Una película que pone en valor las primeras amistades que se originan en nuestra infancia, -etapa única y primal- donde un lazo se cierra en un solo corazón.

Lukas Dhont, en su segundo largometraje después de Girl (estrenada en el año 2018, acerca de una chica adolescente que se enfrenta a una crisis de identidad de género), cuenta la historia de una amistad aparentemente inquebrantable entre dos pre adolescentes que se ve perturbada a partir de la mirada de los otros y del propio desconcierto que atraviesan sus protagonistas. Dhont refleja ese momento preciso en que la niñez entra a la pubertad. La mirada sensible, aguda y feroz del director nos permite acompañar la abrupta transformación: ese desfajase en el que el niño abandona la pureza de la inocencia para entrar a una etapa de cáos, desazón y vergüenza. Aquella primera apertura/herida hacia la inminente adolescencia.

Close, aborda la estrecha amistad entre Leo y Remi (interpretados de manera extraordinaria por Eden Dambrine y Gustav De Waele) ya a partir del título, apela a lo cercanos que podemos ser los unos a los otros y lo cerrados que podemos volvernos cuando algo cambia. El espectador puede atestiguar la solidez de un vínculo entre estos dos confidentes e intuir que es propio de toda una infancia compartida. Los vemos correr, divertirse, compartir una intimidad, hacerse chistes el uno al otro, hacen todo juntos y recorren el pueblo en el que viven, junto a sus respectivas familias, rodeados de afecto. A su vez, somos testigos de estar presenciando esa extraña confusión que asume pasar de niño a adolescente. Ya ciertos juegos: como imaginar que un ejército del mal los acecha, comienza a ser un poco aburrido. Notamos también, la aparición del deseo. Se despierta la curiosidad por la sexualidad y la incertidumbre de crecer se afianza.

Cuando el verano termina hay que volver a la escuela. La dupla -poco a poco- comienza a fracturarse a partir de una nueva etapa: el paso a la secundaria, veremos la amenaza real del vínculo atravesado por la mirada ajena. Es interesante cómo, pese a estar dirigida en un presente contemporáneo, las preguntas de sus propios pares en la secundaria instaura en éstos dos chicos una nueva incomodidad: “¿son novios?” una pregunta abismal y que instaura un estigma, ya que probablemente ellos no saben ni todavía se preguntan ni mucho menos han pensado en siquiera un rótulo que los defina ni a ellos en su singularidad. Aquì, todo cambia para siempre. El vínculo de amor, de juego y libertad, protegido por su entorno, sale al mundo. Y esa libertad de expresión, por vez primera, es cuestionado por el verdadero ejército del mal, la sociedad. El gran amor que se tienen Leo y Rémi es genuino, pero la confusión acerca de sus sentimientos, es acentuada por los comentarios, los chistes misóginos y las preguntas incómodas. Veremos a Leo demostrando su virilidad jugando al fútbol o incorporándose al equipo de hockey sobre hielo. Tratando de lograr una pertenencia y sobre todo la aceptación por parte del grupo escolar. Rémi, en cambio, sigue siendo el mismo chico que practica el clarinete, que posee un comportamiento delicado y demostrativo. Pero las risas, los abrazos y las cabezas y esa seguridad naturalmente afectiva que se reposaba sobre el cuerpo del otro, se convierte gradualmente en lágrimas, gritos y golpes. Poco a poco Leo aparta a Remi, que no comprende el abrupto cambio de su amigo y se siente profundamente rechazado, triste, agobiado y con un pesar que lo abruma llevándolo a atravesar momentos insostenibles de ira y enojo. La tragedia es inevitable.

Close es una película necesaria, que hace foco en el daño y en esa primera huella de la infancia que nos corrompe para siempre y nos hace crecer en un mundo quebrado por el qué dirán, sacrificando, tal vez, la única oportunidad que tenemos de ser nosotros mismos. Reflexiona también lo que es crecer en un mundo donde pareciera que el varón solamente puede relacionarse y compartir una intimidad desde lo sexual descartando otras maneras de vincularse entre varones. A su vez nuestro sistema educativo escolar se ocupa de enseñar ciencias exactas, idiomas, promover el deporte, pero se olvida de abordar temas como la salud mental. Todavía vivimos en una sociedad donde la masculinidad muy a menudo esta ligada a la virilidad y a la demanda de tener que mostrarse valiente, fuerte, rudo, independiente, sin reparar en el daño que incide restringirse, guardarse, reprimirse, cerrarse a las emociones que nos completan como seres humanos.