texto no le resultará tan atractiva al lector casual poco especializado en política y medios africanos, pues su valor es meramente informativo.

Entre las cosas positivas que podemos hallar en este documento, puede destacarse que proporciona una metodología allí donde no la había, a la vez que ejemplifica con hechos puntuales las formas que el dispositivo de influencia mediática ruso puede adoptar. Brinda, por lo tanto, valiosos instrumentos que todo analista de la geopolítica africana actual debe poseer para realizar un buen diagnóstico de la situación y explicar fenómenos tales como, por ejemplo, al apoyo popular al golpe de Estado maliense de 2021.

Finalmente, los autores concluyen que este dispositivo es un armado complejo y que los empresarios de influencia acompañan la expansión del Grupo Wagner en la región al hacer converger los discursos nativos de panafricanismo y anticolonialismo con los discursos coordinados desde Moscú de defensa de la soberanía y rechazo al intervencionismo. Curiosamente, es hacia el final del texto que se propone la utilización de su metodología para estudios posteriores orientados a otras partes del mundo, entre las cuales destacan abiertamente a América Latina y la región del Asia-Pacífico.

Recomendamos la lectura de este texto para entrar más en detalle con el tópico expuesto, aunque con esta advertencia: se encontrarán comparaciones arbitrarias entre la inversión rusa y francesa, algunas alusiones a cierta hipocresía en la retórica soberanista y, finalmente, una posición tomada frente a la cuestión que, aunque muy bien matizada, no por ello resulta menos evidente. El nacionalismo de al menos uno de los autores puede antojársele visible al lector perspicaz, lo cual no resta validez a la propuesta teórica del documento, sino que la sitúa en un contexto particular y en una posición que el lector latinoamericano podrá examinar con algunas reservas.

 


1 El dispositivo de influencia mediática de Rusia en el África subsahariana francófona: un ecosistema flexible y heterogéneo (la traducción le pertenece al autor).