Casus Belli V (2024), 169-226
Recibido: 01/07/2024 - Aceptado: 05/11/2024

 

Guerra Futura.
El conflicto Euroatlántico – Euroasiático

Héctor Arrosio - Sergio Skobalski

Universidad Nacional de la Defensa

 

Resumen: El conflicto Euroatlántico – Euroasiático puede periodizarse en tres etapas, entre 1949 y 2024, que dan perspectiva histórica y marcan la continuidad de una confrontación de larga duración entre Rusia y las Potencias Occidentales lideradas por EE. UU., proyectándose sobre el mediano plazo de 2030. El objetivo de este trabajo es establecer las relaciones conceptuales entre los términos teóricos de las estrategias del Heartland y las estrategias contra el Heartland, que expresan, desde la teoría sustantiva de Mackinder, las políticas de defensa y las percepciones, principalmente de EE. UU. y la OTAN, sobre las hipótesis de guerras subsumidas en el marco de la Guerra Fría, en la Etapa 1 (1949 – 1991), las políticas de convergencia y expansión de la OTAN en la Etapa 2 (1993 – 2009), y las actuales formas de confrontación en la Etapa 3, en desarrollo desde 2014 con aceleración crítica desde 2022 con la invasión de Rusia a Ucrania. La metodología de esta investigación cualitativa se basa en los supuestos paradigmáticos de la concepción Estado-céntrica de Max Weber, y las teorías generales de la perspectiva estructural para el abordaje de estudios socio-históricos y del neorrealismo estructural para el abordaje de las políticas de poder en el subsistema de Grandes Potencias, núcleo del sistema internacional. Las teorías sustantivas se plantean en un ejercicio relacionante entre las concepciones geopolíticas de Mackinder [1904] (1975) y de Cohen (1980) con la teoría de la estrategia en una síntesis económica (Milward 1986), en función de las categorías de Guerra Corta, Guerra de larga Duración o Guerra en Gran Escala, y Guerra Futura, en la continuidad histórica y proyección futura de la confrontación entre Rusia y los EE. UU/OTAN.

Palabras Clave: Guerra en gran escala, gran estrategia de Rusia, estrategias de EE. UU y la OTAN, guerra futura.

Abstract: The Euro-Atlantic – Eurasian conflict can be periodized in three stages, between 1949 and 2024, which give historical perspective and mark the continuity of a long-term confrontation between Russia and the Western Powers led by the US, projecting over the medium term of 2030. The objective of this work is to establish the conceptual relationships between the theoretical terms of the Heartland strategies and the strategies against the Heartland, which express, from Mackinder substantive theory, defense policies and perceptions, mainly of the United States and NATO, on the war hypotheses subsumed within the framework of the Cold War, in Stage 1 (1949 – 1991), NATO convergence and expansion policies in Stage 2 (1993 – 2009), and the current forms of confrontation in Stage 3, in development since 2014 with critical acceleration from 2022 with Russia invasion of Ukraine. The methodology of this qualitative research is based on the paradigmatic assumptions of Max Weber State-centric conception, and the general theories of the structural perspective to approach socio-historical studies and structural neorealism to approach power politics in the subsystem of Great Powers, the core of the international system. The substantive theories are presented in a relational exercise between the geopolitical conceptions of Mackinder [1904] (1975) and Cohen (1980) with the theory of strategy in an economic synthesis (Milward 1986), based on the Short War categories, Long-Term War or Large-Scale War, and Future War, in the historical continuity and future projection of the confrontation between Russia and the US/NATO.

Keywords: Large scale war, russian grand strategy, US and NATO strategies, future war.

 

Introducción

1.1 Presentación del tema

El concepto de Guerra Global Segmentada (Arrosio - Skobalski, 2024) implica un campo unificado de tres espacios generadores de inseguridad en el sistema internacional, bajo impacto de un proceso de transición del poder. El espacio donde se generó el Antagonismo Dominante entre Estados Unidos y China, la región de Asia Indo-Pacifico, es crucial para la trayectoria y futuro estratégico del sistema internacional. La Región de Conflicto Permanente de Medio Oriente es el espacio de mayor inestabilidad y de complejidad, para su control bajo parámetros de racionalidad. En tanto que el espacio del Conflicto Euro-Atlántico – Euroasiático, se presenta como el de mayor nivel de peligrosidad en la probabilidad de ocurrencia de una Guerra a Gran Escala.

El conflicto Euro Atlántico – Euroasiático puede describirse como un proceso de larga duración, cuyo estudio puede abordarse desde distintas perspectivas históricas. Desde la concepción geográfica de Mackinder [1904] (1975) definiendo a Europa como a una civilización forjada en la resistencia a las invasiones provenientes de Asia y de su Tierra Central, espacio conceptuado como “el pivot geográfico de la historia”, hasta la amplia teoría del encuentro de Civilizaciones, donde Toynbee (1956), en su estudio clásico, explica los contactos históricos entre Rusia y Occidente. También es el contacto dual de cooperación y conflicto entre dos economías de los grandes espacios, dos Grossraumwirtschtaft, según un concepto central de la escuela organicista alemana. Su base estructural la componen sus sistemas de organización social y económica con sus conglomerados empresariales de producción, y sus mecanismos de adaptación para sostener una economía de guerra.

Este umbral referencial e histórico nos conduce a sistematizar un proceso de conflicto contemporáneo en el cual colisionan dos perspectivas geopolíticas, entendidas como proyectos de estrategias políticas generales, para imponer posiciones de dominación sobre Eurasia: la dimensión imperial de Rusia desde sus manifestaciones en el escenario del “Gran Juego” (en la segunda mitad del siglo XIX) contra los imperios Británico, Otomano, Alemán, Francés y Austro-Húngaro hasta la confrontación con los EE. UU., en su Fase Soviética y post Soviética; y la Gran Estrategia de inspiración “mahanista” de los EE. UU. en la fase de ascenso de su ciclo de poder, y sus políticas para incidir en el equilibrio de poder en Eurasia con sus intervenciones concretas durante las dos Guerras Mundiales, la Guerra Fría y las políticas de reafirmación hegemónica entre 1999 y el escenario actual.

La actual confrontación militar entre Rusia y Ucrania, en su especifidad factográfica, quedará excluida de esta investigación. El primer plano de esta “guerra de contacto” está dado por la confrontación entre dos densas estructuras de “guerra de información” que dificultan toda lógica de reunión de datos empíricos, capacidades, planes operacionales, intenciones estratégicas, tácticas y reales procedimientos de empleo. La única información factible de corroboración y validación es el territorio dominado por fuerzas rusas en el Donbass (Donetsk, Lugansk y áreas contiguas) y Crimea en Ucrania, y los recientes avances sobre el Oblast de Kursk de fuerzas ucranianas sobre Rusia. Considerando que aún no ha sido resuelto el problema histórico planteado por la hipótesis según la cual la Operación Barbarroja, de junio de 1941, fue la iniciativa de Alemania de adelantarse a una guerra preventiva que la URSS iba a lanzar en enero de 1942, y que el despliegue de las fuerzas soviéticas en la franja extendida entre el Báltico y el Mar Negro, pasando por la línea de Brest-Litovsk, no era de carácter defensivo sino de pre-posicionamientos ofensivos (Rivero 1993), no podemos pretender describir el proceso en desarrollo de la actual guerra, encubierta por la trama y la urdimbre de un conjunto de guerras de inteligencia superpuestas.

La dimensión Euroasiática del conflicto no solo se referencia en la centralidad de dicho
concepto en las Escuelas de la Geopolítica clásica, sino que tiene estructura en la masa
crítica de la Federación Rusa como “gran actor geoestratégico” de Europa y de Asia, en la
“alianza sin límites” entre Rusia y la República Popular China, y en el conjunto de acuerdos
secretos entre Rusia y Corea del Norte, cuya evidencia material es la presencia de efectivos
norcoreanos en el espacio de batalla Rusia-Ucrania. Los 8.000 o 12.000 soldados
norcoreanos, trasladados desde Khabarovsk (Distrito Militar Extremo Oriente) al teatro de
la “guerra de contacto”, implica la presencia de un micro-actor cuyo impacto trasciende el
ámbito estratégico-operacional, y se proyecta sobre el escenario futuro político y
estratégico de esta confrontación.

1.2. Marco teórico

Los supuestos paradigmáticos de este enfoque parten de la perspectiva Estado-céntrica de Max Weber, en tanto que estudiaremos un conflicto entre Estados y coaliciones de Estados que operan con un nivel elevado de autonomía respecto de los condicionamientos de los sistemas económicos e ideológicos.

Los mismos se complementan con las teorías generales del estructuralismo socio-histórico (Tilly 1975) (Skocpol 1984) y del neorrealismo en sus especificidades del realismo ofensivo (Mearsheimer 2001), del equilibrio de amenazas (Walt 1987, 2018) y de la Teoría de la Transición del Poder (Kugler-Organski 1996), en tanto que el fenómeno del conflicto se da en un sistema de actores estatales interrelacionados con sus estructuras económicas y sociales, donde las conductas estratégicas apuntan a preservar y maximizar su poderío y sus territorios. El proceso de conflicto es percibido en su etapa actual (por uno de sus actores, Rusia) en tanto una dinámica de transición del poder, en la cual potencias ascendentes (China y Rusia) desafían la posición dominante de EE. UU. en procura de establecer un nuevo orden en el sistema internacional.

Respecto a las teorías sustantivas, interesan los conceptos propios de las escuelas de Mackinder [1904 (1975)] y Cohen (1980) y de la teoría de la “estrategia como síntesis económica” (Milward 1986). Las primeras para fundamentar los conceptos de Estrategias del Heartland y Estrategias contra el Heartland en tanto narrativas geopolíticas. La teoría de Milward permite explicar, desde un enfoque estructural, concepciones estratégico-militares y operacionales, tales como los planes Barbarroja, el Plan Ogarkov durante la Guerra Fría y las concepciones de la actual estrategia militar de Rusia en función de una potencial guerra a gran escala contra EE. UU. y la OTAN, como resultante de decisiones basadas en cálculos racionales, fundamentados en la sustentabilidad económica de la guerra como instrumento de la política. Asimismo, la teoría de la síntesis economía-estrategia de Milward es concordante con las concepciones de Jean de Bloch y de Aleksander Svechin, que conforman parte de las bases teóricas de la actual Doctrina Militar de Rusia, expresadas por su Jefe de Estado Mayor Conjunto el General Valeriy Gerasimov.[1]

La tesis de Milward contituye un instrumento para explicar la racionalidad de elección de la guerra como instrumento de la política y propone dos ecuaciones para formalizar el potencial de guerra x de un Estado y la lógica de su aplicación:

  1. x = p + r + s + e – f” (Milward 1986, p. 33). Donde p representa el PBN en un año de paz; r indica las reservas con que cuenta la economía; s es el ahorro posible sin mantener la tasa de renovación del capital en un año de paz; e implica el volumen de recursos ajenos a la economía nacional con los que se puede contar; f es la degradación en eficiencia de gestión a causa de perturbaciones administrativas.
  2. W = x – c – i – d” (Milward 1986, p. 34). En esta ecuación W es otra expresión de potencial de guerra; x es la primera ecuación; c es el volumen de consumo civil posible de mantener; i representa el total de nuevas inversiones no destinadas a gastos de defensa que no es necesario retrasar; y d es el nivel de desorganización del sistema político que es posible de evitar.

Los términos Estrategias del Heartland y Estrategias contra el Heartland imponen la definición de Heartland (Tierra Corazón) o Tierra Central de Eurasia, que en sus trabajos de 1904 y 1919 Mackinder[2] definió como el centro de poder geoeconómico y posicional para la dominación de Eurasia y la potencial proyección mundial de esa dominación. En el marco de la Guerra Fría, Saúl B. Cohen (1980) le dio precisión contextual al equiparar al Heartland euroasiático con el “Triángulo Industrializado Ruso”, centro de poder de la Región Geoestratégica 2 (Mundo Continental Euroasiático) enfrentada a la Región Geoestratégica 1 (Mundo Marítimo dependiente del Comercio), con centro de poder en el “Anillo Marítimo” de los Estados Unidos.

La conexión de las ecuaciones de Milward con las concepciones geopolíticas de Mackinder y Cohen permite explicar las conductas estratégicas de Rusia y de los EE. UU. en el contexto actual del Conflicto Euroatlántico – Euroasiático.

1.3. Metodología

La sistematización del Conflicto Euroatlántico – Euroasiático se basa en una matriz diádica donde se contraponen las “Estrategias del Heartland”, las tendencias dinámicas de Rusia sobre Europa Atlántica, Medio Oriente, Asia del Sur y Pacífico Norte, a las “Estrategias contra el Heartland”, los procesos de avance de potencias de Europa Occidental y las coaliciones lideradas por EE. UU. sobre la tierra central rusa. Sobre esta base, la metodología de la presente investigación cualitativa propone establecer relaciones entre ambos conceptos marcando una continuidad histórica, apuntando a fundamentar y explicar el proceso del conflicto, considerando los siguientes límites:

  1. El primer límite apunta a restringir los subtemas y cuestiones a escenarios específicos de la confrontación durante fases concretas de la Guerra Fría y su continuación en el conflicto continental actual entre Rusia y EE. UU./OTAN que da contexto geoestratégico al espacio de batalla en la guerra de contacto Rusia - Ucrania.
  2. El segundo límite apunta a establecer categorías y tipologías de formas de guerra y de concepciones estratégico-militares y estratégico-operacionales que conectan la Guerra Fría con la fase de umbral, de potencial guerra en gran escala en el escenario actual.

El objetivo general de esta investigación es describir y explicar un proceso de conflicto de larga duración histórica, que abarca los años 1949 y 2024 con proyección hacia 2030.

Los objetivos particulares apuntan a:

  1. Analizar y comparar las categorías de Guerra Corta, Guerra Larga y Guerra en Gran Escala, como síntesis económico-estratégicas, tal como fueron concebidos en la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, con las concepciones actuales de las mismas con sus correspondientes hipótesis de proyección en una potencial confrontación militar directa entre Rusia y EE. UU. con la OTAN, que se relaciona con el concepto de Guerra Futura.

  2. Describir los modelos estratégico-operacionales de la Guerra Fría dentro de sus probables aplicaciones en los escenarios de la hipotética Guerra Futura a Gran Escala.

  3. Explorar e interpretar los despliegues militares de EE. UU./OTAN y Rusia, que dan contexto y lógica agregada al espacio de batalla Rusia – Ucrania, en función del concepto de Guerra Futura.

2. Modelos de estrategias del Heartland

2.1 Modelo 1: guerra a gran escala de larga duración

La Segunda Guerra Mundial ha sido interpretada como la suma de tres principales guerras regionales: una guerra europea extendida al Atlántico y África del Norte; una guerra en China, el Sudeste Asiático y el Pacífico; y una guerra central continental entre la URSS y una coalición liderada por Alemania.

Esta guerra central tuvo tres grandes batallas cruciales, Moscú [1941], Stalingrado [1942/43] y Kursk [1943]; pero las mismas fueron las variables dependientes operacionales de la confrontación estratégica entre la producción de las dos Cuencas Industriales antagónicas: la guerra continental entre Alemania y la URSS [1941-1945] fue la guerra de la producción entre la Cuenca del Ruhr contra la Cuenca de los Urales.

La perspectiva de análisis en la que se considera a la estrategia militar y operacional como integrantes de una ecuación económica permite explicar los resultados de esa guerra central y fundamentar procesos y escenarios futuros, derivados de la misma.

El concepto de “guerra relámpago” (Blitzkrieg), que la Wehrmacht puso en ejecución entre 1939 y 1943, representaba la síntesis estratégico operacional de una ecuación político económica cuyo fundamento era que las campañas militares (Polonia, Dinamarca-Noruega, Francia y la URSS) debían desarrollarse con el criterio de una guerra corta, en la cual los objetivos políticos debían lograrse sin alterar el funcionamiento de la economía alemana de 1938, tal como había sido programada en los contenidos del Plan Cuatrienal de 1936. El móvil geopolítico de estas ofensivas, en una guerra de corta duración, era la formación de una economía de los grandes espacios, Grossraumwirtschaft (Milward, 1986), en el contexto de una Europa dominada por Alemania y sus aliados europeos, proyectándose sobre la profundidad del hinterland ruso, Ucrania, la Cuenca del Don y el Cáucaso.

El criterio estratégico nacional de la URSS fue el opuesto; la economía planificada colectivista, propia de los planes quinquenales de la época de Stalin, permitió el desarrollo de un complejo ejercicio adaptativo ante el avance arrollador de la ofensiva alemana (el Plan Marcks, el Plan Halder y la variante final, codificados como Operación Barbarroja): el traslado de la estructura de producción industrial desde Rusia Occidental hacia los Montes Urales, el Volga y Asia Central, para desarrollar una gran cuenca industrial fuera del alcance del poder de fuego alemán y planificar una guerra de larga duración.

Tras la invasión alemana (22 de junio de 1941) el Presidium del Soviet Supremo aprobó un plan económico militar (el 23 de junio) para afrontar una guerra de larga duración, y creó un organismo de alto nivel para su ejecución: el GKO (Gosudarstvenny Komitet Oborony), Comité del Estado para la Defensa que, presidido por Stalin, comenzó a gestionar el 24 de junio. La inversión estatal en gastos militares fue aumentada del 7 al 29 por ciento del Presupuesto Nacional de 1941, y al 57 por ciento del mismo en 1942 (Kravcenko, 1973).

Ante el avance rápido alemán, el Grupo de Ejércitos Norte sobre Leningrado, el Grupo de Ejércitos Centro sobre Minsk, y el Grupo de Ejércitos Sur sobre Kiev, el GKO soviético realizó la gigantesca relocalización de las industrias desde Rusia occidental hacia el este: 1503 establecimientos industriales fueron trasladados a distancias entre 3000 y 4000 kilómetros entre julio y noviembre de 1941, en la evacuación participaron 10 millones de personas empleando un millón y medio de vagones de ferrocarril, en la red ferroviaria que llegaba a los Urales, el Volga, Asia Central y Siberia occidental. Las plantas de producción de armamentos Putilov fueron trasladadas desde Leningrado al sur de los Urales donde fabricaron 18.000 tanques pesados. Las fábricas de cañones “Stalin” fueron trasladadas desde Moscú y reconstruidas en Miass, en los Urales, con las temperaturas bajo cero del invierno ruso de 1941/42; las acerías Zaporozhe fueron desmontadas y trasladadas al este en 8.000 vagones de ferrocarril (Milward, 1986).

Esta operación se desarrolló entre junio y diciembre de 1941 bajo un ataque constante en el cual la Luftwaffe efectuó 5.939 incursiones sobre las comunicaciones ferroviarias rusas cercanas al frente y estaba en plena ejecución cuando la Wehrmacht lanzó tres ejércitos con sus agrupaciones blindadas en la Operación Tifón: el ataque convergente sobre Moscú.

En la batalla de la producción industrial-militar, la Cuenca de los Urales-Siberia Occidental-Asia Central tuvo una decisiva ventaja geoestratégica: su estructura de producción estuvo durante toda la guerra fuera del alcance del poder de fuego aero-terrestre alemán. En cambio, la Cuenca del Ruhr estuvo permanentemente bajo la ofensiva aérea estratégica aliada.

El agotamiento del impulso estratégico-operacional de la Wehrmacht en el Ofensiva del Don en 1942 y el escenario táctico de Stalingrado fueron variables dependientes de la superioridad soviética en la producción de municiones, tanques, artillería y aviones de combate, conforme al modelo temprano de su estrategia económico-militar para sostener una guerra de larga duración. Y este modelo, tras Stalingrado, fue la preparación del escenario de la proyección militar de la URSS que dio configuración a la geopolítica de guerra de la temprana Guerra Fría.

La primera estrategia del Heartland, el concepto central de la teoría mackinderiana del Poder Terrestre Euroasiático (Strausz-Hupe 1945), tuvo su plataforma en la potenciación de la base industrial del triángulo Urales-Siberia Occidental-Asia Central: petróleo, carbón, acero, equipos eléctricos, máquinas-herramientas, rodamientos de bola, tanques, aviones de combate, cañones, armas de infantería, municiones. Todos los recursos materiales y humanos de la profundidad de Rusia puestos en función de una guerra de larga duración, y sus objetivos políticos que se conectaban con escenarios futuros de postguerra en Europa Oriental, Central y el Báltico.

2.2. Modelo 2: la Operación Vístula-Oder como patrón de reproducción

El modelo de producción industrial-militar, para una guerra larga, permitió la conexión de la estrategia operacional soviética desde la defensa de Stalingrado con la proyección hacia escenarios futuros que se concretaron entre 1945 y 1948: la formación de un espacio satélite de la URSS en Europa Central y Oriental.

Una de las perspectivas factográficas estadounidenses sobre los orígenes de la Guerra Fría, postula que la misma puede periodizarse desde noviembre de 1942. En ese contexto histórico, en el que el Stavka del VGK (Verkhovnoye Glavnoye Komandovaniye: Cuartel General del Comando Superior)[3] informó al Politburó que la estrategia defensiva soviética había logrado contener la ofensiva alemana y que el frente de Stalingrado resistiría, Stalin ordenó la preparación de planes para la futura formación de un imperio satélite de la URSS en Europa Oriental y Central (Rostow, 1962). Esto implicaba una geopolítica de guerra para la ocupación de los Estados Bálticos, los Balcanes, Hungría, Checoslovaquia y Alemania hasta la línea Oder-Neisse. El espacio en el cual en 1955 se organizaría política y militarmente el Pacto de Varsovia, plataforma para una potencial ofensiva sobre Europa Occidental - Atlántica.

En febrero de 1943, el VI Ejército alemán fue aniquilado en Stalingrado en el espacio de una batalla de cerco, donde fueron decisivos los refuerzos soviéticos llegados del este; pero recién en julio de 1943, tras la batalla del saliente de Kursk, la URSS tomó la iniciativa estratégico-operacional que mantuvo durante todo 1944 recuperando más de un millón de kilómetros cuadrados de territorio, perdidos en la ofensiva alemana de 1941/42. En enero de 1945, el Ejército soviético puso en ejecución la Operación Vístula-Oder, que se convirtió en el modelo ofensivo más estudiado y contemplado en los planes secretos de contingencia de la OTAN entre 1950 y 1985.

La Operación Vístula-Oder condicionó las estimaciones militares de la OTAN en una secuencia de casos que podemos sistematizar entre 1950 y 1985. Estas percepciones estratégicas se pueden clasificar en tres principales perspectivas: la Operación Hamburgo, la Estrategia del Ataque Nuclear de Corto Aviso y el Plan Ogarkov. Las mismas emergen como conceptos operacionales contenidos en las apreciaciones de altos jefes militares y pensadores estratégicos occidentales, de los cuales hemos seleccionado a los siguientes: Heinz Guderian, Dwight Eisenhower, Omar Bradley, Bernard Montgomery, Charles De Gaulle, John Hackett, Basil Liddell Hart y André Beaufre.

El primer nivel del lenguaje estratégico de la Guerra Fría fue resultante del modelo dialéctico entre la aplicación soviética de la Doctrina de los Cinco Postulados de Stalin para estructurar un “cordón de seguridad” en Europa Central y Oriental, y la respuesta de los aliados occidentales conducente al rearme, las estrategias de la Contención, la Doctrina Truman y el Tratado de Washington.

La Doctrina de los Cinco Postulados se tradujo en un conjunto de Acuerdos Bilaterales de Defensa entre la URSS y Polonia [1945], Albania, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria [1948], que fueron la base político-jurídica del Pacto de Varsovia [1955] (Ciruzzi, 1983); en tanto que los tratados de Dunkerque [1945], Bruselas [1948] y Washington [1949] condujeron a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, en adelante). En este contexto y ante las crisis derivadas de la estrategia indirecta de la URSS: el golpe de estado comunista en Praga, la guerra revolucionaria en Grecia, el bloqueo militar a Berlín Occidental y el estado de agitación y propaganda de los partidos comunistas de Francia e Italia, que dieron contenido a la nueva relación de conflicto, se generó el primer debate sobre la amenaza militar directa de la URSS sobre Europa Occidental y los problemas para su defensa.

En este debate, el General Omar Bradley, Presidente de los Jefes del Estado Mayor Conjunto de los EE. UU., había manifestado públicamente que la URSS disponía de una fuerza terrestre de 175 Divisiones, que su sistema de movilización podía aumentarlas a 300 en una semana y a 500 en pocos meses. También expresó la estimación predominante, aunque parcial, de los Jefes de Estado Mayor, que ante el caso de un ataque del Ejército Soviético contra la OTAN no iba a ser necesaria una nueva campaña de liberación de Europa, ya que se tenía la convicción de que el refuerzo de las líneas defensivas del Elba y del Rhin, más una ofensiva tipo brokenback strategy (estrategia del espinazo roto) contra las cuencas industriales soviéticas, los bombarderos pesados del Comando Aéreo Estratégico de los EE. UU. con armamento nuclear paralizarían la ofensiva soviética en la primera fase de la misma. El lobby naval y los almirantes estadounidenses disentían abiertamente con esta tesis.

El núcleo de este debate se daba en el marco del programa de rearme y asignación de presupuestos contenido en el documento NSC-68, y la confrontación entre los lobbies del Poder Naval sobre la base de los “Superportaaviones”, y del Poder Aéreo con los bombarderos pesados B-36 (Hammond, 1963), ambos como vectores de armas nucleares estratégicas. Los almirantes sostenían que la producción de los nuevos portaaviones de la clase United States, con aviones equipados con armamento nuclear, permitirían tener un dominio total del Atlántico Norte y dar apoyo aéreo cercano a la defensa de Europa Occidental ante una ofensiva militar soviética. En esta concepción estaba contenida la teoría de la preparación de la OTAN para una “Tercera Batalla del Atlántico”[4]: los análisis expertos proclamaban la urgencia de anticipar un sistema logístico y comunicacional para un “curso de acción de guerra” en el Atlántico, África del Norte y el Mediterráneo, con el propósito de instalar bases avanzadas en el flanco sudoccidental y sostener operaciones del “Triphibious Power” (las capacidades militares navales-terrestres-aéreas) contra una ofensiva de la URSS (Talerico, 1950).

En junio de 1950, cuando se produjo el ataque de Corea del Norte contra Corea del Sur, los generales Marshall, Eisenhower, Bradley, De Gaulle y el Mariscal Montgomery, tenían la certeza que se trataba de un engaño estratégico urdido por el Politburó de Stalin y el Stavka del VGK, para aferrar a los EE. UU. en el Nordeste Asiático y lanzar la verdadera ofensiva militar contra Europa Occidental.

La hipótesis de una ofensiva del Ejército Soviético, enunciada por el General Bradley en el discurso de Akron en 1949, y en la mencionada Tesis Talerico (1950), fue retomada por Montgomery quien sostuvo que los bombarderos con armas nucleares del SAC estadounidenses no serían adecuados para detener un ataque aeroterrestre soviético. En convergencia, De Gaulle manifestó la urgencia de reforzar la línea defensiva del río Rhin, con lo cual se daba a entender, por omisión, que la primera línea defensiva, la del río Elba, no podría sostenerse.

El General Heinz Guderian se expresó con la misma contundencia (Guderian, 1951), estimando que la topografía de la Llanura Germano-polaca constituía una autopista geoestratégica para las Divisiones Blindadas Soviéticas hacia el Ruhr, el Rhin, el Canal de la Mancha y el Atlántico. Cuando Guderian fundamentó su advertencia de que el Ejército Soviético, desde sus bases y dispositivos en Alemania Oriental, tenía las capacidades suficientes para lanzar una ofensiva imparable hasta el Canal de la Mancha y el Atlántico, el recuerdo traumático de la Operación Vístula-Oder era muy reciente: apenas seis años antes, entre el 12 y el 29 de enero de 1945, los ejércitos del Primer Frente de Bielorrusia y del Primer Frente de Ucrania perforaron 500x500 kilómetros el frente alemán en una embestida imparable que destruyó 35 divisiones de la Wehrmacht y que en 17 días condujo a los ejércitos rusos del Vístula al Oder, a las puertas de Berlín.

2.3. Modelo 3: el patrón Vístula-Oder en los frentes OTAN-Pacto de Varsovia

El patrón Vístula-Oder, reproducido en la hipótesis de una “Operación Hamburgo”, postulaba que una rápida ofensiva soviética de las 20 divisiones blindadas con asiento en Alemania Oriental, podían generar una sorpresa estratégico-operacional que con la captura de Hamburgo constituiría la llave para el avance rápido en dirección al oeste del Rhin, hacia el Canal de la Mancha para proyectar una “Maniobra de Schlieffen” envolviendo los tres Grupos de Ejércitos de las Fuerzas Aliadas Centrales (AFCENT) del Comando Aliado de Europa (ACE-SACEUR): el NORTHAG (Grupo de Ejércitos Norte), el CENTAG (Grupo de Ejércitos Centro) y el SOUTHAG (Grupo de Ejércitos Sur); mientras un eje de perforación irrumpía desde la “brecha del Fulda” en asalto directo sobre el CENTAG.

Este modelo, aproximado y esquemático, integraba las estimaciones e hipótesis de la defensa del Frente Central del SACEUR desde la llegada del General Eisenhower para tomar el control del Cuartel Supremo del Poder Aliado en Europa (SHAPE), desde el cual se diseñaría la compleja estructura de planeamiento, logística, inteligencia y operaciones. El COSSAC y el SHAEF los Estados Mayores de los Comandos Conjuntos anglo-estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial fueron el modelo sobre el cual trabajó el Comité Militar de la OTAN, entre 1950 y 1991, coordinando la interacción entre las Fuerzas Armadas de los primeros 15 países miembros de la Alianza (16 desde 1982 con la incorporación plena de España). El General Beaufre se refirió a esta ingeniería organizacional como al “monstruo kafkiano del planeamiento del Pentágono […] anónimo, apriorístico, secreto […]” (Beaufre 1971, p. 40; y 1973, p. 18).

La hipótesis de la Operación Hamburgo la interpretamos como una adaptación del patrón Vístula-Oder de 1945, a los escenarios secuenciales del frente central entre 1950 y 1984; pero funcionando dentro del modelo de una Blitzkrieg, en el cual la URSS planifica una guerra de corta duración con el propósito de capturar intacto el “botín europeo”. Al quedar el triángulo industrial ruso Urales-Siberia Occidental-Asia Central bajo el alcance de las Fuerzas Estratégicas Nucleares de los EE. UU., el modelo de planificación de una guerra larga tal como el de 1941/45 era la opción incorrecta.

En el escenario 1985-1989, Brzezinski (1988:50-60) efectuó una estimación global del conflicto EE. UU.-URSS (conteniendo a OTAN-Pacto de Varsovia) conforme al concepto general de Una Guerra y Media (Kissinger 1979), en un diseño geoestratégico de tres frentes: Primer Frente Europa, Segundo Frente Asia Oriental (conteniendo al Sudeste y Nordeste Asiáticos), Tercer Frente Medio Oriente (con centro de gravedad en el Golfo Pérsico).

Esta dimensión estratégico-militar de la “lucha por Eurasia” tenía una larga tradición en el pensamiento occidental, una de las preparaciones lejanas fue la Tesis Talerico 1950 (que referimos anteriormente), y un precedente cercano fue el ejercicio prospectivo de Hackett (1980); pero la referencia relevante, es que el análisis de Brzezinski era concordante con los informes oficiales del Departamento de Defensa de los EE. UU.: The Soviet Military Power de 1985 y 1989, prologados por los Secretarios de Defensa Caspar Weinberger y Richard Cheney, respectivamente.

El Departamento de Defensa de los EE. UU. consideraba la proyección militar soviética sobre Eurasia organizada en tres Teatros de Guerra y cinco Teatros de Operaciones designados con la sigla TVD: Theatre Voennikh Deitsvii.

El Teatro de Guerra Extremo Oriente contenía un TVD que comprendía la frontera URSS-China, Nordeste Asiático, Sudeste Asiático y proyección naval al Océano Pacífico.

El Teatro de Guerra Meridional con un TVD sobre Medio Oriente y Asia del Sur, con proyección naval al Océano índico.

El centro de gravedad estaba en el Teatro de Guerra Occidental, el Frente Pacto de Varsovia-OTAN, desde el Ártico al Mediterráneo con proyección al Océano Atlántico Norte, y que estaba organizado en tres Teatros de Operaciones:

  1. TVD Noroccidental: Ártico y Península Escandinava.
  2. TVD Occidental: Europa Centroccidental.
  3. TVD Sudoccidental: Europa Meridional y Cuenca del Mediterráneo.

La expectativa sobre la aplicación de un Modelo Blitzkrieg de alcance global, con la inclusión del patrón de la Operación Vístula-Oder, consideraba que el frente decisivo era el TVD Occidental, y específicamente el espacio de batalla donde se enfrentaban los dispositivos de AFCENT (Fuerzas Aliadas Centrales de la OTAN) con el conjunto integrado por el Grupo de Fuerzas Soviéticas de Alemania-Grupo de Fuerzas Norte (Polonia)-Grupo de Fuerzas Centrales (Checoslovaquia) del Pacto de Varsovia. Las publicaciones de dos altos comandantes militares de la OTAN (Hackett, 1980; Walker, 1980) permiten fundamentar esta hipótesis.

El General Sir John Hackett había tenido el doble comando del Ejército Británico sobre el Rhin (BAOR) y del Grupo de Ejércitos Norte (NORTHAG), y en su libro La Tercera Guerra Mundial desarrollaba una narrativa hipotética donde la URSS desencadenaba una ofensiva en Europa Central conforme a las expectativas de la Operación Hamburgo con ejes de avance norte por la Llanura Germano-Polaca y Schlewig-Holstein con ruptura en las líneas defensivas del Elba y del Rhin defendidas por el NORTHAG, y un segundo eje de avance por la brecha del Fulda, área defendida por el CENTAG. Por su parte, el General Sir Walter Walker, quien había sido comandante de AFNORTH (Fuerzas Aliadas del Norte), en su libro The Next Domino?, planteaba una hipótesis de expectativa de ataque de la URSS y el Pacto de Varsovia sobre el Ártico-Escandinavia-Báltico-Atlántico Norte, como gran maniobra de envolvimiento naval, aérea y de tropas aerotransportadas, simultánea a la ofensiva aeroterrestre en Europa Central.

El análisis de las condiciones estratégicas comparadas permitía establecer que la situación soviética hacia 1980 era casi exactamente la inversa a la de 1941, cuando tuvo que enfrentar a Alemania: como señalamos anteriormente, el “Triángulo Industrializado Ruso” (Cohen, 1980) estaba bajo el alcance del poder de fuego de la OTAN, en tanto que el contexto de crisis económica estructural de la URSS determinaba la planificación de hipótesis de conflicto para una guerra de muy corta duración. La opción que evaluaba el Estado Mayor del Comité Militar de la OTAN (SHAPE), consensuada con los planes secretos de contingencia del Departamento de Defensa de los EE. UU., era que la URSS con el Pacto de Varsovia adoptaría en el TVD Occidental, un modelo de guerra relámpago (Blitzkrieg) que en la década del ’80 se percibió en dos conceptos:

  1. A principios de los ’80 predominó la expectativa de un “Ataque Nuclear de Corto Aviso” con armas tácticas, por parte de la URSS-Pacto de Varsovia, como primera fase de una ofensiva en Europa Central (Mercer, 1980).
  2. A mediados de los ’80, el criterio dominante era la expectativa de un ataque sorpresa con medios clásicos de gran movilidad operacional y nuevos sistemas de armas de última tecnología.

El primer concepto había prevalecido, con reservas, en las expectativas de la OTAN desde las décadas del ’60 y del ’70, como el curso de acción más extremo según el cual la hipotética Operación Hamburgo comenzaría con un ataque preemptivo con armas nucleares con un mínimo tiempo de alerta (Mercer, 1980); pero a mediados de los ’80 predominaba la expectativa de una ofensiva soviética con medios clásicos que le permitiera a las fuerzas de la URSS-Pacto de Varsovia alcanzar rápidamente los objetivos políticos antes de escalar al nivel de una guerra nuclear táctica. La percepción de los analistas estadounidenses acerca de cómo se desarrollaría una ofensiva soviética en el TVD Occidental condujo a la conclusión de la existencia de un Plan Maestro identificado con el Mariscal Nikolai Ogarkov, Jefe del Estado Mayor General entre 1977 y 1984, en el formato del patrón de la Operación Vístula-Oder con la consigna de tomar a la OTAN desprevenida, con nuevas formaciones estratégico-operacionales y tácticas (Dick, 1986).

El procesamiento de información sobre el hipotético Plan Ogarkov permitió establecer tres directivas de planificación previas: 1) un plan de reestructuración de la economía soviética en función de la situación estratégico militar; 2) la creación de un consejo de conducción económico-militar (similar al GKO de 1941) para el nivel de los Teatros de Guerra y Operaciones; 3) un plan de operaciones para una guerra relámpago de corta duración.

La primera directiva estaba fundamentada en el contenido del discurso pronunciado por Mikhail Gorbachov ante el Comité Central del PCUS el 11 de junio de 1985 donde planteaba como objetivos centrales una repotenciación de la economía nacional, responder al desafío militar de los EE. UU. y acortar la brecha tecnológica respecto de Occidente y Japón. Directiva que era concordante con las prescripciones del Mariscal Ogarkov expuestas en su obra La historia nos enseña vigilancia, publicada en agosto de 1984 (Fitzgerald, 1986). La segunda directiva se fundamentaba en el consenso de los sovietólogos sobre el sistema, la dinámica y los procesos de la toma de decisiones soviéticas en materia de estrategia nacional. En tanto que la tercera directiva se consideraba como basada en variables e indicadores que daban consistencia a la hipótesis de la operación estratégica conforme al modelo de una guerra corta.

Los fundamentos de esta elección, según los analistas estadounidenses y de la OTAN, podían clasificarse en tres niveles:

  1. Se estimaba que los planificadores soviéticos apuntaban a evitar un esfuerzo económico prolongado, un nivel elevado de desorganización social y una alta cantidad de bajas, tal la experiencia histórica de la Gran Guerra Patriótica contra Alemania 1941-1945.
  2. La correlación entre la superficie de las áreas-blanco y las capacidades militares empeñadas en el TVD Occidental, desde la Llanura Germano-polaca hasta el Océano Atlántico, posibilitaban su captura antes de escalar al nivel de una guerra nuclear. Apreciación valida al TVD Medio Oriente. Las capacidades estratégico-operacionales y el poder de fuego convencional de las fuerzas soviéticas y del Pacto de Varsovia, diseñadas en función de su poder proyectable, fundamentaban esta hipótesis.
  3. Una guerra de corta duración facilitaría la reducción de las fricciones administrativas entre los niveles de conducción, el control sobre los países no soviéticos del Pacto de Varsovia, y la gestión de supervisión de los comisariados políticos del Comité Central del PCUS sobre los militares soviéticos.

También se tuvo en consideración el resultado de investigaciones que permitieron demostrar que la concepción del modelo de guerra relámpago tenía una tradición histórica equivalente a la occidental en los ámbitos académico y operacional de la estrategia soviética. En 1927 el pensador militar ruso V.K Triandafillov había desarrollado una teoría sobre las operaciones en profundidad en una obra titulada El carácter básico de las operaciones de los ejércitos modernos (Donnelly, 1984). En la misma se exponía un modelo operacional basado en penetraciones rápidas con formaciones blindadas e infantería motorizada con apoyo aéreo cercano, proyectadas hacia la profundidad del dispositivo enemigo con el propósito de desequilibrar sus defensas, paralizar su economía de guerra y destruir el sistema administrativo del Estado. La concepción del General Triandafillov formó parte del paradigma que se constituyó sobre la base de las teorías sobre el empleo de masas de blindados en una guerra de alta movilidad, elaboradas por Liddell Hart, Guderian y De Gaulle a fines de la década de 1920 y principios de 1930.

El rasgo operacional concreto, que reforzaba la hipótesis de la opción soviética por el Modelo Blitzkrieg y, especialmente, por el patrón de la Operación Vístula-Oder aplicado al Elba-Rhin-Canal de la Mancha, tuvo su base empírica en el conjunto de monografías y análisis, publicados en medios especializados, sobre las nuevas formaciones pensadas en función de las penetraciones en profundidad, y la puesta en práctica de las mismas en los ejercicios del Pacto de Varsovia durante la década de 1980, caso del Ejercicio Zapad 81. La innovación detectada era el Grupo de Maniobra Operacional (GMO), formación de escalón múltiple (Hines y Petersen, 1986) que podía operar bajo control directo del Comandante del TVD, del Comandante de un Frente (escalón de Grupo de Ejércitos), del comandante de un Ejército o del de una o más Divisiones. En todos los casos el GMO era conducido por dos o tres generales que dirigían las operaciones desde dicha formación a través de sus evoluciones en el TVD y sobre la profundidad del dispositivo del oponente (Burniece, 1986), en este caso los Grupos de Ejércitos Norte (NORTHAG), Centro (CENTAG) y Sur (SOUTHAG) de las Fuerzas Aliadas Centrales (AFCENT) del Comando Europeo (ACE-SACEUR) de la OTAN.

2.3. El poder militar del Pacto de Varsovia

El rasgo que definía la geoestrategia del Pacto de Varsovia era la continentalidad de sus líneas de comunicaciones. El conjunto territorial compuesto por la República Democrática Alemana (RDA), Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Rusia Europea (el gran espacio occidental de la URSS) podía dividirse en tres regiones: la Ciudadela Soviética (los Distritos Militares de Moscú, Leningrado, Kiev y Odesa); el Borde de Máxima Seguridad (los Distritos Militares Báltico, Bielorrusia y Cárpatos); y el Espacio de Contacto o Plataforma Ofensiva (Grupo de Fuerzas de Alemania, Grupo de Fuerzas del Norte – Polonia -, Grupo de Fuerzas Centrales – Checoslovaquia- y Grupo de Fuerzas del Sur – Hungría-). La plataforma de maniobra del Pacto de Varsovia comprendía 6.559.731 km2, y equivalía al 62.6 por ciento del total de la superficie de Europa (Arrosio, 1983).

Entre 1982 y 1984 el poder militar integrado de la URSS y del Pacto de Varsovia (PV) se componía de 3.114.500 hombres, organizados en 154 Divisiones: 99 soviéticas y 55 de los países no-soviéticos del PV. Las divisiones blindadas contaban con 27.300 tanques de batalla, de los cuales el 48 por ciento eran rusos. Estas fuerzas estaban apoyadas por cinco Ejércitos Tácticos del Aire, cuatro desplegados en Europa Central y el restante en la “Hilera Sur” (Hungría, Rumania y Bulgaria) con 6.700 aviones: de ataque e interceptores.

Las 99 divisiones soviéticas desplegadas en el TVD Occidental representaban el 56.25 por ciento del total de 176 divisiones de las Fuerzas Terrestres. Las restantes se distribuían: 6 divisiones en Asia Central, 24 divisiones en las fronteras con Turquía e Irán y 47 divisiones en la frontera con la República Popular China. De las 154 divisiones de las Fuerzas Armadas Unidas del Pacto de Varsovia, el 55 por ciento se hallaban desplegadas en Europa Oriental de las cuales 30 eran soviéticas y 55 de los países aliados.

Las proporciones reflejaban la crucial importancia del TVD Occidental para la Seguridad Nacional de Rusia Soviética, y las distancias a potenciales áreas-blanco de una hipotética ofensiva, según el patrón de la Operación Vístula-Oder, oscilaban entre los 80 km (Operación Hamburgo) y los 500 km, entre el Elba y el Rhin.

Actualmente, en 2024, distancias promedio de 1500 km separan a las bases rusas de los objetivos como Hamburgo, que quedó en la retaguardia continental de la OTAN.

3. Estrategias Contra El Heartland (Otan 1949- 2025)

3.1. La Otan en Fase 1 (Defensiva En La Guerra Fría)

Los fundamentos conducentes a instituir la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fueron convergentes a la urgente necesidad de articular una coalición político-militar para afrontar la alta probabilidad de ocurrencia de una inminente guerra sistémica con epicentro en Europa y el Atlántico Norte.

La OTAN estuvo precedida por una serie de pre-coaliciones de orientación estratégica retrospectiva: entre 1947 y 1948 la percepción dominante era la persistente imagen pasada de la amenaza alemana. La primera de estas pre-coaliciones fue el Tratado Bilateral de Defensa (Tratado de Dunkerque, marzo 4 de 1947) suscripto por Francia y el Reino Unido, cuyo propósito era funcionar como instrumento preventivo de un futuro resurgimiento militar alemán. Sobre esta matriz, se agregaron los países del Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo): Tratado de Bruselas (marzo 17 de 1948), conformándose el primer bloque europeo multilateral de defensa (Osmanczyk, 1976, p. 1039).

El casus foederis de dichos instrumentos contractuales estaba aferrado al poder de la historia reciente; pero la dinámica de los procesos políticos y sociales que daban contenido al escenario estratégico, entre 1947 y 1949, apuntaba a la configuración de una inédita relación de conflicto entre dos grandes bloques continentales en formación. Relación de conflicto que eludía los conceptos y significados clásicos de paz y guerra: la Guerra Fría.[5]

3.1.1. La OTAN en la temprana Guerra Fría

El concepto de Guerra Fría lo consideramos como una construcción de tres dimensiones principales: a) dimensión de su origen y desarrollo en su contexto histórico; b) dimensión de sus variables estratégicas; c) dimensión factográfica de sus síntomas y manifestaciones concretas.

    a) La historiografía estadounidense se concentró en la problemática de la evolución de la relación entre Washington y Moscú entre 1941 y 1947. Precedentemente, el canal Roosevelt-Stalin, iniciado por el Embajador William Bullit en 1933, fue perfeccionado por el embajador Joseph Davies desde 1936, como preparación a la gran alianza durante la guerra gestionada desde 1941 por el Almirante Standley y el Embajador William Averell Harriman. La política rusa del Departamento de Estado desde Cordell Hull hasta Edward Stettinius (Gaddis, 1989), con las conferencias de Teherán y Yalta (Stettinius, 1961) marcó el cenit de la buena relación entre las potencias. Los capítulos 8 al 15 de las Memorias de George Kennan (observador privilegiado como Primer Secretario de la Embajada de los EE. UU. en Moscú) constituyen la narrativa principal sobre la cuestión (Kennan, 1967). Otras perspectivas plantean que, tras la muerte del Presidente F.D. Roosevelt y la desaparición del canal personal con Stalin, junto a la Conferencia de Potsdam, representan el primer punto de quiebre y el deslizamiento de la cooperación al conflicto (Aron, 1976). La óptica de Washington sobre la génesis de la Guerra Fría está reflejada con precisión en la hipótesis de W.W. Rostow, quien define la nueva relación de conflicto como la resultante de una decisión tomada por Stalin en noviembre de 1942, cuando el Stavka informó al Politburó que Stalingrado resistiría a la ofensiva alemana. Rostow sostiene que, entre noviembre de 1942 y enero de 1943, la conducción soviética comenzó a reprogramar los cursos de acción de su política exterior de pre-guerra, tendientes a estructurar un bloque de Estados satélites en Europa Central y Oriental (Rostow, 1962). Por su parte, la historiografía soviética interpretaba al nuevo fenómeno desde la perspectiva estructural de una crisis de la base material del capitalismo. En 1945 altos funcionarios soviéticos, como A.A. Zdanov y Eugeny Varga, estimaban que la economía estadounidense efectuaría una transición traumática de la producción de guerra a la producción de paz. La prospección: una crisis de superproducción y un colapso financiero, análogo al crack de 1929, generarían una nueva depresión en el capitalismo occidental. Sobre estas premisas se establecieron dos conclusiones: la primera predecía una conducta agresiva del imperialismo estadounidense; la segunda sostenía que para evitar la crisis los EE. UU. debían capturar los mercados de Europa Oriental y Rusia. En base a este diagnóstico, el Politburó de Stalin se preparó para una nueva “guerra de larga duración”, cuya primera fase fue la resistencia al proyecto estadounidense para la organización económica del nuevo sistema internacional, y la negativa al Plan Marshall para la URSS y los Estados ocupados por el Ejército Soviético.

    b) En su dimensión estratégica, la Guerra Fría fue clasificada, en un modelo de categorías desagregadas, como un espacio de múltiples “niveles de acción de la fuerza” (Beaufre, 1973, p. 86-91), situados entre la paz y la guerra total, donde se maniobraba para lograr fraccionados márgenes de libertad de acción, cuyos límites eran los medios militares, clásicos y nucleares, con sus respectivas capacidades de disuasión. En escenarios puntuales, la guerra fría entre EE. UU y la URSS se desarrolló en los umbrales de la guerra clásica y de la guerra nuclear; la disuasión funcionó para evitar que los mismos fueran cruzados, y que el espacio de indeterminación militar quedara consolidado. El riesgo de los grandes actores geoestratégicos era perder la libertad de acción, efecto que se medía en las variables del concepto de “estabilidad intrínseca de la fuerza” desarrollado por el General Beaufre, cuya dinámica podía poner fuera de control a los mecanismos de escalada. Este riesgo con intensidades variables, gravitó durante toda la Guerra Fría histórica, desde 1947 hasta 1991.

    c) En su dimensión factográfica, los hechos secuenciales del deslizamiento hacia la nueva relación de conflicto fueron generados en el contexto en el cual los aliados occidentales, EE. UU., Reino Unido y Francia percibieron un complejo de maniobras proactivas y ofensivas de la URSS sobre Eurasia, cuya crisis más severa fue la invasión planificada por Moscú y Pyongyang, desencadenante de la Guerra de Corea.

El proceso de respuesta de los aliados occidentales puede sistematizarse en tres fases.

En la primera fase, Francia apeló a los contenidos del Tratado de Bruselas proponiendo readaptar los mismos, de una hipotética e improbable amenaza alemana a una concreta amenaza soviética. En la segunda fase, el Gobierno Británico promovió el ingreso de los EE. UU. al Tratado de Bruselas (Ismay, 1954). En la tercera fase, la Administración Truman puso en ejecución dos cursos de acción centrales: a) la reconstrucción económica de Europa; y b) la estructuración de un sistema defensivo para la Cuenca Industrial del Atlántico Norte.

La premisa a) se materializó en el Plan Marshall, en tanto que la premisa b) condujo al Tratado de Washington y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (abril 4 de 1949).

La Administración Truman desarrolló políticas que iniciaron la tendencia de integrar a la OTAN en el sistema defensivo global de los EE. UU. y modelar sus lineamientos y directrices estratégicas, haciendo compatibles objetivos políticos nacionales y colectivos, con objetivos militares que habían sido establecidos desde 1947. En ese año, la Administración Truman tomó la decisión de fortalecer la presencia militar de los EE. UU. en Europa, para disuadir a la URSS de cualquier intento de alterar el equilibrio regional, esta política fue precedida y acompañada por una campaña de acción psicológica comunicacional, dirigida a crear en la conducción soviética la certeza de que una guerra total significaría la derrota de la URSS, y se desplegaron capacidades militares necesarias para responder a la hipótesis de una guerra limitada en Europa Central (Rostow, 1962; Barcia Trelles, 1950).

3.1.2. La OTAN y las políticas de Defensa de los EE. UU.

Desde 1950, las políticas de defensa de los EE. UU. condicionaron la estrategia militar y operacional de la OTAN. Primero con el modelo Contención + NSC 68, en los ’50 Contención + Represalia en Masa, desde 1962 Contención + Respuesta Flexible y, desde 1969 hasta 1991, Respuesta Flexible + Una Guerra y Media. También Washington rediseñó la arquitectura organizacional del Comité Militar que, hasta las reformas de los 2000, se componía de tres grandes Comandos Conjuntos/Combinados: Comando Aliado del Atlántico (ACLANT-SACLANT), Comando Aliado de Europa (ACE-SACEUR) y Comando Aliado del Canal (ACCHAN-CinCCHAN). Cada uno con áreas, sub-áreas y cuadriculas operacionales de escala cuántica.

La historia de las expectativas de EE. UU. y la OTAN sobre la defensa de Europa Central registra cinco instancias entre 1949 y 1991:

Escenario de retirada (principios de la década de 1950): dado en condiciones de equilibrio tecnológico con superioridad cuantitativa de fuerzas soviéticas. En esta instancia las fuerzas de la OTAN debían retirarse desde la Línea del Elba a la Línea del Rhin, solo en la cual era posible organizar una defensa firme hasta la llegada de grandes unidades desde EE. UU. en el lapso de 90 días. Este era el consenso de los generales Bradley, Eisenhower, De Gaulle, Billote, Montgomery (Barcia Trelles, 1950) y Guderian (Guderian, 1951).

Escenario de la Represalia en Masa + MC70 (1957): en el mismo se planteó un modelo de guerra nuclear limitada en Europa, contenido problemáticamente en un modelo de guerra nuclear total entre EE. UU. y la URSS (Rostow, 1962). La Administración Eisenhower realizó una dosificada distribución de armas nucleares tácticas a sus aliados europeos (Beaufre, 1971), tal la política difundida en el memorándum secreto MC70 (Military Committee 70). El concepto estratégico derivado de la misma se denominó Trip Wire Strategy: Las Fuerzas Nucleares del Comando Aéreo Estratégico de los EE. UU. se hallaban en alistamiento permanente con un conjunto de planes para librar una batalla aérea a gran escala contra objetivos en Rusia, mientras las fuerzas de la OTAN con armas nucleares tácticas se enfrentaban a las fuerzas del Pacto de Varsovia en los frentes Norte, Central y Sur de Europa. El trip wire, o “tren de fuego”, era la definición funcional de las fuerzas avanzadas de la OTAN, que en caso de ser blanco de una agresión militar de la URSS disparaban la represalia en masa del Comando Aéreo Estratégico de los EE. UU. La Trip Wire Strategy se combinaba con la Shield Strategy, como conceptos de disuasión nuclear y clásica de la OTAN; en papers de debate internos entre la Casa Blanca (NSC), el Departamento de Estado y la CIA, se evaluaban a los mismos como teóricamente eficaces y, en 1959, se proponía este modelo para la década de 1960 (Department of State-NSC-CIA, Nov 5 1959).

Escenario de retroceso de las armas nucleares tácticas (1962): el modelo se basaba en una combinación entre la nueva doctrina de la Respuesta Flexible (también denominada Respuesta Graduada) y una preferencia de la Shield Strategy (Estrategia del Escudo). En este modelo las armas nucleares tácticas del MC70 fueron retiradas de la primera a una segunda línea de defensa y a los sistemas se les implantó una llave electrónica (permissive link) que las mantenía inertes, la terminal llegaba al Presidente de los EE. UU. único depositario de los códigos que permitían su activación (Beaufre, 1971 p. 67). Una variante fue el escenario de los “detonadores nucleares” (1965): el modelo era Respuesta Flexible + Trip Wire Strategy, en el mismo la línea defensiva convencional se desplegaba sobre una barrera de detonadores nucleares que se extendía sobre la frontera de las dos Alemanias. Tal barrera fue denominada la Línea Trettner[6] (Beaufre, 1971), y se estimaba que generaba un doble efecto de disuasión sobre cualquier intento de agresión militar por parte del Pacto de Varsovia. La barrera de detonadores estaba constituida por minas nucleares, misiles tácticos con cabeza nuclear y proyectiles nucleares de artillería (Trettner, 1971), sobre los que se desplegaban las fuerzas convencionales del SACEUR, funcionando como trip wire cuya espiral de escalada conectaba con las fuerzas estratégicas de la Respuesta Flexible. [7]

Escenario de la “defensa activa” (mediados de la década de 1970): la línea de defensa convencional se adelanta hacia el borde de los dos bloques, precedida por un segundo escalón con armas nucleares tácticas, que entrarían en acción si las fuerzas convencionales soviéticas provocaban una ruptura en la línea del frente de AFCENT (Brzezinski, 1988).

Escenario de la AirLand Battle (Batalla Aeroterrestre 1985): estuvo dado en condiciones de la superioridad tecnológica en sistemas de armas de última generación (Tegnelia, 1985) desarrollados por EE. UU. y desplegados en los frentes de la OTAN. Desde una perspectiva operacional el concepto matriz fue el del “Campo de Batalla Extendido-Batalla Integrada”[8] (Starry, 1981), donde la dinámica de la batalla adquiría movilidad múltiple desde las líneas de retaguardia, la línea frontal móvil y las capacidades de ataque al segundo escalón y a la profundidad del dispositivo de los Grupos de Fuerzas del Pacto de Varsovia. La resultante doctrinaria fue el manual FM 100-5 AirLand Battle (Doerfel, 1982), adaptada en la OTAN con el concepto operacional FOFA (Follow-on-Forces Attack: Ataque a las Fuerzas Siguientes, referida a los escalones 1 y 2 principalmente) (Watman, 1986).

Los modelos descriptos se basaban en la inteligencia disponible entre 1949 y 1987, respecto de los dispositivos, ejercicios militares, y estimaciones sobre hipótesis de guerra posibles contra la URSS y el Pacto de Varsovia. En los escenarios secuenciados, la expectativa principal de EE. UU. con la OTAN se focalizaba en los casos (expuestos en el subtema 2) de la Operación Hamburgo, el Ataque Nuclear de Corto Aviso (Short-Warning Nuclear Attack), el Plan Ogarkov y el patrón de la Operación Vístula – Oder, que interesaban principalmente al frente central del ACE-SACEUR: las Fuerzas Aliadas Centrales (AFCENT) con Cuartel General en Mons (Bélgica) que comprendía a los Grupos de Ejército Norte (NORTHAG), Centro (CENTAG) y Sur (SOUTHAG).

La visión totalizadora de la defensa se focalizaba en estos ataques directos contra AFCENT, pero también contra las Fuerzas Aliadas del Norte (AFNORTH), el Comando de Aproximaciones Bálticas (COMBALTAP), las Fuerzas Aliadas del Sur (AFSOUTH) y el Comando Aliado del Atlántico (ACLANT-SACLANT).

La imagen gráfica de estas expectativas puede sistematizarse en dos maniobras envolventes concéntricas, tres ejes de ruptura directos y un espacio de batalla ofensivo por parte de la URSS con el Pacto de Varsovia.

La Envolvente Ártico - Atlántica era la línea de expectativa de ataque de la Flota del Norte de la URSS junto a una maniobra vertical de Tropas Aerotransportadas proyectada contra Noruega. La Flota del Norte debía penetrar en el Atlántico a través de la brecha entre Groenlandia, Islandia y el Reino Unido, denominada GRIUK (Greenland-Iceland-United Kingdom). Para enfrentar esta maniobra, el Comando Aliado del Atlántico con base en Norfolk (Virginia, EE. UU.) y su comandante, el SACLANT, habían diseñado un tablero marítimo, para bloquear la hipotética envolvente naval soviética.

El probable diseño de la Tercera Batalla del Atlántico se componía de los contraataques a cargo del Comando de las Flotas de Ataque del Atlántico (COMSTRIKFLTLANT), del Comando de Submarinos (COMSUBACLANT) y de la Fuerza Naval Permanente del Atlántico (STANAVFORLANT). El dominio naval sobre las áreas WESTLANT y EASTLANT permitiría mantener el flujo logístico sobre Europa en apoyo crucial al SACEUR y las operaciones aeronavales y anfibias para recuperar el norte de Noruega, que en las hipótesis de los ’80 evaluaba como terreno a ceder para ser recuperado en una contraofensiva a cargo de la Fuerza de Ataque Anfibia (AMPHIBSTRIKFOR).

Gráfico 1: Comando Aliado del Atlántico (ACLANT-SACLANT) – Envolvente Atlántica de la Flota del Norte de la URSS –Tablero de la hipótesis de la Tercera Batalla del Atlántico (1952 – 1989)

Fuente: elaboración propia en base a (Walker, 1980; Salas López, 1962).

La maniobra envolvente continental suma las expectativas de ataque contra la OTAN, desde 1950 hasta 1986, año en que se combinaban las estimaciones de los analistas occidentales sobre el conjunto ofensivo de la hipótesis del Plan Ogarkov + Operación Vístula – Oder, por parte de la URSS con el Pacto de Varsovia.

Gráfico 2: URSS – Pacto de Varsovia (1955 – 1985) Envolvente Continental – Ataque Nuclear de Corto Aviso – Plan Ogarkov

Fuente: elaboración propia en base a (Walker 1980; Fitzgerald 1986; Brzezinski 1988)

Gráfico 3: Patrón de Ataque Operación Vístula – Oder (Enero 1945)

Fuente: elaboración propia.

En 1987, las comunidades de inteligencia de los EE. UU y de la OTAN tenían dos certezas: que el Secretario General del Comité Central Mikhail Gorbachov estaba decidido a negociar la llamada fórmula “doble cero” para retirar las armas nucleares de teatro y del campo de batalla en Europa, y que el Mariscal Nikolai Ogarkov era el Comandante en Jefe del Teatro de Operaciones Occidental. La primera era verdadera; la segunda, no.

La opción “doble cero” era evaluada por los expertos de la OTAN como una trampa que dejaba a los países europeos de la Alianza Atlántica a merced de la superioridad numérica de las fuerzas aeroterrestres de la URSS con el Pacto de Varsovia, y desarticulaba el modelo de la estrategia del disparador (Trip Wire Strategy) conectada a la Respuesta Graduada (Levinson, 1987). Esta creencia continuaba una concepción errónea sobre la estrategia militar y operacional soviética, ya que en sus bases doctrinarias la URSS con el Pacto de Varsovia nunca tuvieron contenidos equivalentes a la Respuesta Graduada. Las doctrinas del moderno arte de la guerra de Rusia, elaboradas desde 1970 en adelante, no reconocen ni son equivalentes a las doctrinas occidentales de la escalada en los niveles de violencia, conforme a una Respuesta Graduada y proporcional. Los pensadores militares desde el Mariscal Grechko, el Coronel A.A. Sidorenko, el Mariscal V.Sokolovskiy, el Coronel V.Y. Savkin, el Mariscal K.S. Moskalenko, hasta el Mariscal Ogarkov, prescriben el alistamiento inmediato de las armas nucleares, de batalla (tácticas), de Teatro de Operaciones y Estratégicas, como una mortífera Gestalt totalizadora.

En sus escritos, minuciosamente analizados por Fitzgerald (1986), donde se exponía la teoría de la guerra moderna del Mariscal Ogarkov, se destacaba que este consideraba la variante convencional como potencialmente suficiente para derrotar a la OTAN, manteniendo como curso de acción retenido el empleo de armas nucleares tácticas y del Teatro de Operaciones. Narrativas de ficción político-militar como la novela Tormenta Roja, cuyo autor[9] poseía un detallado conocimiento sobre sistemas de armas y asesoramiento de expertos del Departamento de Defensa de los EE. UU., desarrollaban con detalle esta hipótesis, que era evaluada seriamente por los Jefes del Estado Mayor Conjunto, la Escuela de Comando y Estado Mayor y por las comisiones especializadas del Congreso de los EE. UU. Como ejemplo vale el notable análisis realizado por el Congresista Jim Courter (Courter, 1987). En este contexto adquirió nueva relevancia el ejemplo histórico de la Operación Vístula – Oder de enero de 1945, cuando los ejércitos soviéticos realizaron en 20 días una penetración de 500 km, saltando del Rio Vístula a las puertas de Berlín. El Congresista Courter, asesorado por expertos militares, planteó el siguiente escenario:

“Las fuerzas en el dispositivo delantero del avance podrían ocupar como 50 kilómetros diarios de territorio, mientras que las fuerzas FOFA tratarían de lograr velocidades de 30 kilómetros por hora al moverse a posiciones para amarrar a los defensores de la OTAN. El resultado podría ser la capitulación de la OTAN ante el ataque convencional dentro de 12 a 18 días” (Courter, 1987, p. 8).

3.1.3. El plan Ogarkov según las estimaciones de inteligencia e información retrospectiva

Solo un reducido grupo de expertos estadounidenses tenían apreciaciones relativamente certeras sobre las ideas fuerza operacionales dominantes en los Altos Mandos Soviéticos hacia fines de la década de 1970.

La idea fuerza principal era que los mariscales rusos consideraban que las armas nucleares no eran aplicables en el nivel estratégico-operacional y táctico.

La segunda idea era que las armas nucleares de Teatro de Operaciones tenían la función de proyectar una parálisis por disuasión, amenazando a toda Europa Occidental y generando un estado de bloqueo en la toma de decisiones políticas y militares en la OTAN. Esa misión la cumplió el despliegue sorpresivo de un arma secreta: los misiles de alcance intermedio IRBM SS-20 dotados de tres ojivas de guerra con sistema de reentrada hacia blancos intependientes (MIRV).

La tercera idea se materializó en el Plan Ogarkov, cuyo propósito era lanzar una ofensiva relámpago en toda la línea del frente de la OTAN, desde Noruega al Mar Negro, con armas convencionales dotadas de poder de fuego de intensidad nuclear.

Esta información se hizo pública en 2010 y su fuente principal fue un ex alto oficial de la Comunidad de Inteligencia británica (Barrass, 2010).[10]

Las variables militares y los conceptos estratégicos que las contenían reflejaban cuadros de situación ambivalentes para EE. UU. y sus aliados en la OTAN en función de amenazas y vulnerabilidades estratégicas; pero ya en 1987 las estimaciones de inteligencia estratégica daban indicadores concretos que una crisis estructural, económica, social, política e ideológica afectaba severamente al Bloque Soviético. En 1989 la Caída del Muro de Berlín marcó el punto de aceleración de la crisis estructural que en 1991 abrió una nueva fase en la confrontación con la disolución del Pacto de Varsovia y la implosión de la URSS.

La perspectiva desde 2024, no obstante, permite proponer que la guerra fría como dimensión estratégica no finalizó con las crisis de 1989 y 1991, sino que entró en una compleja etapa de transición hacia una transfiguración geopolítica. En dicha etapa, la OTAN se expandió hacia los accesos europeos del hinterland ruso, reproduciendo un escenario aproximado al de 1941: casi una “semi Operación Barbarroja” no militar, de la cual el Kremlin bajo las presidencias de Yeltsin, Putin, Mevdedev y, nuevamente, Putin interpretó como un avance de la OTAN con la intención profunda de incorporar a Ucrania a la Alianza Atlántica, potenciando la vulnerabilidad del Heartland Ruso.

3.2. La OTAN en fase 2 (expansión a europa oriental)

3.2.1. La estrategia Euroatlántica-Euroasiática de EE.UU. y la OTAN (1997-2024)

La aparente finalización de la Guerra Fría generó diversas dinámicas complejas. La completa incorporación de Rusia al mercado mundial y sus compromisos con las potencias occidentales de integrar una trama de estructuras colectivas de seguridad que abarcaban Europa y casi la totalidad de Asia, tales como la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) y Socios para la Paz, entre ellas. Uno de los puntos culminantes fue la inclusión de Rusia en el Consejo del Atlántico Norte (NACR: North Atlantic Council plus Russia), y el proceso problemático en evolución fue la expansión de la OTAN, incorporando a países que hasta 1991 habían integrado el Pacto de Varsovia. La desintegración de la URSS y la separación de distintas ex repúblicas soviéticas fue en los ’90 la dinámica más crítica a los intereses de Moscú. En 1997, una brigada rusa integraba la IFOR junto a fuerzas de la OTAN bajo mandato de la ONU en Bosnia, y el general ruso Leontii Shetsov estaba comisionado en el SHAPE, el Cuartel Supremo de la OTAN en Mons (Bélgica). Eran los tiempos en que se hablaba de la OTAN como “16 + 1” (los entonces 16 miembros de la Alianza + Rusia).

El crecimiento de la OTAN entre 1997 y 2004 puede sistematizarse en tres rounds: Round 1, la creación del Comando de la Fuerza de Tarea Combinada Conjunta[11] para proyectar a la OTAN hacia una comunidad Euro-Atlántica-Euroasiática (Pierre and Trenim, 1997), con el compromiso de Rusia; Round 2 [1999], la operación para incorporar a los países del Grupo Visegrad 4: Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia; y Round 3, [2004] la incorporación de los Estados Bálticos y Balcánicos (Rumania y Bulgaria).

La expansión de la OTAN en la fase de incorporación de los Estados Bálticos y el dispositivo en progresión, a partir de 2005, validaron el diagnóstico que los grupos del nacionalismo eurasianista ruso venían elaborando desde mediados de los ’90. Guennadi Zyuganov, Vladimir Zhirinovskiy y Eugeniy Primakov, como líderes políticos en la Duma y del gabinete de Boris Yeltsin, más una segunda línea en la que se destacaban Aleksandr Prokhanov, Aleksandr Dugin y Guennadi Seleznev (Clover, 1999; Russell Mead, 2014), percibían un incontenible proceso de pérdidas territoriales avanzando sobre su centro de poder, el Triángulo Industrializado Ruso.[12] Este rumbo significaba que los enemigos históricos ganaban posiciones para proyectar su poder militar sobre el hinterland de Rusia. Tal desarrollo materializaba el llamado “trauma de 1941” la estructura geopolítica y militar previa a la Operación “Barbarroja”, la invasión alemana a la URSS, en una reproducción agravada.

La política de expansión de la OTAN, la doctrina neo-atlantista del Presidente Clinton en los ’90, generó una silenciosa guerra fría entre las elites de estrategas rusos y estadounidenses. En la misma, en el marco de la cooperación entre Washington y Moscú, acciones encubiertas rusas apoyaban la política de Serbia en las guerras de Bosnia y Kosovo, mientras que una estrategia secreta de EE. UU. operaba en las insurrecciones de Chechenia contra Rusia.

El proyecto que desde think tanks estadounidenses se denominó con la sigla GUUAM, la planificada incorporación a la OTAN de Georgia, Ucrania, Uzbekistán, Azerbaiyán y Moldavia, puede considerarse como el disparador de la gradual respuesta estratégica que, desde 2006, comenzó a desarrollar el Kremlin bajo el liderazgo de Vladimir Putin. La estrategia GUUAM implicó operaciones militares de EE. UU. en la profundidad del Heartland ruso, tal como los ejercicios Centrasbat (I, II y III) desarrollados entre 1997 y 2000, en los cuales, en el Centrasbat II de 1998, 1440 efectivos de la División Aerotransportada 82 de los EE. UU. fueron proyectados sin escalas desde Carolina del Norte hasta Uzbekistán, y el mercado de armas de EE. UU. y la OTAN, junto a instructores militares, desembarcaron en Ucrania y Georgia.

Las guerras de Chechenia fueron interpretadas por los eurasianistas del Kremlin y la Duma, como parte de una estrategia de desestabilización del Cáucaso ruso por parte de los EE. UU. y la OTAN. El contagio del conflicto sobre Osetia del Norte, y la percepción de una inminente incorporación de Georgia y Ucrania a la OTAN, desencadenaron la guerra local de los Cinco Días: la invasión de Rusia a Georgia en 2008.

En 2006, el nuevo dispositivo militar de la OTAN sobre Rusia se desplegaba en tres frentes: el flanco Norte, Noruega con los agregados países de BALTAP (Aproximaciones Bálticas) Estonia, Letonia y Lituania; el frente central reforzado con el llamado “triángulo de Weimar”, el poder militar combinado de Francia-Alemania-Polonia, y la pinza del flanco Sur, Rumania y la proyección sobre Georgia. El eje de expansión sobre Polonia y los Estados Bálticos implicaban una penetración de entre 700 y 1000 kilómetros sobre las posiciones rusas, perforando el perímetro frontal del ex Pacto de Varsovia, un escenario impensable en 1985.

La confrontación euroasiática entre EE. UU. y Rusia en el eje temporal prolongado 1994 – 2022 puede sistematizarse en las siguientes secuencias:

Secuencia 1: Operaciones cruzadas (1994 – 2000). Desestabilización del Cáucaso Ruso con las guerras chechenas y desestabilización de los Balcanes Occidentales del flanco sur de la OTAN con las guerras de Bosnia y Kosovo.

Secuencia 2: Operaciones de ciberguerra en el Frente del Báltico y Guerra de los Cinco Días en Georgia.

Secuencia 3: Operaciones cruzadas en el Espacio de Batalla Siria-Irak.

Secuencia 4: Guerra híbrida en el este de Ucrania y ocupación de Crimea por Rusia.

Secuencia 5: Estrategia de desestabilización sobre Rusia 2015-2021.

Secuencia 6: Guerra de Ucrania.

Las tres fases de expansión de la OTAN hacia el Este entre 1998 y 2004 (los tres rounds mencionados) fueron la plataforma para una nueva tendencia dinámica de tres nuevas oleadas de avance geoestratégico: el round 4 de 2009 fue la incorporación de Croacia y Eslovenia; el round 5 fue la entrada de Finlandia y Suecia en 2024 (en el contexto del segundo año de la Guerra de Ucrania); en tanto que el round 6 se mantiene como un curso de acción retenido, condicionado por la evolución de la dinámica del enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, y es la potencial entrada en la OTAN de Bosnia-Herzegovina, Georgia y Ucrania.

3.2.2. La hipótesis de la triple fractura geopolítica de la Federación Rusa

Las transformaciones geopolíticas de la implosión de la URSS y el avance de la OTAN entre 1999 y 2009 generaron emergencias que en la década de 1980 parecían imposibles. La principal era el efecto sobre el Mercado Mundial y la estructura económica del capitalismo globalizado; tal el ideal de los cuerpos diplomáticos estadounidenses y británicos que tras las Conferencias de Yalta y de Potsdam regresaron a Washington y Whitehall Court con la esperanza de restaurar un espacio de economías liberales entre el Atlántico y la Línea Curzon (Barcia Trelles 1950).

La reaparición de una frontera de contacto aproximada a la antigua Línea Curzon de 1919, y la renacida “Hilera Media de Mackinder”, el cinturón de Estados amortiguadores entre Europa Occidental y Rusia, fue para EE. UU. y sus aliados europeos otro escenario de oportunidades victoriosas de la nueva configuración geopolítica. Entre estas oportunidades algunos estrategas estadounidenses concibieron la hipótesis de la tendencia hacia la fragmentación del Heartland y de la posición euroasiática de Rusia (Brzezinski, 1997).

El proyecto de las Administraciones Clinton, para Rusia y Eurasia, implicaba consolidar la red de estructuras de seguridad internacional con dos ejes claramente definidos: la cooperación entre Rusia y la OTAN, y la consolidación de la OSCE.

La diplomacia encubierta de Washington apuntaba a reafirmar el rol de Europa Occidental como la “cabeza de puente geopolítica de los EE. UU. en Eurasia” (Brzezinski 1997, p. 57) y con el objetivo permanente de expandir el sistema democrático, mantener la combinación entre Francia y Alemania en la periferia occidental, modelar a Rusia como un estado post-imperial y evitar futuras tendencias de acercamiento entre potencias euroasiáticas capaces de plantear desafíos a los EE. UU.

La perspectiva de Rusia despojada de ambiciones imperiales fue planteada en una visión de tres repúblicas confederadas: Rusia, Siberia y la República del Lejano Este (Brzezinski, 1997, p. 60). Este escenario reflejaba una catástrofe geopolítica para Rusia, y validaba la expectativa de amenazas que contemplaban los “eurasianistas”. Vladimir Putin, ya siendo Presidente, expuso con precisión el peligro de ese escenario probable: “La Unión Soviética no solo perdió la Guerra Fría, sino que Rusia, su heredera, puede perder lo que ganó en la Segunda Guerra Mundial” (Hutschenreuter, 2011, p. 45).

Gráfico 4: Triple fractura geopolítica de Rusia: Rusia – Siberia – República del Lejano Este

Fuente: elaboración propia en base a partir de Brzezinski, 1997, p. 60.

Gráfico 5: La expansión de la OTAN 1999 - 2024

Fuente: elaboración propia

4. Rusia: aproximaciones al concepto de “Guerra Futura”

4.1. Mapa conceptual de la gran estrategia de la Federación Rusa

El concepto clásico de Gran Estrategia desarrollado por Liddell Hart, que fuera complementado con un abordaje neoclausewitziano en la teoría de la Estrategia Total del General Beaufre, fue considerado por analistas de la Corporación RAND como la plataforma para explicar la conducta operacional del Kremlin en sus relaciones con el Sistema Internacional, con el marco transcontinental de Eurasia y con los espacios de interés transregionales, desde Ucrania al Cáucaso y a Asia Central.

La economía conceptual de Posen (2014), quien propone a la Gran Estrategia como la instrumentación teórica de un Estado Nación para desarrollar su propia seguridad, es la herramienta operativa de los observadores especializados de la Corporación RAND (Charap et.alt. 2021) y del Departamento de Defensa de los EE. UU., para el ejercicio de explicar la conducta de Rusia entre 2014 y 2022, antes de la “guerra de contacto” contra Ucrania.

La premisa general del Kremlin sostiene que el Orden Global se halla en proceso de transición: del orden bajo la primacía de los EE. UU. hacia un sistema multipolar. Siguiendo la tesis de Andrei Kokoshin (2015), donde describe a Rusia como una “provincia rebelde” del “Imperio Global” dominado por EE. UU. con proyección sobre las estructuras políticas, económicas y militares como la Unión Europea, la OTAN, el Grupo de los Siete, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

La transición del poder mundial es explicada desde el Kremlin como producto de una secuencia de crisis disruptivas generadas por la conducta estratégica de los EE. UU. y la OTAN, específicamente los cuadros de conflicto de Serbia (1995-1999); Irak (2003-2013); Afganistán (2001-2021), y Libia (2011-2014).

La tesis Kokoshin, los documentos de los ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa, y sus manifestaciones en los Discursos del Presidente Vladimir Putin, dan contenido a una doctrina de la Gran Estrategia de la Federación Rusa que contempla:

  1. Una postura ante la Transición de Poder en el Orden Global donde un eje central es el ascenso de Rusia y de China como grandes potencias.
  2. La prosecución de los Intereses de Rusia sobre la gran periferia compuesta por los países que integraban la URSS hasta 1991, con las siguientes especificaciones:
  3. Proceder para que Rusia sea reconocida como Gran Potencia.
  4. Liderar junto a otras Grandes Potencias el nuevo sistema internacional poli céntrico.
  5. Desde dicha posición dirigir la Eurasia post-soviética.
  6. Las Amenazas a Rusia, resultante de las tensiones de dimensiones múltiples con los países occidentales.
  7. El marco de oportunidades para consolidar una estrategia integral sobre el sistema internacional.

La nueva Política de Defensa, elaborada entre 2014 y 2019, pero manteniendo continuidad con la modernización militar de 2009 realizada bajo la jefatura en el Estado Mayor Conjunto por el General Nikolai Makarov, contemplaba una reestructuración de las fuerzas y una reducción de las unidades y efectivos.

En las fases finales de la era soviética existían cinco servicios armados: la Fuerza de Cohetes Estratégicos, las Fuerzas Terrestres, la Armada, la Fuerza Aérea y las Fuerzas de Defensa Aérea (Scott-Scott, 1979). Desde las reformas y sucesivas modernizaciones, desde la fase de Makarov a la fase de Gerasimov como Jefe del Estado Mayor Conjunto desde 2012, las Fuerzas Armadas Rusas se dividen también en cinco comandos, recategorizados según su relevancia estratégica.

La Fuerza Aero-Espacial absorbe el 40 por ciento del presupuesto para equipamiento y despliegue; la Armada, en proceso de crecimiento y potenciación, tiene el 26 por ciento; la Fuerzas Terrestres reducidas, modernizadas y potenciadas tienen el 14 por ciento; la Fuerza de Cohetes estratégicos el 10 por ciento y otras fuerzas el 10 por ciento (Charap et.al., 2021).

El sistema decisionista de conducción nacional es el centro geométrico de la arquitectura de la Gran Estrategia de la Federación Rusa. Dicho sistema de conducción y toma de decisiones fue conceptuado durante la Guerra Fría como el “Código Operacional del Politburó” (Leites, 1953), el cual adolecía de una vulnerabilidad constante: la lucha por el poder por parte de facciones internas del Comité Central y, fundamentalmente, la histórica “struggle for the power” entre el Partido Comunista, el Politburó y la estructura de Seguridad del Estado. El moderno sistema decisionista del Kremlin en la era del Presidente Vladimir Putin y su Consejo de Seguridad Nacional parece haber resuelto dicha vulnerabilidad. Putin, como ex oficial del antiguo Comité de Seguridad del Estado, ha operado internamente en función de lograr una simbiosis entre la estructura de poder del Estado y la Comunidad de Inteligencia. La siguiente progresión refleja la base empírica de dicha hipótesis: los funcionarios del Kremlin con antecedentes y carrera estatal realizada en la estructura de Seguridad del Estado representaban el 2,5 por ciento en 2003; el 42 por ciento en 2007; y el 77 por ciento en 2019 (Walton, 2023, p. 475).

4.2. Las dimensiones de la estrategia militar y operacional

La problemática del estudio de los niveles militar y operacional de la Estrategia de Rusia será desarrollada en tres dimensiones:

La dimensión de la continuidad histórica de la actual estrategia militar rusa a través de una tradición de concepciones teóricas que parten de la obra de Jean de Bloch, estudiado detenidamente por Aleksandr Svechin en su obra de 1927, continuado por el Mariscal Mikhail Tukhachevski en los ’30 y por los grandes mariscales de la fase final de la era soviética como Nikolai Ogarkov, Viktor Kulikov y Sergei Akhromeiev. El teórico y ex funcionario del Ministerio de Defensa y del Consejo de Seguridad, Andrei Kokoshin es el estratega que conecta esta línea de la cultura estratégica rusa (Yurchenko 2024) con los actuales generales, cuyo paradigma doctrinario más conocido es el desarrollado por Valery Gerasimov.

La dimensión de la categorización a escala de los tipos de guerra para los que se prepara Rusia desde 1999.

Y, por último, la dimensión de las concretas Operaciones Militares de Teatro para las que está diseñada la estructura de las Fuerzas Armadas Rusas.

Gráfico 6: Niveles de escalada del conflicto (Según A. Kokoshin y otros estrategas Rusos)

Fuente: Elaboración propia en base a Kokoshin 2018 y Reach 2022, siguiendo a Burutin 2010 y Pechatnov 2011.

4.2.1. La lógica de la “guerra futura” en la tradición estratégica moderna de Rusia

En la etapa de los Planes Quinquenales, considerando la historia económica de la ex URSS, el General Aleksandr Svechin [13] utilizó el concepto de “guerra futura” que Jean de Bloch [14] (1993) había desarrollado en sus trabajos de fines del siglo XIX, pensando en los escenarios de una guerra a gran escala entre sistemas industriales, y aparatos de movilización militar para equipar y poner en combate a millones de efectivos. La principal obra de Bloch, publicada en 1903, anticipó con exactitud la magnitud de la “guerra futura” que fue la Primera Guerra Mundial. Svechin y altos mandos soviéticos coetáneos, especialmente el Mariscal Mikhail Tukhashevsky, iniciaron la tradición estratégica rusa de pensar y organizarse continuamente para la “guerra futura”, material y psicológicamente, desarrollando instrumentos de control social y estructuras de producción para adaptarse a escenarios cambiantes en los cuales guerras cortas localizadas podían transformarse en guerras de larga duración.

Los mariscales Viktor Kulikov y Nikolai Ogarkov, el primero al exponer sobre la premisa del “Trauma de 1941” y el segundo con su obra sobre las enseñanzas de vigilancia perpetua que surgían de la Historia Militar Rusa, dieron continuidad estratégica a la tradición militar nacional. El “Trauma de 1941” provocado por la invasión alemana, los efectos devastadores e inesperados de la Operación Barbarroja (junio de 1941), puesto en la perspectiva de Bloch y Svechin, advertía sobre como la expectativa de guerras subregionales de corta duración, en un escenario internacional de extrema inestabilidad y ante la amenaza de una gran potencia europea de conducta estratégica agresiva (el Tercer Reich hitleriano), podía revertir un status diplomático basado en un Pacto No Agresión y generar un proceso catastrófico de guerra de larga duración en gran escala. Idéntica previsión prescribía la obra de Ogarkov de 1984.

Los “eurasianistas”, Ziuganov, Zhirinovsky, Primakov, Dugin y, especialmente, Kokoshin le dan dimensión geopolítica y de nivel de conducción estratégico-nacional a los conceptos de este corpus teórico que, como en una superposición cuántica, se expresa en las entrelineas de la retórica y las decisiones estratégicas de Putin y su equipo de Seguridad y Defensa Nacional. Para los eurasianistas mencionados, la expectativa de confrontación multinivel entre Rusia y las potencias occidentales, EE. UU. y la OTAN, se mantuvo tras la implosión de la URSS, y en su dimensión estratégica la guerra fría nunca terminó.

En el nivel estratégico militar y operacional, esta continuidad de las decisiones del Estado Mayor General de Rusia se evidencia en las conducciones de los generales Makarov y Gerasimov, este último en el cargo desde 2012 se referencia en sus papers y exposiciones en la obra de Svechin (Reach, 2022). La influencia de Svechin es considerada crucial por analistas militares estadounidenses, específicamente en las operaciones rusas en la Guerra de Siria en 2015 (Sinclair, 2020), y en la fase de guerra posicional de desgaste en Ucrania, durante el primer semestre de 2024 (Garicano et.alt., 2024).

4.2.2. La categorización de la guerra futura en la actual doctrina militar rusa

La suma de las experiencias desde las guerras chechenas hasta la guerra liminal en Ucrania (2014 – 2021), pasando por la Guerra de Georgia (2008) y las operaciones en Siria, constituyen la base empírica de la tipología de conflictos para la que están diseñadas las Fuerzas Armadas Rusas (Charap, et.alt., 2021).

La categoría de los “Conflictos Armados” tiene como paradigma a las Guerras de Chechenia, y su expectativa de potencial reproducción se contempla en las fronteras de la Federación Rusa desde el Cáucaso Norte a Asia Central y Siberia Oriental.

La segunda categoría es la de la “Guerra Local”, su modelo inicial fue la Guerra de Georgia en 2008, y su escenario dinámico actual es la Guerra con Ucrania.

La tercera categoría es la de la “Guerra Regional”, su modelo es la intervención en Siria en apoyo al régimen de Bashir al-Assad, en el contexto de un conflicto regional con intervención de actores múltiples.

La cuarta categoría es la de la “Guerra en Gran Escala”, su modelo referencial es la guerra contra Alemania y sus aliados, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, pero el escenario latente actual y prospectivo es el de una guerra contra EE. UU. y la OTAN, la Guerra Euroasiática- Euroatlántica.

4.2.3. La dimensión estratégico-operacional

Desde esta dimensión la actual Doctrina Militar Rusa contempla dos clases de guerra, aplicables a las cuatro categorías anteriormente descriptas: la Guerra de No Contacto y la Guerra de Contacto (Charap, 2021; Reach, 2022).

La Guerra de No Contacto es la aplicada en Crimea y Ucrania entre 2014 y 2021, también percibida como una forma específica rusa de guerra híbrida, denominada por analistas occidentales como “Guerra Liminal” (Kilcullen, 2020).

La Guerra de Contacto posee una arquitectura conceptual derivada de las obras de Jean de Bloch y, fundamentalmente de la “Estrategia” escrita por Aleksandr Svechin en 1926 (Reach, 2022; Garthoff 1956).

Dicho diseño conceptual parte del principio clausewitziano de la búsqueda de una Batalla de Aniquilación Decisiva; pero contempla la posibilidad de que la dinámica del conflicto conduzca a un proceso de guerra de larga duración, con su propia lógica de imposición de operaciones de desgaste (atrición) y una estrategia específica basada en la búsqueda de pequeñas victorias posicionales progresivas (Stone, 2012). Tal como se viene manifestando en la fase 2023 y 2024 en la Guerra de Ucrania, por parte de la estrategia operacional rusa. La posición de Svechin manifestándose partidario de una estrategia de desgaste proviene de su profundo conocimiento de la obra de Hans Delbrück (1890), donde comparaba la Ermattungsstragie (estrategia de desgaste) con la Niederwerfungsstrategie (estrategia de aniquilación), también denominada Vernichtungsstrategie (Aron 1976, p.122). Condoleezza Rice supo apreciar la contribución de Svechin al arte operacional ruso (Rice, 1986) y el General Gerasimov lo citó en siete conferencias dictadas en la Academia de Ciencias Militares en 2013. Esto permite fundamentar la hipótesis de que la actual Doctrina Militar de Rusia contempla una postura de Defensiva Estratégica ante una potencial Guerra en Gran Escala contra EE. UU/OTAN y una estrategia de desgaste en la Guerra Local contra Ucrania.

La principal expectativa de guerra del Kremlin para la próxima década (2025 – 2035), la categoría de una Guerra en Gran Escala contra EE. UU. y la OTAN, está pensada en función de la búsqueda inicial de una Batalla Decisiva de Aniquilación, donde el rol principal es desempeñado por las Fuerzas Aeroespaciales, y la primera fase apunta a la destrucción del sistema global satelital de los oponentes. Hipótesis valida desde la perspectiva rusa de un ataque de EE. UU. y la OTAN, como desde la perspectiva de una respuesta retaliatoria de Rusia (ver Gráficos 6 y 7).

Gráfico 7: guerra en gran escala contra Rusia - hipótesis guerra futura 2030

Fuente: elaboración propia a partir de Reach, et.alt., 2022, siguiendo a Burenok, V.M., 2009.

Gráfico 8: Guerra Futura – Retaliación Rusa Guerra en Gran Escala contra EE. UU. y la OTAN

Fuente: elaboración propia a partir de Reach, et.alt., 2022 siguiendo a Burenok 2009.

Los analistas de la Corporación RAND sostienen que la Doctrina Militar Rusa exponía hacia 2012 cuatro tipos de operaciones estratégicas: la Operación Estratégica Aeroespacial (SAO: Strategic Aerospace Operation) (Reach, 2022, p. 85); la Operación Estratégica en el Teatro de Operaciones Militares (SOTMO: Strategic Operation in the Teather of Military Operations); la Operación Estratégica para Destruir Objetivos de Importancia Critica (SODCIT: Strategic Operation to Destroy Critically Important Targets); y la Operación Estratégica de Fuerzas Nucleares (SONF: Strategic Operation Nuclear Forces).

Esta tipología operacional, desarrollada en algunos casos desde el año 2004, ha implicado problemas teóricos y prácticos, puestos a prueba, según los casos, en las guerras de Georgia, Siria 2015 y Ucrania 2014. El debate conceptual se extendió hasta que en el año 2019 los generales A. Sterlin, A.A. Protasov y S.V. Kreidin (2019) propusieron dos conjuntos principales de operaciones estratégicas para la “Guerra Futura”: Operaciones de las Fuerzas Estratégicas de Disuasión y Operaciones de las Fuerzas de Propósito General. Las mismas se aplican a los cinco Comandos Operacionales Conjuntos con sus respectivas Zonas de Responsabilidad: Comando Este, Comando Central y los tres Comandos que enfrentan la línea de la OTAN: Comando Norte, Comando Occidental y Comando Sudoccidental.

Las Operaciones de las Fuerzas de Propósito General tienen su centro de gravedad organizacional en las Fuerzas Terrestres (Sukhoputnye Voyska); apuntan a operaciones consideradas no-estratégicas, ya que son dirigidas sobre amenazas que no afectan de forma directa y critica a la seguridad nacional; y se planifican para ser ejecutadas en guerras locales y espacios de batalla geográficamente limitados; tales los casos de la “Guerra de los Cinco Días” en Georgia (2008) y la denominada “Operación Especial” en Ucrania, desde febrero de 2022.

Las Operaciones de las Fuerzas Estratégicas de Disuasión implican una evolución de crisis y conflicto conducente a una Guerra en Gran Escala como respuesta a amenazas críticas a la seguridad nacional de la Federación Rusa, tales como la inminencia de ataques a blancos que afecten desde las fronteras occidentales a los montes Urales y las grandes áreas urbanas y cuencas industriales del triángulo Urales-Asia Central-Siberia Occidental. Tal escenario se materializaría en una guerra en gran escala contra EE. UU y la OTAN, e implicaría operaciones estratégicas sobre Europa Atlántica, el Ártico y el Mar Mediterráneo.

Gráfico 9: Doctrina Militar Rusa 2024 – Esquema de aplicación

Fuente: elaboración propia.

Gráfico 10: Doctrina Militar de la Federación Rusa 2024 (Estructura Conceptual)

Fuentes: elaboración propia sobre datos de Charap et.alt. 2021; Reach et.alt. 2022.

4.3. Rusia frente a EE. UU. – OTAN: dispositivos militares en contacto

La Guerra Fría, transfigurada, continuó después de la implosión de la URSS. Las operaciones encubiertas de EE. UU. en Asia Central, el Cáucaso y Ucrania, entre 1994 y 2001, tuvieron su equivalencia en el alineamiento de Rusia con Serbia entre 1995 y 1999, especialmente durante el Conflicto de Kosovo. Antes que Putin, el entonces Presidente Boris Yeltsin había sido muy claro en su postura ante los ataques aéreos de la OTAN contra Serbia en 1999: “Les digo a los EE. UU., a la OTAN y a los alemanes, no nos empujen porque si lo hacen va a haber una guerra europea, y muy probablemente una guerra mundial” (Ruiz González, 2008, p.67).

La perspectiva de una continuidad en la confrontación con Occidente explica la actual geopolítica de guerra de Rusia, como así también las seis guerras de inteligencia que están en las operaciones profundas de este conflicto, y que preceden y sobrepasan el espacio de batalla ucraniano.

La guerra encubierta de mayor complejidad ha sido denominada “guerra de inteligencia de los 100 años” (Walton, 2023, p. 1), tal la confrontación entre [1] Rusia y el Reino Unido, a la que se le agregan la guerra central de inteligencia entre [2] Rusia y EE. UU.; la guerra contra los ejes de la OTAN en Europa Central entre [3] Rusia y Francia-Alemania-Polonia, [4] en el Báltico, [5] la guerra Nórdica y [6] la guerra del Sudoeste desde los Balcanes al Mediterráneo e Italia.

La moderna guerra de inteligencia del siglo XX fue definida como la que combinaba inteligencia humana (HUMINT), inteligencia de señales (SIGINT) e inteligencia por imágenes (IMINT) (Mohs, 2008). El esquema de las “seis guerras” impone una definición hipermoderna de las actuales guerras de inteligencia que integran operaciones de: a) Ciberguerra; b) Inteligencia de Señales (SIGINT compuesta por ELINT, COMINT y Geointeligencia); c) Guerra de Información; d) Guerra Política Masiva; e) Guerra de Redes HUMINT.

En el caso de las operaciones HUMINT, en 2019, la contrainteligencia noruega detectó una operación rusa de Preparación de Ambiente Operacional en el territorio ártico (Kilcullen, 2020) de dicho país miembro de la OTAN, efectuada por inmigrantes sirios que eran en realidad agentes del FSB ruso. Dichas prácticas, que puede denominarse Patrón de Stieber,[15] consiste en saturar de agentes secretos ciudades y otras áreas-blanco, precediendo a operaciones militares de distinta escala.

Entre 1949 y 1991, el enfrentamiento de las estructuras de inteligencia tenía una configuración multilineal, focalizada en los espacios de contacto de Europa Central, Cuenca del Atlántico Norte y Cuenca del Mediterráneo, con blancos especiales con escenarios periféricos en Asia y el Hemisferio Occidental.

En Europa Central la guerra de inteligencia estaba en la base de los siguientes dispositivos enfrentados:

Gráfico 11: Dispositivos enfrentados durante la Guerra Fría

Fuente: elaboración propia.

En el escenario que se abre para los años 2024 – 2030, las guerras de inteligencia enunciadas tienen una configuración propia de distintos planos conectados por un esquema de guerra en red que se extiende en tres grandes espacios: Europa, Medio Oriente y África Central, donde operan en apoyo de operaciones de guerra de baja intensidad. En tanto que, en el Hemisferio Occidental, se localizan distintos focos de medidas activas, guerra de información, y operaciones de influencia política de Rusia (en algunos casos en combinación con Irán y China) contra los intereses de los EE. UU. Las redes HUMINT rusas, según el clásico Patrón de Stieber, tuvieron, entre 2018 y 2022, blancos en grandes áreas urbanas de tres países principales: Reino Unido, EE. UU. y Francia, con redes clandestinas antiguas en toda la Unión Europea (Walton, 2023).

El esquema actual, equivalente a los dispositivos de enfrentamiento central en la Guerra Fría, de la confrontación entre Rusia y EE. UU./OTAN, en el marco del conflicto Euro-atlántico – Euroasiático, se expone en el siguiente gráfico:

Gráfico 12: Esquema General de Dispositivos enfrentados 2024

Fuente: elaboración propia.

Desde la operación de la captura de Crimea, simultánea a un incremento de ciberataques encubiertos contra los Estados del Báltico, entre 2014 y 2021, EE. UU. y la OTAN consideraron como amenaza inminente operaciones ofensivas de guerra híbrida por parte de Rusia en el Teatro de Operaciones Nordeste, desde Noruega hasta Polonia. En ese contexto, junto a la continuidad de la guerra irregular en la frontera del Donbass entre fuerzas pro-rusas y ucranianas, la Corporación Rand (Watts 2022) propuso al Departamento de Defensa y la OTAN tres modelos de disuasión convencional que se aplicaron entre 2019 y 2021.

El primer modelo se basaba en el refuerzo de las unidades desplegadas en los Teatros de Operaciones Nordeste, con centros de gravedad en el Báltico y Polonia, y Sudeste desde Hungría y Rumania hasta el Mar Negro, incluyendo la asistencia militar a Ucrania.

El segundo modelo se denominó “Fuerzas Dinámicas” y consistió en un aumento de ejercicios militares de fuerzas conjuntas de la OTAN con despliegues hacia la proximidad de las fronteras con Rusia, desde Noruega hasta el Mar Negro. Su culminación fue el Ejercicio Steadfast Defender 2021, donde la OTAN movilizó a 9.000 efectivos de 20 países. El ejercicio se efectuó en aplicación del Artículo 5 del Tratado, y tácitamente dirigido ante la hipótesis de ataque militar por parte de Rusia contra un estado miembro de la OTAN.

El ejercicio Steadfast Defender 2021 se desarrolló entre mayo y junio, en tanto que en septiembre de 2021 Fuerzas Ligeras combinadas de EE. UU. y Ucrania efectuaron el Ejercicio Rapid Trident, dando contenido al tercer modelo de disuasión denominado “Despliegue de Fuerzas Ligeras”. En el mismo participaron 6.000 efectivos, entre ellos elementos del Equipo de Combate de la Brigada Stryker 81 de la Guardia Nacional de Washington, y del Equipo de Combate de Infantería de la Brigada Aerotransportada 173 de los EE. UU. (con asiento en Vicenza, Italia), junto a una Fuerza Multinacional compuesta por países de la OTAN y de la estructura de seguridad Euroatlántica Socios para la Paz.

Los tres modelos de disuasión, y sus aplicaciones empíricas, fracasaron cuando Rusia lanzó su invasión en toda la regla contra Ucrania, el 22 de febrero de 2022.

Siguiendo esta estrategia de disuasión, según el modelo “Fuerzas Dinámicas”, por iniciativa de los EE. UU. se realizó en Moldavia el Ejercicio Rapid Trident 2023, en la frontera entre la OTAN y el Espacio de Batalla Rusia-Ucrania.

En el tercer año de la guerra entre Rusia y Ucrania, y precediendo a los consensos logrados en la Cumbre de julio de 2024, la OTAN desarrolló secuenciadamente entre febrero y mayo el Ejercicio Steadfast Defender 2024, movilizando 90.000 efectivos de 32 países miembros de la alianza. Se trató del ejercicio más importante de la OTAN desde el Reforger 1988 donde se desplegaron 125.000 efectivos.

En el Steadfast Defender 2024 se proyectaron dos ejes estratégicos principales: a) la proyección de las Flotas de Ataque del Atlántico (Strikfltlant) directamente hacia Norlant y los accesos al Mar de Barents y el Ártico; b) la proyección continental de las principales Fuerzas Terrestres, especialmente de los ejércitos de EE. UU., Reino Unido y Alemania hacia las líneas de contacto de los Teatros de Operaciones Nordeste y Sudeste con Rusia, realizando maniobras en Noruega, Suecia, Finlandia, los Estados Bálticos, Polonia y Rumania.

El Steadfast Defender 2024 tuvo la magnitud de un despliegue pensado para una guerra en gran escala entre la OTAN y Rusia.

5. Conclusiones

En 1952, el primer Secretario General de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Lord Ismay, definió con precisión los alcances futuros del Conflicto Euroatlántico – Euroasiático cuando efectuó la prescripción, según la cual el propósito de la OTAN era mantener a los EE. UU. dentro de Europa, a Rusia afuera, y el “problema de Alemania resuelto” (Howard, 1999, p. 172).

La interpretación de esta idea permite practicar un ejercicio retrospectivo y prospectivo.

El Conflicto Euroatlántico – Euroasiático, en el período 1941 y 2024, puede sistematizarse en tres etapas:

La Etapa 1 fue la de la guerra entre la URSS y una coalición liderada por Alemania, en la cual se enfrentaron dos concepciones económicas de la guerra, la Guerra Corta por parte de Alemania contra la Guerra de Larga Duración por parte de la URSS, y dos cuencas industriales: la Cuenca del Ruhr contra la Cuenca Urales-Asia Central-Siberia Occidental.

La Etapa 2 fue la de la Guerra Fría, en la cual se enfrentaron dos concepciones de un conflicto de larga duración y dos sistemas políticos y socio-económicos que expresaban ideologías antagónicas: los Complejos Industriales-Militares de EE. UU. y la URSS y los espacios económicos con centros de gravedad en el “Anillo Marítimo de los EE. UU.” y el “Triángulo Industrializado Ruso” (Cohen, 1980).

En la Etapa 1, tanto la Blitzkrieg entre 1941 y 1943, como la economía de guerra total de Alemania sostenida por la producción de la Cuenca del Ruhr y sus redes fabriles, fracasaron ante el concepto de Guerra de Larga Duración de la URSS sostenida por la producción de la Cuenca Industrial Urales-Asia Central-Siberia Occidental, donde la superior Masa Crítica rusa y la ventaja de los grandes espacios junto al flujo de apoyo material de los EE. UU., resultaron decisivos. Estos conceptos explican las victorias de Rusia Soviética en las grandes batallas decisivas: Moscú [noviembre-diciembre de 1941], Stalingrado [agosto 1942-febrero de 1943] y Kursk [julio de 1943].

En la Etapa 2, los Conglomerados Industriales-Militares enfrentados y la carrera de armamentos, que fue el eje central, tuvieron como variable independiente decisiva a la competencia entre los dos sistemas de investigación y desarrollo tecnológico, en los cuales los EE. UU. siempre detentaron ventaja comparativa. Limitada, entre 1949 y 1975, y decisiva, entre 1981 y 1989. Los modelos militares que expresaban Estrategias del Heartland tales como la “Operación Hamburgo”, la “Envolvente Atlántica”, el “Ataque Nuclear de Corto Aviso” y la “Envolvente Continental”, cuya última concepción fue el Plan Ogarkov, estuvieron condicionados por la correlación de las variables tecnológicas que, desde principio de los ’80 gravitaron en ventaja de las Estrategias contra el Heartland, desarrolladas por los EE. UU. junto a los países de la OTAN, donde la URSS además adolecía de una vulnerabilidad geoestratégica en su frente extremo oriental de Eurasia: la hipótesis de conflicto con China.

En la segunda etapa, los despliegues de dispositivos militares tanto los frentes de la OTAN, el despliegue de Flotas y Comandos Combatientes Conjuntos de los EE. UU., como los Teatros de Operaciones (TVD) soviéticos en Eurasia, así como los distintos niveles de acción de la fuerza propios de la Guerra Fría, estaban debajo del nivel de disuasión nuclear propio del Modelo de la Capacidad Bilateral de Segundo Golpe. Sobre este modelo incidieron dos escenarios de crisis: en 1959, la crisis de la “brecha de los misiles” que dio ventaja temporaria de primer golpe a la URSS, y, en 1985, la crisis de la Iniciativa de Defensa Estratégica de los EE. UU. que hizo colapsar la estrategia nuclear soviética y, como variable tecnológica de la carrera de armamentos, abrió el espacio como Teatro de Operaciones con superioridad estadounidense.

En la Etapa 3 de la confrontación, con epicentro en el espacio de batalla ucraniano, se vuelven a enfrentar dos sistemas tecnológicos e industriales de producción militar preparados para una guerra de desgaste de larga duración, tanto el Complejo Tecnológico Industrial Militar de los EE. UU., como el renovado Conglomerado Industrial Militar de la Federación Rusa. Este último abastece a un despliegue militar donde se destaca el concepto clásico de economía de fuerzas aplicado a la Guerra Local en Ucrania, por parte de las Fuerzas de Propósito General de Rusia; mientras sus Fuerzas Estratégicas de Disuasión, centradas en el poder de fuego termonuclear y sus Fuerzas Aeroespaciales, son mantenidas en función de la “Guerra Futura”, la planificada Guerra en Gran Escala contra EE. UU. y la OTAN.

A diferencia de la Etapa 2, donde el modelo de disuasión nuclear condicionó la estabilidad proyectada al nivel de las fuerzas convencionales y donde en el equilibrio de amenazas la superioridad cuantitativa de las capacidades militares soviéticas era compensada por la superioridad tecnológica de las capacidades militares estadounidenses compartidas a sus aliados de la OTAN, en la Etapa 3 se plantea un escenario de nuevo régimen nuclear en curso de desarrollo que proyecta gran inestabilidad sobre los restantes niveles de acción de la fuerza, especialmente de la guerra convencional y formas de guerra híbrida. A este escenario se agrega una variable geopolítica centrada en el eje Moscú-Beijing y las potenciales alianzas con Irán, Corea del Norte, países de Asia Central y Medio Oriente que, de mantenerse y consolidarse, y en función de una guerra de larga duración, dan ventaja decisiva a Rusia.

Desde la perspectiva de EE. UU., y considerando el antagonismo dominante con China, el conflicto Euro Atlántico contra Rusia plantea el clásico dilema de la suficiencia de sus capacidades militares para liderar una potencial guerra sistémica masiva en dos frentes principales simultáneos: el Pacífico y el Atlántico, contra los dos grandes actores geoestratégicos de Eurasia y sus aliados.

Desde la perspectiva de Rusia, la experiencia en resistir estrategias contra el Heartland, presenta el desafío de superar la “desilusión de una guerra corta” (Ucrania 2022) y la capacidad de adaptación para una guerra larga en gran escala. Tal la clave para la planificación anticipada de la Guerra Futura, según las tesis de Jean de Bloch y Aleksander Svechin.

Las ecuaciones de Milward aplicadas al caso de la Guerra Local en Ucrania, y a la perspectiva de una potencial Guerra a Gran Escala con proyección de Guerra Futura Euro Atlántica - Euroasiática, permiten explicar la lógica de la actual conducta estratégica de Rusia, y explorar la racionalidad de decisiones futuras.

La hipótesis de la Guerra Futura permite fundamentar que la gran estrategia de los EE. UU. y la OTAN deberá adaptarse a una postura de Defensiva Estratégica por parte de Rusia ante una potencial Guerra en Gran Escala, en un escenario que ya contiene una Guerra Local (Ucrania), donde se evidencia una estrategia de desgaste. Tanto en la defensiva estratégica como en la estrategia operacional de desgaste, la síntesis económica de las mismas tiene como punto de apoyo la alianza integral con China. Esto implica la potenciación estratégica del Heartland Euroasiático Ruso y su participación en una potencial “coalición ganadora mínima”.

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1 La influencia directa de Svechin, e indirectamente de Jean de Bloch, se registra en siete conferencias dictadas en el año 2013 por el General Gerasimov en la Academia de Ciencias Militares de Rusia, en las cuales relaciona la estrategia militar con el sistema económico.

2 Remitimos a las siguientes obras de Halford J. Mackinder, que consideramos indispensables para tener una visión profunda de su conjunto teórico: a) “On Scope and Methods of Geography”. Proceedings (9: 141 – 174). London, Royal Geographical Society, 1887; b) Britain and the British Seas. Oxford: Clarendon Press, 1902 (1930); c) “The Geographical Pivot of History”. Geographical Journal (23: 421 – 444), London, 1904; d) Democratic Ideals and Reality: A Study in the Politics of Reconstruction. London: Constable, 1919 (New York: Holt, 1942); e) “The Round World and the Winning of the Peace”. Foreign Affairs (21: 595 – 605), New York, Council on Foreign Relations, 1943.

3 Para un estudio completo de la creación y desarrollo del Stavka ver Scott – Scott (1979, pp. 7 – 23).

4 Considerando que la primera y segunda batallas del Atlántico se habían librado durante las dos Guerras Mundiales (1914-1918 y 1939-1945).

5 La Guerra Fría ha sido abordada desde tres perspectivas historiográficas. 1) La perspectiva tradicionalista (Schlesinger, 1967) en la que las tesis predominantes explicaban el fenómeno de la Guerra Fría originada por la agresividad de la URSS a escala Euroasiática. 2) La perspectiva revisionista invirtió los términos de la anterior, y en ella las políticas de EE. UU. y sus aliados en la OTAN, caso de la Contención, fueron explicadas como la síntesis de estrategias en clave ofensiva para configurar un cerco geopolítico global contra la URSS (Kolko, 1968). 3) La perspectiva postrevisionista, basada en el quantum de información proveniente de fuentes desclasificadas tras la implosión de la URSS en 1991, y que tiende a explicar la Guerra Fría en los términos de dos sistemas de poder que se retroalimentaban sobre la base de crisis cíclicas y conflictos periféricos. (Copeland, 2000) (Leffler, 1996).

6 El General Heinz Trettner había sido subjefe de Estado Mayor y Logística en el SHAPE de la OTAN, y Jefe de Estado Mayor de la Bundeswehr (FFAA de la República Federal de Alemania).

7 La estrategia de Robert McNamara y Maxwell Taylor fue la causa de la crisis más severa en la historia de la OTAN. Hubo un Gran Debate sobre el tema tratado por importantes especialistas, McNamara, Raymond Aron, los generales franceses, Liddell Hart, etc. La consecuencia fue que el General De Gaulle retiró a Francia del Comité Militar de la OTAN, para preservar la autonomía en las decisiones para el empleo de las Fuerzas Nucleares.

8 El concepto estratégico-operacional de “Campo de Batalla Extendido” fue desarrollado por el General Donn A. Starry en 1977/81, titular del Comando de Entrenamiento y Doctrina (TRADOC) del Ejército de los EE. UU. El concepto también denominado “Campo de Batalla Integrado” fue pensado en función de tres escenarios concretos: el Frente OTAN-Pacto de Varsovia en Europa Central; Medio Oriente con gran concentración de unidades blindadas y mecanizadas; la Península de Corea. Los tres escenarios presentaban las siguientes condiciones: gran concentración de unidades militares modernas y fuerzas que utilizaban doctrinas operacionales soviéticas (Pacto de Varsovia, Irak en Medio Oriente y Corea del Norte).

9 El autor estadounidense, Tom Clancy (1988), Tormenta Roja. Buenos Aires: Emecé.

10 Gordon Barrass, miembro del Comité Conjunto de Inteligencia (JIC) y Jefe del Equipo de Análisis de Inteligencia en el Gabinete del Primer Ministro.

11 La creación del Combined Joint Task Force (CJTF) implicó una profunda modificación en la estructura de comando de la OTAN mediante la cual el SHAPE, el SACLANT y comandos subordinados como AFNORTH-WEST y BALTAP realizaban consultas con el Estado Mayor General Ruso, y funcionaba como vector para las proyecciones fuera de área de la Alianza Atlántica (Pierre and Trenin, 1997: 9).

12 Saul B. Cohen planteó que en la Guerra Fría se enfrentaban dos Regiones Geoestratégicas: la Región Geoestratégica 1 que denominó como “Mundo Marítimo” con centro de poder en las ciudades del Anillo Marítimo de los EE. UU. y la Región Geoestratégica 2, “Mundo Continental Euroasiático” con centro de poder en el Triángulo Industrializado Ruso (Cohen 1980).

13 Víctima de la Gran Purga de Stalin de 1931a 1936, la obra del General Svechin (Estrategia, publicada en ruso en 1927) tuvo una gran influencia en los estudios sobre “operaciones y batallas en profundidad”, también desarrollados por los generales soviéticos V.K. Triandafillov y G.S. Isserson, y principalmente en las operaciones modernas de una guerra de desgaste. Estudiado en secreto por los mariscales soviéticos del final de la era soviética, la obra de Svechin recién tuvo divulgación en occidente en 1992, con un ensayo introductorio a cargo del estratega ruso Andrei Kokoshin (Stone, 2012).

14 Jean de Bloch (1836-1901), también conocido como Joachim von Bloch e Ivan Bloch, fue un banquero y financista de ferrocarriles polaco que escribió uno de los más agudos estudios sobre la guerra en la era industrial, sobre las bases teóricas de las obras de Clausewitz y Delbrück. Su libro La Guerra Futura, donde entre otros temas, trató sobre la importancia de la síntesis entre economía y estrategia militar, tuvo gran influencia en el moderno Ejército Soviético, a través de los estudios de Aleksander Svechin y Mikhail Tukhashevsky. Los actuales estrategas rusos de la era de Putin han rehabilitado los estudios sobre las obras de Jean de Bloch y Svechin para la elaboración de la gran estrategia de Rusia y de las doctrinas operacionales de sus Fuerzas Armadas. Correlacionalmente, los estrategas y analistas estadounidenses, que pudieron acceder a la obra del General Svechin (Strategiia 1926) recién en 1992, a través de la misma llegaron al conocimiento de Jean de Bloch, de crucial importancia para interpretar el arte de la guerra de Rusia en los escenarios de confrontación actuales: Siria, Ucrania y el frente con la OTAN.

15 Wilhelm Stieber, director de la estructura de inteligencia exterior del Canciller Otto von Bismarck, que desplegó redes de agentes secretos en París para una preparación del ambiente geográfico para operaciones urbanas anticipándose a la Guerra Franco-Prusiana.